Despertando la conciencia
Merece la pena enfocar los reflectores a la conciencia: al verla, nos vemos y como nos vemos, actuamos. 1ª parte
Ir despertando.
Se ha relacionado mucho el crecimiento personal con la motivación, con la programación mental y con el voluntarismo, relegando el papel detonador que tiene la conciencia.
Ella juega un papel amplio, dinámico y no se reduce solo a lo moral, opera con cierta autonomía y sorpresivamente ilumina algo como un flash convirtiéndolo en ‘momentos de verdad’. La conciencia permite darnos cuenta de lo que no nos dábamos cuenta: detona el crecimiento personal y el social.
El darnos cuenta de una realidad, por dolorosa que fuese, nos brinda la oportunidad de aceptarla y de mejorarla; asimismo negarla nos engancha y resistirnos la perdura; esto incluye corregir la actitud y la acción errónea, pero finalmente la voluntad tiene la última palabra, por ser libre puede querer lo que quiera; no basta pensar bien para actuar bien, no basta solo darse cuenta. Lo profundizamos más en la próxima entrega.
Ahora bien ¿Elevar la conciencia nos hace más realistas? Sí, entre más cuenta te des de algo lo ves mejor y descubres los errores, la mejora requiere un nivel de conciencia. No, porque mantenerse realista implica someter la subjetividad para que no invente y porque ésta nos hace creativos.
Los consejos efectivos despiertan la conciencia, pero no bastan, seríamos sabios de tanto oírlos y ¿los golpes, el dolor, el éxito incluso, lo hacen? Por sí mismos lo favorecen pero pueden endurecer el corazón o perder el piso. ¿Entonces? Sucede algo que rara vez advertimos: cuando estamos dormidos no nos damos cuenta porque soñamos que estamos despiertos. Despertar es descubrirlo.
Asimismo pensar mucho no eleva la conciencia, la mente nos enreda y atrapa como la telaraña distrayéndonos, la imaginación supone y la preocupación angustia; los pensamientos pueden nublar la vista, la conciencia brilla arriba de las nubes oscuras como el sol cuando ascendemos en el avión y al dejar de mirar al ras del suelo.
Ella enciende la luz de la sala y empezamos a ver. Los amaneceres son graduales, ver súbitamente el resplandor ciega temporalmente, pero de noche vemos más lejos que en el día al mirar el firmamento. La conciencia nos alerta en la oscuridad para prepararnos a la luz.
Bendigamos los momentos de tinieblas, tengamos paciencia. El ego impacienta, quiere salir airoso y resolverlo rápido y se frustra o desalienta cuando no puede. El ego es una proyección mental que si lo permitimos usurpa nuestra identidad y la oculta. Los momentos más lúcidos hacen surgir nuestra identidad, nuestro verdadero rostro.
¿Qué ves en el espejo?
Eso que ves ¿Es una proyección de ti o tu realidad? Si nos viésemos realmente nos conoceríamos mucho ¿Te gusta lo que ves o rechazas algo? las proyecciones fascinan y los rechazos proyectan. Vemos pero no solemos mirarnos.
Cuando abrazamos nuestra realidad tal cual, incluyendo lo que no nos gusta, empezamos a mejorar. Es que no hay otra, lo demás es ficción mental. Son los selfies que la conciencia nos toma y regala, los otros son pura vanidad.
Esos momentos de encuentro valen oro, el abandono es estar lejos de uno mismo, lejos de quienes amamos aunque estemos juntos, lejos de nuestro trabajo, lejos de los amigos, cuando nos aislamos no estamos en ningún lado.
Como esto se trata de elevar la conciencia, distinto a leer y a saber mucho, permíteme entonces preguntarte ¿Qué tan presente estás aquí ahora mismo? ¿Acaso lees pensando en otra cosa? las preguntas despiertan la conciencia.
La cárcel está en la mente pero no la vemos, en cambio la reflexión despierta. Ella activa la conciencia y nos permite ver a distancia lo que pensamos, sentimos, hacemos y omitimos, nos ve por dentro y por fuera, no escapamos a su mirada por eso nos escondemos de ella. No soportamos que se caiga el teatro y el drama que inventamos para justificarnos.
¿Quién soy yo?
Esto sucedió. Una noche en un gran hotel un personaje llegó y exigió ser atendido sin respetar la cola, el recepcionista le sonrió cortésmente, el tipo insistía, al rato empezó a tocar el timbre, el empleado le hizo señas amablemente, luego se impacientó y empezó a gritar ¿Qué, no sabe quién soy yo? el empleado seguía cortés, el otro ¿Acaso no sabe quién soy? entonces el recepcionista le dijo en voz audible a su compañero, el caballero necesita ayuda: no sabe quién es.
¿Cómo nos vemos y tratamos? En internet, la escena de la película “Ángel-A” muestra a un norafricano arruinado que conoce a una misteriosa rubia y descubre que es un ángel enviado para salvarlo... al mirarse en el espejo.
De tarea ¿Qué relación crees que tiene la autoestima con el nivel de conciencia?