Las nuevas generaciones de mujeres vemos el mundo de otra manera: Minerva Reynosa

Héctor Guardado
08 marzo 2020

"La poeta ganadora del Premio Clemencia Isaura 2020 rompe las etiquetas, los estereotipos y los prejuicios que asfixian la libertad no solo de las mujeres"

MAZATLÁN._ Minerva Reynosa, la ganadora del Premio Nacional de Poesía Clemencia Isaura, es una mujer de una poesía provocadora... Su poema ganador del galardón de los Juegos Florales se llama Iremos que te pienso entre las filas y el olfato pobre de un paisaje con borrachos o ahorcados.

La poeta regiomontana que reside actualmente en Guanajuato es congruente con lo que piensa y lleva esa actitud provocadora a su imagen, decide cortarse el pelo muy corto para romper con un elemento que históricamente define a las mujeres, el pelo largo.

Se aleja de ese estereotipo femenino y también de los vestidos y de las faldas, con su actuación cuestiona las limitaciones que le impone al ser humano la etiqueta de los géneros masculino y femenino.

Reynosa va más allá y propone en la literatura, específicamente en la poesía, que es lo suyo, otra manera de ver el mundo, diferente a la que las escritoras anteriores a su generación: Ángeles Mastreta, Rosario Castellanos, Elena Poniatowska, a las que en sus textos se evidencia su género.

La poeta ganadora pertenece a la generación de mujeres nacidas en las últimas tres décadas del siglo pasado: Fernanda Melchor, Valeria Luiselli, Brenda Navarro, Guadalupe Nettel.

Poetas que crecieron leyendo una literatura que cuestiona y relata la realidad desde una visión en la que no existen géneros, es una generación de mujeres que creció alrededor de una lucha permanente de la mujer por la equidad de los géneros.

“Nacimos en los 70 y 80, hemos leído una variedad de textos que nos permitió leer el mundo de una manera diferente, mucho más amplia que las generaciones de mujeres que nos antecedieron.

“Aunque escribamos poesía leemos todo tipo de textos literarios y eso ha hecho que nos permitamos experimentar, utilizar lo que nos conviene de la prosa, del ensayo y mezclar”, comparte.

La poeta explica que pertenece a una generación de mujeres y hombres que han aprendido a leer de una manera distinta los diferentes géneros.

“No somos el tipo de mujeres convencionales que creen que son mujeres porque nacieron con genitales femeninos”, expresa. “Somos mujeres porque socialmente nos hemos nutrido de una información que nos ha hecho replantearnos el concepto de ser mujer en el Siglo 21”.

Esta generación de mujeres mexicanas pertenecen a la amplia clase media, han tenido acceso a estudios superiores y se sienten más comprometidas con el desarrollo del ser humano y la sociedad, personas con voz y voto.

“Hemos tenido acceso a la universidad, nos acostumbramos a tener voz dentro de la familia y en el contexto de la escuela y las aulas universitarias”.

La poesía mexicana del Siglo 20 escrita por mujeres y muchas del Siglo 21, precisa, es sobre la contemplación, la serenidad de los temas ontológicos que persiste hasta nuestros días.

“Pero la que están haciendo la poetas contemporáneas está respondiendo a la época, al dolor, a la violencia, la escritura de las mujeres está tratando de romper con las tensiones de poder y dominio del sistema patriarcal que le ha dicho a la mujeres ‘no hagas’, ‘no digas’, en mi caso la poesía ha sido un privilegio y un lugar que me permite ser yo, sin restricciones”, señala.

“Aprendí de mis maestros lo importante que era replantearse el género, el ser mujer, nos preguntaban desde qué perspectiva vas hablar en tus escritos, desde tu ser mujer o desde un ente social, cultural, político, sensible a lo que está sucediendo”.

Reveló que algunos de sus primeros libros los firmó con nombre de hombre porque el mundo de la literatura en México estaba muy masculinizado.

“Ahora no solo hay dos etiquetas para definir el género, además de masculino y femenino, las personas piden que les llames posh, lesbianas, homosexual, it, esa realidad nos ha obligado a replantearnos la forma de ver los géneros y cómo escribimos nuestros textos”, dijo.

“Nuestro deber ético y moral como mujeres es escribir para sacudir conciencias, porque históricamente hemos sido ninguneadas, marginadas”.

 

De la ilusión a la frustración

La poeta Minerva Reynosa asegura que los años 90 fueron cruciales para su formación y tiempos de una intensa decepción.

“Nos decían que la vida sería mejor, íbamos a ser un País del primer mundo, nada de lo que nos dijeron fue verdad, aprendimos a tener prejuicios con las frases que nos repetían las mamás, ‘no salgas con tu domingo siete’, ‘dile que el que quiera azul celeste que le cueste’”, comparte.

La escritora asegura que en los 90 comenzó a experimentar una rebeldía que la llevó a tomar sus propias decisiones.

“Te llenaban de telarañas la cabeza, inculcados desde la Iglesia católica... el libro con el que gané el Clemencia Isaura son poemas de memoria familiar, me voy a los 90 porque fue el momento en que empecé a tomar conciencia de que podía tomar mis propias decisiones.

“Experimenté con ser grunge, fui una adolescente rebelde, en los 90 está mi primer recuerdo de que inicié a ejercer posturas políticas, sociales, empecé a probar la sensación de libertad de pensar y hacer”.

Para su generación, esa ilusión en un futuro mejor se basó en que México entraría en el primer mundo y se hizo añicos al mirar atrás, recuerda.

“Nos cuestionamos porque es una generación que tiene un grado impactante de frustración, de desencanto, el poema navega por esa sensaciones, por un recuento de una realidad que es hoy, pero que surgió en un momento específico, en una realidad que se vivió en México en los años 90”.

Y si la realidad mexicana puede dictar un comportamiento de la sociedad, siempre servirá la poesía para transformarlo.