La guadalupana de México y la guadalupense de España

Presbítero Amador Campos Serrano
17 diciembre 2024

“Como me gustaría haber conocido la Virgen de Guadalupe de España antes de ir al Tepeyac, así había entendido mejor el culto de los mexicanos”, con estas palabras el Papa Juan Pablo II se expresó al referirse, en su visita a Extremadura, España, ante la imagen de la Virgen venerada en ese lugar.

Con similitudes y diferencias ambas imágenes encabezan un culto que trasciende las fronteras de ambos países llevando un mensaje evangelizador capaz de permear el ambiente cultural del lugar a donde llegan.

Un rasgo común del origen de estas devociones es la solicitud-mandato fue la difusión de su presencia, encomendándosela a personajes de condición humilde, en el caso español a hombre de campo, como lo era Gil Cordero y en el caso mexicano a un hombre de raza autóctona de nombre Cuauhtlatoatzin, conocido como Juan Diego.

El origen de la historia de la imagen mexicana del Tepeyac es de sobra conocida por la mayoría de los mexicanos, así como su impulso unificador en esta tierra y en todo el continente americano desde un mensaje de liberación basado en el amor materno en una continuidad, en el tiempo, de la promesa sentenciada en el protoevangelio.

La historia de la devoción a la imagen de Guadalupe en España, allá conocida como guadalupense, aunque con algunas diferencias, también tiene similitudes en cuanto a su mensaje, propias de su ambiente cultural, en el entorno histórico en donde se encuentra.

Según la leyenda, esta imagen fue construida por el mismo evangelista san Lucas, originalmente era venerada en Acaya y por el Bizancio. Más adelante el Papa Gregorio Magno la donó a san Leandro, obispo de Sevilla.

En el año 711, ante la invasión musulmana los cristianos la depositaron en una caja la cual, para protegerla de una profanación, fue enterrada, cerca del río Guadalupe.

En el Siglo 12, un vaquero de nombre Gil Cordero, que buscaba una vaca que estaba extraviada, la encontró, pero ya muerta, decidió recuperar su piel y haciendo una cruz en su estómago, el animal revivió, este prodigio lo interpreto como una señal y empezó a cavar, hasta encontrar la caja donde estaba la imagen.

Fue al pueblo para informar al presbítero, para entregare la imagen, pero este no creyó la versión, pensando que era una exageración y un invento de Gil Cordero.

Decepcionado regresó a su casa y encontró a su hijo muerto y le pidió a la virgen su intercesión y en ese momento su hijo volvió a la vida, por lo cual en la gente dio inicio su veneración.

Gil construyó una ermita en el lugar donde después se construiría el Real Monasterio de Santa María de Guadalupe, hoy patrona de Extremadura.

Finalmente, el nombre Guadalupe, procede del árabe, significa cauce de río y tanto en España como en México nos convoca a una unidad inculturada en todos los hombres bajo el abrazo amoroso de la madre del Dios por quien se vive.