El realismo mágico es solo una etapa en la obra de García Márquez, asegura Juan Villoro
El Nobel colombiano es un autor que no se repitió, que asumió riesgos y tuvo una extraordinaria versatilidad, dice
En la obra del escritor Gabriel García Márquez el realismo mágico es solo una etapa que inició con Cien años de soledad, continuó con La increíble y triste historia de la cándida Eréndira y su abuela desalmada y terminó con El otoño del patriarca, apuntó Juan Villoro.
Es una etapa, un aspecto dominante, agregó, luego escribió libros en otros registros, aunque haya vasos comunicantes y sería un error encasillarlo, pues fue un autor que no se repitió.
La fama, aseguró Villoro, es una etiqueta que hace que se conozca a la gente por un rasgo o virtud y García Márquez quedó asociado al realismo mágico.
“Es una simplificación pensar que estamos ante un autor que siempre está rodeado de nubes de mariposas amarillas, que son una mitología reductora que lo persiguió, pero es un escritor con muchas vertientes más de las que se puede pensar”, dijo.
“Es un autor que no se repite, que asumió tantos riesgos, incluso siendo ya mundialmente reconocido, vale la pena ver todos estos cambios y esta extraordinaria versatilidad”.
Durante el taller Gabriel García Márquez, De la crónica a la ficción, organizado por la Casa Estudio Cien años de Soledad, Villoro aseguró que aunque la fama le llegó después del Nobel, él era ya un escritor consumado que había escrito novelas, cuentos y relatos excepcionales.
“En su obra, Cien años de soledad representa una ruptura, un cambio de un estilo, aunque continúa con algunas de las líneas que había explorado”.
El también periodista mexicano recordó que en el proceso de preparación de la novela fueron importantes las pláticas que tuvo con amigos, como cuando en septiembre del 65 cuando ya la tenía en mente, asistió a una lectura de Carlos Fuetes en el Palacio de Bellas Artes, de algunos fragmentos de Cambio de piel, que trabajaba en aquel momento, y al final fueron a casa de Álvaro Mutis y en el trayecto, encontró un “oído cómplice”.
“María Luisa Elio, escritora y actriz, empezó a escuchar su novela y fue su escucha perfecta. A ella le contó de algunas audacias que no había escrito en ninguna novela, era una escucha privilegiada a la que le confiaba mucho y ella le decía ‘si sigues escribiendo así será la locura’”, compartió.
“Ese es el origen mítico de la famosa dedicatoria de Cien años de soledad, durante mucho tiempo ambos estuvieron oyendo fragmentos de la novela, muchas veces contado”.
Villoro recordó que García Márquez decía que tenía una novela paralela que iba contando a sus amigos para tranquilizarlos y decir que estaba haciendo algo, y otra muy diferente era la que realmente estaba escribiendo.
“Cuando finalmente concluyó Cien años de soledad se la mandó a Mutis y éste le dijo: ‘Cómo es posible que me hayas contado otra novela, lo bueno es que ésta es mucho mejor’. Pero probablemente hay mucho de fantasía, porque a decir de la propia María Luisa Elio, algunas de las escenas famosas de la novela las conoció oralmente y le dio confianza a García Márquez a seguir ese camino que era audaz de transformación, ruptura y radical”.
Inspirado por dictar el taller, justamente en la que fue la oficina de García Márquez, donde escribió Cien años de soledad, Villoro leyó y compartió algunos datos alrededor de esta obra.
“Aquí se fraguó la novela, a lo largo de 18 meses estuvo encerrado en este sitio, con su gusto por las estadísticas calculó que había fumado 30 mil cigarrillos y había adquirido una deuda de 120 mil pesos de entonces, de 1965, y lo más importante: de aquí salieron mil 300 cuartillas, que una vez corregidas, quedaron 490”, subrayó.
“Es un dato interesante porque Cien años de soledad es una novela total, cosmológica, la creación de una saga gigantesca, de varias genealogías, 100 años de historia como mínimo, porque se alude a cosas que ocurrieron mucho tiempo antes y se prefigura el futuro. Es todos los tiempos, una especie de gran Aleph donde se condensa el universo entero y existe la tentación de competir con la eternidad y sea una novela que no acabe nunca”.
Villoro señaló que para el colombiano lo más fácil hubiera sido repetir una novela parecida a Cien años, que hubiera sido un éxito rotundo, pero él se negó a repetirse.
Volvió al periodismo y el primer artículo que publicó, cinco años después de Cien años, fue Desventuras de un escritor de libros, donde dice que escribir libros es un evento suicida, habla de las deudas que adquirió y que para pagar, empeñó cosas, pidió prestado, pagó con premios.
“Su vida era un caos y es así como muchas veces escribió una novela pero decía escribir es algo incontenible, que se es escritor simplemente como se es judío o negro, una condición a la que no se puede renunciar”.
Villoro aseguró que considerar el trabajo previo a Cien años de soledad, como obra menor es injusto porque ya era un gran escritor.
“Ya era extraordinario, incluso hay lectores que prefieren El coronel no tiene quien le escriba o Relato de un náufrago a Cien años de soledad, es un escritor tan completo y tan variado que puede tener lectores que prefiera alguna de sus obras, anteriores o posteriores.
CITA:
La próxima sesión del taller Gabriel García Márquez: De la crónica a la ficción será el miércoles 14, a las 18:30 horas, (hora Sinaloa), y Juan Villoro continuará con el análisis de Cien años de soledad.