Los 80 cumplidos
Habría deseado que fueran las puertas de Bellas Artes las que se abrieran, que sus colegas memoraran con gloriosos escritos esos montones de días vividos —que en palabras suyas no tiene mayor mérito cumplir años sino no morirse en el camino—, que las portadas de los diarios destacaran la trayectoria en su andar por el país inspirando y motivando a nuevos lectores y escritores, que sus tres tierras Torreón, Guadalajara y la ciudad de México escribieran su nombre con letras doradas en cada una de sus entradas, que la editorial publicara su obra completa... pero, como esas cosas salen de mis controles y no sé si alguna de ellas sucederá, y tampoco esperaré para averiguarlo pues a nadie le importa lo que yo desee, aquí le digo, en presencia de todos, amigos de andanzas, que agradezco haberme topado con usted, querido maestro, en mi camino.
Ese camino que bien saben los perros, que bien ladran, cuando escuchan el andar de alguien. Que bien lo dijo Rulfo en esos perros del pueblo, y que también el Quijote, y que bien saben cuándo callarse y que a veces aunque bien saben no lo hacen —que eso no lo dijo el caballero andante, creo que Sancho tampoco—, pero que bien sabemos los que todavía andamos que el camino hay que saber andarlo y mejor acompañarse, que eso ha sido usted para mí, para nosotros, un noble compañero andante. Y que en este año que celebramos sus primeros 80, quienes ahora leemos, sabemos de su andar y su camino. Agradecemos cada mañana el envío de “Un poema al día” (al día de hoy, entrega 2075) para ir armando ese calendario poético que nos evoque otros mundos y logre salvarnos, infinidad de veces, del naufragio y de duendes malintencionados. Recuerdo mi deslumbramiento al descubrir a Fina García Marruz (entrega 1970) y la discusión que suscitó su línea: “Como Cristo a los discípulos de Emaús, cierta revelación de lo real sólo me ha sido reconocible a precio de desaparecer”, ¿lo recuerda, maestro? Que bien nos hace tanta belleza, que bien nos hace descubrir la oquedad.
Brindamos por usted y celebramos que Laberinto Ediciones recién haya publicado su libro Mentiras transparentes (ya en librerías) y que lo hayan presentado en Tabasco, esa tierra que también es suya, porque sus lectores y seguidores vibran en todos lados. Sus alumnos somos un poco la tierra donde usted ha sembrado el cariño, la motivación y la inspiración para ablandar, apenas un poco, la seca maraña que el tiempo va dejando en la imaginación, en la alegría. Gracias, maestro querido, por su tiempo, su andar, sus palabras, su paciencia, su silencio, su bonhomía, sus historias, sus anécdotas, sus honestidad, su confianza... por entregarnos y transmitirnos su amor por la lectura y la escritura, por elegir acompañarnos en este andar a veces fiero, por su vida, por sus primeros 80 años. Lo abrazo siempre con mi torpe y norteño cariño.
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