Narran la vida detrás de una celda y en la puesta en escena en la obra ‘Caneros’
La Compañía Nacional de Teatro participa en el Festival Cultural Sinaloa ‘Lo Nuestro’
Hacer teatro ha dado a los internos del reclusorio un respiro a la vida de encierro que llevan. Y aunque reconocen que no son los mejores actores, salir a la escena, divertir a los espectadores y recibir los aplausos, ha sido un alimento para su alma. Y así lo plantean en Caneros, la obra que la Compañía Nacional de Teatro presentó en el teatro Pablo de Villavicencio, ante los sinaloenses, en el Festival Cultural Sinaloa “Lo Nuestro”.
Esta historia se basa en situaciones relatadas por un grupo de internas del Centro de Ejecución de las Consecuencias Jurídicas del Delito (Cecjude) de Mazatlán, a raíz de un taller de teatro que se realizó en el interior del penal.
La propuesta es resultado de un experimento que parte de este taller de teatro en el penal, el cual muestra los procesos artísticos que desarrollan los participantes para canalizar sus emociones y expresarlas mediante el trabajo escénico.
En ella se muestran los procesos artísticos que desarrollan los participantes para canalizar sus emociones y expresarlas mediante el trabajo escénico, que explora la forma en que ellos transforman la frustración a través del teatro.
La historia comienza con los aplausos que reciben los actores, luego de una presentación. Luego, detrás de la escena, cuestionan a uno por no haber salido a recibirlos.
En esa celda, donde tienen vestuario, espejos, maquillaje, reflexionan sobre la obra, que fue una buena función, que se dieron cuenta de que el director tenía mucha risa y que querían llevar el programa con otros reclusos.
“Todos estaban muy divertidos. Se fijaron que ahora se rieron en partes que antes no, todas las presentaciones son distintas, aunque sea la misma obra, eso ya lo sabíamos pero hasta que no lo ves, no lo entiendes”, comenta uno.
“Luego en la escena de la silla de Carlos, cuando se va de espaldas, la gente estaba atacada de la risa”, dice otro actor, “y luego los aplausos”.
Esa fue la función que más han aplaudido, y le preguntan a otros por qué no salió a recibir los aplausos.
Discuten y pelean por esa situación y luego tratan de calmarse para que no los castiguen.
Finalmente ese actor reconoce que debe una explicación y sabe que en una escena se equivocó.
“Y por qué te enojas, no somos profesionales, ni que viviéramos de eso, aquí no importa eso, ellos vienen a reírse, yo sí me di cuenta que te equivocaste, pero esto lo hacemos para olvidarnos de nuestros problemas, no para causarnos más”, le dice un compañero.
Pero detrás de esa frustración, había otra razón.
“Es que no es solo eso... es que yo no salí a los aplausos, porque fue mi última función y mañana me voy, ya terminé mi condena la semana pasada, pero pedí quedarme unos días más para esta función”.
La obra dirigida por Ramón Gómpez Polo, producida por el Instituto Municipal de Cultura, Turismo y Arte de Mazatlán, actúan Ramón Gómez Polo, como Don Gustavo; Alejandro Careaga, como Roberto; Josar a Sergio; José Manzanilla a Carlos y José Carlos Rodríguez a Daniel.
En la puesta, el interno que está a punto de salir está contento, pero al mismo tiempo asustado.
“Llevo 14 años aquí, nueve años en el grupo, entrar en el proyecto me salvó de la locura, la depresión, y seamos honestos ninguno es un gran actor, yo quería que esta función fuera la mejor, y que fuera perfecta y sentir los aplausos, no habrá otra oportunidad, no sé qué me espera allá afuera... sí quiero salir, pero a qué quiero salir”.
Es que, su pareja lo dejó, no pudo con la sentencia a los 13 años de estar separada de su pareja.
Y así cada interno carga con sus propios problemas, sus incertidumbres, pero todos coinciden con un único deseo: el ser libres.
Dentro de sus primeras presentaciones Caneros tuvo éxito total, una obra alabada por la comunidad artística.
Al final, los internos de mayor tiempo, despiden a los que se van y reciben a los que llegan, así es la vida, dicen, siempre se trata de empezar de nuevo, empezar desde cero.