El animal más hermoso del mundo
Imaginé la playa y pensé en el sutil amor que viví en el puerto. Escuché el susurro: acuérdate de Acapulco, de aquellas noches María bonita, María del alma. El azul, la brisa, la Quebrada, la Roqueta, pero sobre todo la noche, la noche sin igual, llena de personalidades, de vida, de copas, pero sobre todo de música; su música. Recorrer el malecón, sentir el agua en mis pies, reconocer a la chica del sur y sumergirme en las burbujas de su champán; en su belleza. Encaminarme en el salón, dejarme llevar por la melodía de su piano; por su mundo. Amores habrás tenido, muchos amores, María bonita, María del alma. De ahora en adelante no habrá playa que visite y no me lleve a revivir la historia de El animal más hermoso del mundo.
La seducción de las palabras, el trazo de una vida, el glamour de las imágenes, el cine en una historia de amor: el amor de Ava Gardner, en El animal más hermoso del mundo. La hechizante belleza de la actriz estadounidense, sus pérfidos amores, los celos y su delirante amor por Frank Sinatra —de quien se supo que el amor de su vida igual fue Ava—. Sólo una noche necesitó el autor para zambullirnos en la soberbia hermosura, pasiones, miedos, hastíos y sueños de la actriz de Carolina del Norte; quien este 2023 habría cumplido 101 años de vida. Una noche en Acapulco, un despliegue de históricos y apasionados momentos es lo que Mauricio Carrera recrea en el libro ganador del Premio Nacional de Cuento “Beatriz Espejo”, 2020.
Un cuento cinematográfico donde aparecen los grandes del cine. Un desfile de personajes reales de la historia de México —presentados magistralmente en una línea— departiendo en la mágica noche, un Acapulco exquisito que nos lleva a la añoranza y a las icónicas figuras. Una escena que domina y destaca es el encuentro de la asediada Ava Gardner con Agustín Lara, el flaco de oro, el músico poeta, el hueso que canta, el esclavo del amor. Un romance intenso y efímero, unas horas acompañadas de champán y coñac, otras tantas historias sobre la enigmática cicatriz del compositor: “Se llamaba Estela. Una prostituta. Para mí, un amor ocasional. Yo trabajaba de pianista en un burdel. Me vio besar a otra y enfureció. Para muchas mujeres no hay amores pasajeros sino eternos. Rompió una botella contra una mesa y la clavó en mi cara”... te dije muchas palabras, de esas bonitas con que se arrullan los corazones... “Ava Lavinia Gardner, ¿qué haces?” Una protagonista libre que no sucumbe a la pasión del poeta porque quiere serle fiel al amor que siente hacia Frank Sinatra, su mujeriego esposo. Un Agustín Lara que homenajea su amor por María Félix, la mujer más guapa de México... un Acapulco que, una vez más, en este cuento de Carrera, aparece como la gala de un glorioso México.
Si no conoces Acapulco, si no sabes nada de Ava Gardner —quien al parecer detestaba el apodo por el que fue conocida y prefería que la llamaran La condesa descalza, alusión que la lleva a su protectora historia familiar y nombre, también, de icónica película— y si no has leído a Mauricio Carrera —el ganador de más premios nacionales de literatura en México, un maestro en la economía del lenguaje— es el libro perfecto, la triada ideal para este verano. “Salvaje e inocente”, esa soy yo. Diría Ava, escribió el poeta.
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