La Iglesia educadora

Presbítero Amador Campos Serrano
23 julio 2024

En la proximidad de su partida, el Maestro Jesús reunió el grupo pequeño grupo de quienes habrían de continuar su presencia en este mundo y al momento de su despedida les dio una invitación-mandato; “Vayan por todo el mundo enseñando y haciendo discípulos, el que crea y se bautice, se salvará”.

Desde su origen, la iglesia fiel a este mandato, se lanzó hasta los confines de la tierra, llevando el mensaje de su divino fundador. Ha ejercido su función de maestra en el más amplio significado del término.

El seguimiento de la historia nos revela, como dentro de la vorágine de las etapas del tiempo el papel educador de la iglesia siempre ha estado ahí presente, estableciendo, de ser necesario, desde escuelas parroquiales o comunitarias, hasta universidades, en los lugares en donde ha hecho acto de presencia.

La educación, como misión de la iglesia, está unida, esencialmente, al ser de la iglesia, en el ejemplo de su fundador, porque la evangelización es ya en sí un mensaje educador, encaminado a transformar el mundo y sus estructuras, a fin de hacerlo un lugar en donde sea posible la paz y la justicia, en el amor entre todos los hombres y su entorno.

Descuidar la tarea educadora, es descuidar la misma misión de la iglesia, en su parte esencial, es no entender el mandato de Jesús y su ejemplo, es negarse a seguir sus pasos.

Todo cristiano, por el hecho de serlo, es un misionero, es decir, un enviado para llevar el mensaje de Jesús, haciéndolo vida, desde el interior del hombre. No puede llamarse cristiano o pretender serlo, quien no lleva en sí esta misión, porque esta es su esencia y su identidad.

“En toda ocasión y sin ella”, así esboza el apóstol de las gentes su compromiso evangelizador, una tarea que exige todo nuestro ser y todo nuestro tiempo, el cristiano es un evangelizador en cualquier lugar en donde se encuentre, su sola presencia debe ser ya un mensaje de Jesús.

Íntimamente unida a la evangelización, viene la tarea educadora, en el ser y quehacer de la iglesia, el cristiano es también un educador, comprometido esencialmente con la enseñanza, en todas sus manifestaciones, desde el campo informal, es decir, desde los conocimientos desarrollados en la cotidianidad de la vida, hasta la enseñanza formal; la educación ofrecida en instituciones organizadas para tal fin.

Loable es la actividad docente de muchos cristianaos, en la enseñanza impartida desde las aulas educativas, contando con la ayuda de medios y de recursos tecnológicos, llevando a cabo la misión de formar a la persona. La iglesia consciente de su papel en la transformación de la humanidad, no ha dudado, desde sus orígenes, en introducirse en el campo de la educación formal, queriendo dar respuesta a su mandato inicial.

Depositada en la fragilidad de seres humanos, la misión de la iglesia, aún con deficiencias humanas, continúa el impulso de la misión evangelizadora convirtiéndola en una tarea de enseñanza y aprendizaje, muchas veces ha sido ella misma quien guía los primeros pasos en el camino de la educación contribuyendo, con ello, al establecimiento del reino de Dios entre nosotros.