FACTOR HUMANO: Despertemos la conciencia

Paúl Chávez
26 diciembre 2020

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El 2020 pasará a la historia como el año de la conciencia y de la inconsciencia. El ‘bicho’ vino para enseñarnos pero aún nos resistimos a aprender lo esencial: saber vivir y convivir.

La conciencia de lo simple

Estamos tomando conciencia de la etérea fragilidad de la vida sorprendiendo a quienes mucho y nada se cuidan, de agradecer profundamente el simple acto de vivir, de que necesitamos menos cosas para ser felices valorando más las simples y sencillas, como tener pan en la mesa, estar sanos y haberse recuperado pasando la angustia de las terapias intensivas donde se palpa el drama de la vida.

Parecía que la vida dependía mucho de nosotros, que teníamos el control. Parecía que acumular bienes, tener éxito, estudios, era suficiente. Parecía que abusando de nosotros mismos, de los demás, de la dieta, de la naturaleza, de no respetar la vida, a los nonatos, no pasaba nada. Y sí pasa: tiene consecuencias. Es una ilusión pensar que ser libre es gratuito.

Parecía que estábamos seguros con los avances de la ciencia. Desconcertados clamamos por las vacunas, pero ellas no nos salvan de la inconsciencia, ni de someternos a la realidad, ni de ajustar nuestros actos al amor y a la justicia, ni siquiera de querernos de verdad.

Joaquín Sorolla Una Investigación.

El bien se multiplica

Cuando alguien busca dentro de sí mismo la verdad contagia a los demás. Cuando alguien hace el bien se multiplica. Hay ciudades ordenadas y las hay violentas, son la suma de las acciones individuales, reflejan lo que hay en el corazón de cada uno. ¿Estaremos aprendiendo lo que significa la conciencia solidaria y las consecuencias de ser ignorantes y egoístas?

Si tú te corriges salvas a muchos ¿No lo crees? Pregúntale al bicho: bastó uno para infectar al mundo.

En Navidad palpamos que el amor es lo más contagioso, aun los enemigos se abrazan este día, después por la confusión de sus corazones y obedeciendo órdenes de locos vuelven a matarse. Unos creyéndose valientes trafican drogas para ser notables comprando lujos que no impiden la pronta sepultura, creen que solo a los demás les pasa. El que envenena se envenena y ‘el que a hierro mata a hierro muere’.

La auténtica alegría es interior, no necesita de ruido, solo los inteligentes no disparan al aire salvando a otros. Los sensatos celebran abrazados de quienes aman, no necesitan presumir nada, saben quiénes son.

La conciencia nos salva

Agradezcamos sentirnos mal cuando actuamos mal, o deberíamos ir con el veterinario. Cuando cada uno se da cuenta de que exponía su vida y la de los suyos por estupideces para y rectifica. La conciencia tiene la fortuna de mostrarnos la realidad a tiempo, aunque duela; no vaya a ser que muera intoxicado de plomo en un instante sin darse cuenta y sin arrepentirse.

En un curso de sanación vi arrodillarse a un hombre recio ante su propia conciencia que le hacía vomitar las almas que debía casi en secreto, cada alma salía en sollozos de su corazón con sumo pesar pues no hay manera de repararlo. El mal que provocamos deja huecos en el corazón, a veces lo endurece otras lo seca. Entonces se vive muerto sin darse cuenta y deambula como zombi.

J. Sorolla La Hora del baño.

Bendito el dolor

Este despierta la conciencia. Cuando aprendemos que las lágrimas purifican la mirada empezamos a ver claro y a soltar ese lastre que impedía dar el viraje en nuestras vidas. Cuando sentimos que el corazón se rompe palpamos nuestra fragilidad. Lo opuesto, cuando abusamos de los demás sintiéndonos poderosos. Hay personas tan débiles que necesitan de un arma para sentirse poderosos, de dinero para sentirse que son mejores, de un puesto o de diplomas para sentirse superiores.

Al perdonarnos abrimos espacio para la misericordia, para que entre el amor y nos salve.

En las fiestas decembrinas al dar y recibir amor nos sentimos bendecidos. Entonces entra la paz, en ella florece el bien a los que tienen buena voluntad. El mal crece en el conflicto y en el desamor. Mientras más nos perdonamos más nos liberamos. Esta es la auténtica libertad, la que quita la venda de los ojos, desata las manos, la que redime el corazón y abre los brazos.

La ‘ten panza

El desorden en el comer, beber, en el sexo, incluso en las cosas lícitas que nos gustan, puede revelar varias cosas: una honda insatisfacción que clama ser saciada; algo irresuelto inconsciente; algo que se esconde por doloroso; la fuerza del hábito aprendido; una reafirmación personal al hacer lo que nos da la gana, y cierta evasión de la realidad que provoca la saciedad o la embriaguez y al entretenerse justificándonos. El hartazgo es bueno cuando quema y no soportamos continuar. Entonces miramos arriba del pozo buscando la salida.

Necesitamos menos de lo que creemos, el sentido de carencia y la angustia ocasionan compras compulsivas y endeudarse. El bicho nos está enseñando lo básico para vivir y ser felices ¿Hasta cuándo lo entenderemos? Entonces habrá cumplido su misión: despertarnos.

paulchavz@gmail.com