Llega ‘Aída’ a Sinaloa
La ópera de Verde se presenta como parte de la temporada de la SAS-Isic, en el teatro Pablo de Villavicencio
Una historia de amor que termina en tragedia en medio de la opulencia del mundo egipcio en una época de guerra, contaron grandes artistas a los sinaloenses en el estreno de la ópera Aída, de Giuseppe Verdi.
En esta espectacular producción de la Sociedad Artística Sinaloense y el Instituto Sinaloense de Cultura, que se presentó como parte de la Temporada anual, ante un público que llenó el teatro Pablo de Villavicencio, más de 200 artistas en escena, trasladaron a los sinaloenses al mundo egipcio.
La Orquesta Sinfónica Sinaloa de las Artes, el Taller y Coro de Ópera de Sinaloa, el Coro Guillermo Sarabia de Mazatlán, la Compañía Folclórica Sinaloense, la Compañía Danza Joven y Delfos Danza Contemporánea, dirigidos musicalmente por Enrique Patrón de Rueda, y escénicamente por Luis Miguel Lombana, revivieron la historia Aída y Radamés, y el triángulo amoroso que vivieron con Amneris, llena de amor pero con un final trágico.
Esta ópera en cuatro actos, con libreto en italiano de Antonio Ghistanzoni, se basa en unas notas de Auguste Matiette (1832-1903), reelaboradas por Camille du Locle (18322-1903) y se estrenó en El Cairo, en el Teatro de la Ópera, en diciembre de 1871. En México se presentó por primera vez en 1877.
En la primer función participaron la soprano Yunet Lagunas como la esclava Aída; el tenor italiano Darío Di Vietri como Radamés; la mezzosoprano Oralia Castro como Amneris; el barítono Genaro Sulvarán como Amonasro, rey de Etiopía, con ellos se alternan en otras funciones la soprano Yamel Domort, el tenor Octavio Rivas, la mezzo Rosa Muñoz y el barítono Óscar Velázquez, respectivamente.
También el bajo-barítono Rodrigo Urrutia, como el Rey de Egipto; el bajo-barítono José Luis Reynoso como Ramfis, el Sumo Sacerdote; la soprano Laura Leyva, Suma Sacerdotisa, y el tenor Iván Valdés Mensajero.
Músicos, cantantes, bailarines, actores, solistas de primer nivel, en su mayoría sinaloenses recrearon el Egipto de los faraones, en una gran producción que contó con el apoyo del Estímulo Fiscal a Proyectos de Inversión de las Artes, la Ópera de San Diego y el Teatro Bicentenario Roberto Plascencia Saldaña.
Aída es una esclava etíope y Radamés un capitán de la guardia y se enamoran, en una época en que Etiopía y Egipto están en guerra y pertenecen a dos pueblos enemigos. Además, su amor está amenazado por la princesa Amneris, que también está enamorada de él y entonces lo obligan a luchar en la guerra entre ambas naciones.
En medio de ese dilema de elegir entre el amor por Aída o su deber a la patria, Radamés elige escapar, pero es descubierto, acusado de traición y condenado a morir sepultado en vida.
La historia comienza en Menfis, Egipto, cuando un mensajero llega a la corte anunciando que los etíopes están atacando los territorios egipcios. Radamés desea ser elegido para liderar el ejército que se enfrentará a los invasores y regresar triunfante pra dedicar su victoria a su amada Aida, esclava etíope al servicio de Amneris, quien sospecha del romance.
En el siguiente acto, llega la noticia del triunfo de Radamés y un grupo de esclavas preparan a Amneris para recibir al héroe, pero ante su sospecha, inventa a Aída que éste ha muerto y ella no puede ocultar su dolor. Entonces le informa que en realidad está vivo y que ella también lo ama y le declaran venganza.
A su llegada, Radamés es recibido con la corona triunfal de manos de Amneris y pide clemencia para los esclavos, entre ellos Amonasro, padre de Aída y rey de Etiopía, que viene encubierto como prisionero.
Y al final del acto, el rey concede a Radamés la mano de su hija Amneris.
En el tercer acto, Amneris y Ramfis oran por las futuras nupcias, mientras Radamés y Aida se reúnen a escondidas. Radamés quiere que el premio de su victoria sea su libertad y su mano, pero Aída lo convence de que la única salida es huir. Y el padre de Aida que ha escuchado todo, revela su identidad y coincide en que deben escapar. Pero Amneris y Ramfis están en el templo y escucharon todo, descubren el aparente complot, y Radamés se entrega.
Y en el último acto, Amneris que todavía ama a Radames, intenta salvarlo de la muerte. Pero Radamés es juzgado, declarado culpable y condenado a ser enterrado vivo. Y cuando lo dejan en su sepultura, se reencuentra con Aída, con quien comparte el amor más grande que se irá a la eternidad.
El público reconoció de pie al elenco.