La desintegración familiar
Cuando se desvincula lo emocional de lo familiar y al confundirse la esencia del matrimonio, hay serios problemas.
Cruzar la línea
Por centurias hubo la arraigada creencia entre los marineros de no ir más allá de una línea imaginaria al oeste del Atlántico, si lo hacían se expondrían a serios peligros y a monstruos marinos, hasta que Colón desafío la creencia y todo cambió radicalmente.
Nuestra sociedad hace décadas cruzó una línea de advertencia de la que poco se habla mientras la atención se ha enfocado en muchos otros temas pero éste es de importancia capital.
De todos los temas claves, el de las emociones es de los más relevantes, ellas son el sustento de la felicidad o infelicidad personal, pocas cosas importan tanto ya que muchas de las motivaciones y conducta buscan la felicidad, al menos como cada uno la entiende.
Las emociones son el sustrato que sostiene y balancea la personalidad, las perturbaciones emocionales afectan a la persona y a quienes le rodean, basta una persona alterada o de mal humor para afectar a otros donde vaya, lo vemos diario en el tráfico, en la violencia.
El orden del amor
La familia ordenada en el amor crea las condiciones para criar buenos hijos y ciudadanos, puede haber mucho amor pero debe ordenarse, empezando con el respeto entre los cónyuges, el de los hijos a sus padres y luego entre los hermanos; este desorden crea problemas.
Lo que daña el núcleo familiar suele afectar profundamente a las personas, los pleitos entre los que se quieren son los peores, así como las guerras civiles, se requiere mucho amor para contrarrestar esas heridas, para perdonar y corregir.
La familia es escuela
Es en la familia donde se aprende lo vital para enfrentar la vida, la moral para corregir la conducta, la felicidad está íntimamente vinculada a lo moral, es decir, cuando la conciencia arrecia se pierde la paz, se perturba el corazón donde emanan los malos pensamientos y las acciones torcidas.
La violencia salvaje creciente que arrastramos revela en el fondo profundas crisis y desórdenes emocionales. Es en la familia donde la moral se aprende con el ejemplo, ninguna escuela puede suplir las carencias emocionales ni morales de los hijos, se nota en su desempeño escolar, ni siquiera mil policías por barrio ni mil sanciones pueden impedir lo que la moral sí puede. Lo moral es insustituible y esto lamentablemente se está perdiendo por la confusión de los valores.
El tejido social
Teniendo muy claro esto resulta que todo lo que afecta y daña el núcleo familiar, daña y descompone el tejido social y si no se corrige, al país entero. Y sucede: más del 80% del territorio nacional ya es narco. Las políticas públicas no pueden reparar los daños emocionales, las carencias afectivas ni los desórdenes morales, eso no les compete pero pueden ayudar o a empeorarlo. Es decir, los padres, los abuelos, los parientes cercanos, los amigos, ejercen una influencia insustituible, eficaz, silenciosa y muy poderosa. Nada suple la familia ni al afecto.
Sí que quiere mejorar a la sociedad efectivamente empecemos con la familia y si se quiere destruirla ataquemos a la familia. Y justo esto último es lo que está sucediendo y de manera virulenta, viene incluso de organismos internacionales prestigiosos que están sembrando la confusión. Esto merece otro tema.
Es demasiado serio el asunto para permanecer indiferentes, para no tomar acción. La felicidad de los padres está vinculada a la felicidad de los hijos y de los nietos, ellos están pagando los platos rotos de las omisiones paternas y de la falta de cercanía de los abuelos, viven inmersos en el relativismo cultural y en la falta de valores y esto se combate estando cerca, con la confidencia y con el buen ejemplo.
Ahora se valora lo que no tiene valor, se propaga lo banal y el mal gusto, basta abrir la página de Microsoft noticias para ver la cantidad de estupideces publicadas. La confusión está entrando por los ojos, por las modas en las redes, la adicción a las pantallas está logrando una generación idiota carente de pensamiento crítico, en la universidad no se enseña a pensar lo hemos visto en las maestrías.
¿Qué daña a la familia?
Más que atacarla, una forma de dañarla es debilitarla y borrarla del mapa empezando con confundir la esencia del matrimonio, la institución más antigua y seria de la humanidad.
Cruzamos la línea arriba mencionada al desacralizar el matrimonio, al no orientarlo a la procreación y educación de los hijos, al reducirlo a una mera unión sin compromisos de por vida, al desvincularlo de la naturaleza que requiere de un hombre y una mujer.
El matrimonio no es la simple unión de dos personas como pretenden legalizarlo, esas leyes son perversas y nos afectan a todos.