Fe y creencias: navaja de doble filo

Paúl Chávez
13 julio 2024

Por la fe damos saltos pero las creencias también pueden limitarnos, superarnos o hacernos perder la fe, la cuestión es ¿En qué crees realmente?

Firmes en la vida

Si observamos bien, la vida no puede darnos las respuestas a las más profundas inquietudes ni anhelos, ni toda la seguridad para mantenernos firmes ante las tempestades; además la razón, el ánimo, la voluntad, los sentimientos, nos mueven a buscar respuestas para encontrar la escurridiza paz que tanto necesitamos sustentada en verdades indubitables.

Los 3 pilares de la vida

Si observamos, la vida depende humanamente de 3 pilares fundamentales para su estabilidad y progreso: la fe, la esperanza y la caridad. Cuando le quitas una, empieza a cojear. Con la falta de fe se instala el miedo, el temor a sufrir, la superstición, la desconfianza, estar dudando y cuestionando, un fuerte afán de poseer bienes materiales para “asegurarse”, inseguridad, controlar a la gente, entre otras cosas.

Con la falta de esperanza entra la amargura, la resignación, la preocupación habitual, la desmotivación, la adicción, el cansancio moral, la mirada se vuelve ausente, la rutina cala la conducta afectando emprender e innovar, entra la angustia porque la vida empieza a perder sentido y pensar en la muerte produce un vacío difícil de masticar.

Con la falta de caridad el corazón se vuelve insensible al dolor ajeno, cala el egoísmo, se instala el aislamiento viviendo acompañado, se puede volver miserable aunque se nade en riquezas, el abusar y usar a los demás, se violenta el corazón maldiciendo, chismeando o dañando al prójimo; se maltrata a quienes más se quiere y a uno mismo y el amor se apaga como una vela enfriando el alma.

Estas 3 virtudes llamadas teologales no son juegos ni futilidades bien intencionadas, giran en torno a Dios y son regaladas, no dependen de nuestro conocimiento ni mérito. Así como el ojo está hecho para ver, el intelecto está hecho para conocer la verdad y el corazón para amar y sentirse amado, el hombre necesita de ellas para sostenerse.

Y justo aquí se abre el dilema histórico: el hombre se inventa a Dios, a muchos dioses, idolatra cosas o... se abre a Él viendo la perfección de la creación.

¿La sola razón puede creer en Dios?

Sí y no. Sí, en creer racionalmente en un Ser supremo que se subsiste a sí mismo, si fuese creado por otro no fuese Divino ni causa primera de todo lo existente por quien todas las cosas son, Aristóteles le llamó el “Motor Inmóvil” 4 siglos antes de Cristo.

No, porque la razón por sí sola es insuficiente para creer en un Dios tan misericordioso y cercano que procura siempre nuestro bien y respeta nuestra libertad. Pero aclaremos, “la certeza fundamental de la Fe católica no es racional, es de Fe”. La fe sobrenatural no viene del raciocinio aunque hay razones lógicas y sustentos para creer, Dios, al ser perfecto, no puede mentir ni mentirnos, además nos reveló parte de su intimidad y divinidad, imposible para la razón saberlo.

Agustín de Hipona complementa “creo para comprender y comprendo para creer mejor” y Pablo de Tarso remata “es pues, la fe la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve” pero advierte “la fe es un don gratuito que hace Dios a cada persona, al ser voluntario el acto de fe, también puede perderse voluntariamente”, si uno se resiste la fe no entra. Agustín al profundizar en esto añadió “Dios que te creó sin ti, no te salvará sin ti”.

Creencias limitantes

Algunas creencias pueden impedir la fe religiosa o suplirla por otras. La creencia de que todo es materia, de que solo existe la realidad sensible, negando la evidencia y el conocimiento racional, ambas sustentan el paradigma marxista de que “la fe es el opio de los pueblos”, en tan limitadas creencias epistemológicas y de la vida imposible que la fe religiosa encaje.

La fe está por encima de todo tipo de creencias, algunas se creen superficialmente, otras toda la vida y otras las inventamos, Henry Ford dijo “si crees que puedes, estás en lo cierto, si no, también”. Al descubrir su falsedad nos liberan. Otras creencias nos empoderan aunque sean subjetivas creando nuevas realidades como la hipnosis.

La cuestión es que podemos elevar a creencias simples conocimientos o pensamientos por costumbre o ignorancia, que nada tienen que ver con la fe religiosa sustentada en la revelación y en la tradición.

¿Dios injusto o misericordioso?

Sin embargo aun creyendo, reducimos a Dios al tamaño de nuestros conceptos, ese Dios injusto que no impide calamidades ni tanto mal ni tantas guerras en realidad solo existe en la mente. Además solemos confundir creencias con opiniones, y elevamos las opiniones a creencias, por eso tantas discusiones sin salida.

Distingamos: las creencias pueden giran en torno a posibles certezas. La fe religiosa gira en torno a verdades reveladas. A Dios no se le inventa: se le descubre con el don de la Fe.

Joseph Ratzinger expresa “la Fe es la adhesión a un Tú que me da esperanza y confianza. Nuestra mente y corazón dicen su propio Sí a Dios. Este Sí transforma la vida, abre el camino hacia una plenitud de sentido, la hace nueva, llena de alegría y de esperanza fiable”. Esta Fe nos transforma.

paulchavz@gmail.com