Personajes que dejaron de jugar
en el ajedrez de la vida
Casi siempre permanezco absorto frente a una foto antigua o cuando ya es muy vieja, como la que ilustra mi columna y donde se observa a la profesora Amparo Ochoa, flanqueada por sus alumnos de primer grado, de cuando ella fue docente de la Escuela Primaria Nueva Creación, de la Colonia Tierra Blanca.
La foto debió ser tomada en la primera parte de la década de los 60, porque tengo otra imagen de Amparo, rubricada con su puño y letra, participando en un bailable, en abril de 1966.
Me le quedo viendo a la imagen y caigo en cuenta que los niños que allí aparecen deben rondar por los 50 años de edad, o más, y de repente me asalta la turbación: quiénes son ahora, ¿quiénes viven?
Y es que esto de vivir es un verbo inquietante en estos días, en estricto apego al terrible flagelo de la pandemia que nos azota. Pero también tiene que ver con la edad de uno, porque -llegada la tercera edad-, la generación que nos corresponde va mermándose sin remedio.
Esto significa que la palabra Muerte (esa que hay que decir letra a letra para poder asimilar el hecho, que es de un verso de la poeta Rosa María Peraza), nos custodia y nos asalta, nos duele y nos disminuye, nos hace más pequeños y solos sobre este ajedrez de la vida, en el que las piezas empiezan a ser fantasmales.
Todos tenemos ausencias que nos laceran, algunas en demasía cercanas, como las de nuestros familiares y amigos; más las otras muertes de personas conocidas, sumadas a nuestro quehacer.
Digo esto último porque apenas el lunes anterior se dio cuenta del fallecimiento del escritor y dramaturgo Ángel Norzagaray, que aunque su vida teatral la hizo en Baja California, quienes estuvieron cercanos a su vida profesional, como Rodolfo Arriaga, director del Tatuas, saben que varios de sus textos estuvieron inundados con personajes y situaciones de su tierra natal, La Trinidad, Guasave, que pudieron disfrutar en Sinaloa, tras la presencia de su grupo Mexicali a secas.
También de Guasave era Rea Silvia, maestra, poeta y cantante, a quien no conocí de manera personal, pero sí como compositora, porque hace muchos años me enamoré de una canción suya, titulada Aléjate, interpretada por Isela Arredondo, con la guitarra de su señor esposo, don Heriberto Soberanes, con quienes acabo de sostener una entrañable charla telefónica decembrina.
Rea Silvia se nos adelantó hace apenas unos días, el domingo 26 de diciembre, y su partida se viene a sumar a otras ausencias de personajes de la cultura que nos dejaron este 2021, como los hermanos Óscar Rubén y Rubén Francisco Benítez Beltrán, enormes figuras de la danza mexicana.
También de mucho pesar la muerte de Ramón Mimiaga Padilla, el viernes 7 de mayo de este año, a quien sí traté en los terrenos de la amistad, reconocido como actor, director de teatro y dramaturgo, y un profundo conocedor del arte cinematográfico.
Su última entrevista la dio para Cultura UAS, en el programa Universarte, tres meses antes de su partida, donde contó cómo fueron sus andanzas de niñez a lado de Óscar Cabanillas Flores, mejor conocido como Óscar Liera.
Añado el nombre de Óscar Lara, fallecido el 8 de julio, de quien honré su memoria en mi columna del 8 de diciembre.
Me acabo de enterar del fallecimiento de Silvia Machado, fundadora de los Centros de Iniciación Artística de la SEPyC, pero sin duda, hay otros nombres que se me escapan, personajes de la cultura que hicieron sus aportes para agasajar espíritus, lo que nos disminuye sin remedio. Y punto.