‘Es identidad regional el fenómeno de la banda sinaloense’
El departamento de Estudios Culturales de El Colegio de la Frontera Norte realiza el conversatorio ¡Que me siga la tambora!, Historia, colonización, resistencia y mediatización de la banda sinaloense
Reconocer a la banda sinaloense como una manifestación de gran arraigo tanto en Sinaloa como en el noroeste de México, que sirve como identidad mediática en la industria cultural, fue una de las conclusiones que se escucharon en la charla ¡Que me siga la tambora!, Historia, colonización, resistencia y mediatización de la banda sinaloense.
En el evento organizado por el departamento de Estudios Culturales Colegio de la Frontera Norte, su representante Miguel Olmos Aguilera, afirmó además que así como hay otros géneros musicales como el son jarocho en Veracruz, el mariachi en Jalisco, y de otras regiones del país, la banda es una tradición profundamente mestiza.
Lo anterior fue expuesto en la charla en la que participaron también Helena Simonett, de la Universidad de Ciencias y Artes Aplicadas de Lucerna; César Jesús Burgos Dávila, de la Universidad Autónoma de Sinaloa; Igael González Sánchez, Estancia posdoctoral, del Colegio de la Frontera Norte; Isaac Aranguré Valdes, de la Casa Productora Tumbleweed; y Adrián López Ortiz, consejero de la Organización Artículo 19 y Noroeste Media.
Durante el diálogo, los participantes hicieron un breve recorrido por el origen y el significado la banda sinaloense a lo largo de los años, el origen de esta tradición y cómo desemboca en una industria cultural que se fragua a finales del Siglo 20, sin dejar de lado el reciente conflicto con los hoteleros de Mazatlán con las bandas que se pasean por el malecón.
Olmos Aguilera detalló que a diferencia de las bandas de Oaxaca, en donde hay un componente indígena importante, la banda sinaloense es una tradición profundamente mestiza, con sus excepciones sobre todo en la frontera norte y en algunas bandas donde participan personas no tan mestizas.
Resaltó que le ha dado un sello particular de identidad regional, y en el Noroeste del país la población dado el mestizaje histórico, ha sido diferente al que se ha dado en el centro de México, o al que se ha dado en el sur del país.
Helena Simonett abordó el conflicto que se vivió entre los hoteleros y los músicos que tocan en las playas de Mazatlán, donde se les prohibió hacerlo también en determinadas avenidas. Afirmó que no es nada nuevo, pues en la historia de la banda o la música plebeya ha estado llena de solicitudes y prohibiciones a base de prejuicios sociales y estéticos.
Simonett compartió que la banda de metales de Europa fue introducida a cada colonia en el extranjero como uno de los productos de exportación cultural más importantes del Siglo 19, que con el tiempo fue adaptándose y transformándose a medida que echaba raíces en su nuevo entorno.
“En 1889 en Norteamérica, no había un pueblo en la sierra que no tuviera una banda o dos, que desfilen por las calles una vez a la semana, haciendo sus interminables rondas con su música y sus ruidos, jalando multitudes a su paso”, detalló.
“Pese a la queja de la gente cultivada sobre el persistente ruido cacofónico, la sobrevivencia común y económica, dependían mucho de las exigencias de los excéntricos lugareños, donde la costumbre de contratar una banda para pasear con ella por la calle, es hasta la fecha una práctica que se sigue realizando por sinaloenses de clase rural y trabajadora”.
Isaac Aranguré manifestó en su participación que actualmente se está realizando un documental donde se está abordando el fenómeno de la banda sinaloense.
En su charla, Aranguré destacó que la lucha, la resistencia a la que se ha enfrentado la banda sinaloense no es nada nuevo, misma que tiene 200 años, hablando de Mazatlán, lugar considerado la cuna de la banda en México.
“El estilo de banda sinaloense que se dio en Mazatlán fue el que trascendió como el fenómeno musical que todos conocemos, esto es algo que hemos encontrado en nuestra investigación, donde bandas tan viejas en el estado como la de Los Hermanos Rubio en Mocorito, reconocen el empuje y el auge que significó Don Cruz Lizárraga de Banda El Recodo para volverlo un fenómeno primero nacional, y luego internacional, hasta llegar a un nivel mundial”, destacó Aranguré.
Agregó que dentro de la cultura sinaloense se encuentra la banda, aspecto importante para todos los que son de Sinaloa, representando esto su propia cultura, a la que hay que abrazar, reconociendo toda la lucha que ha enfrentado en el camino, saliendo avante ante todo tipo de crisis que sufre el estado, misma que se ha visto reflejada a través de la música de banda, de sus notas, de sus letras tan cuestionadas a veces, pero que ahí están, por lo que hay que defenderlo.
Adrián López Ortiz, otro de los expositores invitados, compartió en su participación que en los últimos dos años han intentado adentrarse a este mundo de la banda sinaloense a través del documental que se está preparando, analizando un fenómeno que hasta hoy en día sigue dando de que hablar.
Señaló que a raíz del documental de A qué sabe Sinaloa, donde se muestra lo mejor de la gastronomía sinaloense, también el objetivo de esto era mostrar la banda y todo lo que hay detrás de ella.
“Cuando hablamos de la banda, había que hablar de las bandas, porque hay una gran música detrás de ella, que tiene un ensamble peculiar, pero que ha tenido una gran evolución en lo que toca hoy en día”.
Dijo que fue la tecnobanda la que logró sacar a la banda de Sinaloa, la que realidad populariza el género en Estados Unidos para volverlo una cultura pop, una música para que bailara la gente de todo el mundo.
“Don Cruz Lizárraga fue quien internacionalizó la banda, y en esta etapa aparecen las grandes bandas que han hecho de la música de banda una industria que va más allá de las bandas que tocan en las playas de Mazatlán o en cualquier otra playa”.