La ley del amor

Paúl Chávez
25 diciembre 2021

¿Por qué en navidad solemos hacer cosas que parecemos olvidar el resto del año?

Temporada muy especial

Definitivamente navidad es una temporada que nos facilita sacarle brillo al corazón, convivir más con los demás, regando y abonando el bello jardín de la amistad; esa que nos anima, alegra y a ser especialmente generosos, recordando la ley suprema: la ley del amor. Quien cree y ama a su creador y al prójimo como a sí mismo, tiene más motivos de ser feliz, de sustentar su esperanza y vencer sus miedos.

Esta navidad nos ha permitido ver a quienes hace tiempo no veíamos y tener muy presentes a quienes no han podido estar en nuestra mesa, esto la ha hecho más especial. Estos días previos y posteriores, la esperanza, el afecto, la ilusión de vivir, de convivir, han suplido con abrazos tanto dolor e incertidumbre previos.

Podemos palpar con evidencia que el amor, el servicio, el interés y trabajar por los demás, le dan un hondo sentido a nuestra vida, cosa que el resto del año parece que lo olvidamos por sumergirnos en las ocupaciones, preocupaciones y desafíos de la vida. Si viviéramos como si todo el año fuese navidad desaparecerían de sopetón muchos y grandes problemas de la humanidad.

Invertimos los valores

La humanidad ha olvidado la ley del amor invirtiendo los valores haciendo que las naciones prioricen el poder y la economía como medida de su progreso y crezcan dominando a los demás a su manera y posibilidades. Definitivamente el hambre y la miseria desaparecerían en todo el mundo si se invirtiese esas sumas astronómicas de dinero mal gastado en las armas, en vez de invertirlo en tecnologías que faciliten y mejoren la calidad de vida, la salud, la educación. El progreso se aceleraría.

Debido a eso, lo social se desordenó haciendo que la política en vez de buscar el bien común, se ocupe del arte de mantener el poder a toda costa para beneficio de unos cuantos mintiendo y simulando; decía un amigo, si robas poco te encarcelan, si robas mucho te cuidan.

Asimismo las empresas e instituciones se han centrado en obtener utilidades a costa de los consumidores justificando y presumiendo con ellas su éxito. Un éxito depredador de los demás como vender alimentos y bebidas que dañan la salud, medicamentos caros que no curan y que aparentan controlar las enfermedades, bienes y servicios cuestionables, mentir en las etiquetas, ahora algunos presumen que sus quesos sí son de leche y que el atún no trae soya, rellenando de almidones y “extensores” los productos de consumo engañando a la gente y justificándose para no subir los precios.

El uso indiscriminado de las tarjetas de crédito con tasas usureras haciendo del consumo el dios y los centros comerciales sus templos, creando un endeudamiento sempiterno que impide el ahorro, la base de la inversión y de la riqueza.

El éxito individual, poseer bienes materiales, brillar socialmente aunque la fama sea efímera, como la de las redes sociales donde la idiotez entre más original más brilla, la abundancia de la vanidad y de la presunción haciendo de los “selfies” el recurso más trillado, causando que los celulares cuesten más que un refrigerador o una estufa y muy pronto se dañan y presumir que se es muy feliz.

Un salmo actual

Impacta la tremenda actualidad del salmo II escrito hace más de dos mil años ¿Por qué se han amotinado las naciones y la gente medita cosas vanas?

Esta sola pregunta nos hace ver que desde un punto de vista no hemos aprendido nada, seguimos repitiendo los mismos errores ¿Por qué?

Porque el corazón se suple por las vísceras, el afecto por el interés, el amor por el sentimiento, la entrega por el egoísmo, la inteligencia por la irreflexión, el saber por los diplomas, el éxito sin el esfuerzo, el consumo para suplir la ansiedad, la salud por las pastillas, el sabor por lo que intoxica, la comida sin nutrientes, la disciplina por la justificación, los viajes para huir de uno mismo, el éxito por la apariencia, la felicidad por las drogas, el placer por la excitación, la alegría con la borrachera, el dominio de sí mismo por los impulsos, el ocio por el aburrimiento, el poder por el dinero y las armas, la autenticidad por la apariencia, la belleza por las cirugías, el matrimonio por la compañía a corto plazo, la familia por la soledad, el vacío por la ostentación, el afán de lo material por el miedo a la vida,el sentido de la vida por el vacío existencial.

Definitivamente la navidad tiene la virtud de hacernos ver lo esencial: el amor, la convivencia y el servicio auténtico a los demás que nos sustentan como personas y permiten mantener a nuestras familias, pues el bien que hacemos por los demás regresa multiplicado. Es la ley del amor que el resto del año parecemos olvidar.

paulchavz@gmail.com