Descubriendo la Verdad
"¿Qué prefieres más, sentirte bien a toda costa, pasando encima de la verdad, o descubrir verdades incomodas pero liberadoras?"
¿Duele la realidad? Se Juega peligrosamente con la verdad al punto de confundirse, esto afecta seriamente la identidad personal, la autoestima, la calidad del diálogo interno, las relaciones humanas y el sentido de la vida ¿Qué prefieres más, sentirte bien a toda costa, pasando encima de la verdad, o descubrir verdades incomodas pero liberadoras?
¿Qué nos sustenta?
Construimos todo un andamiaje emocional, personal y social alrededor de la verdad, como las plataformas marinas. La verdad nos sustenta como esos pilares ocultos en el lecho del mar, entre más firmes -más ciertos- más solidez y seguridad hay. Así como el ojo está hecho para ver, el oído para oír, el intelecto está hecho para conocer la verdad y el corazón para amar. Esto es ineludible, es parte de nuestra naturaleza, por eso es racional.
Sin embargo la frontera entre la realidad y la subjetividad está tan íntimamente ligada que no resulta fácil diferenciarla. La siguiente pregunta refleja mejor que nada esa profunda e íntima conexión ¿Por qué duele la verdad si estamos hechos para ella?
¿Duele la verdad?
La verdad en sí misma no duele tanto. Duelen más las expectativas, las ilusiones, sentimientos, creencias y suposiciones que hacemos en torno a ella cuando no se dan. Más cuando son abruptas e inesperadas como las malas noticias. Justo el dolor mengua o desaparece cuando nuestro mundo interno se ajusta a la nueva realidad encontrándole un nuevo significado, descubriendo nuevas razones en ella. De tal manera que los hechos, que están fuera, y las razones, dentro, están ligados, si no la realidad sería incomprensible. Necesitamos de verdades y de razones válidas.
Pero aquí está el detalle
Justo no se trata de inventar las razones sino de descubrirlas. El problema está en torcer nuestra lógica para sentirnos bien, usando muletas, en vez de ver la realidad con nuevos ojos. Una noticia fatal por sí misma es incomprensible, solo se digiere cuando se le va encontrando un nuevo significado. Viktor Frankl que sobrevivió a los campos de concentración nazis relata algo luminoso: “Me encontré a mi viejo profesor, un distinguido doctor muy atribulado. Le pregunté la razón. Me respondió: acaba de morir mi esposa. Yo sabía que la amaba mucho, me quedé en silencio pasmado. No podía devolvérsela. Entonces se me ocurrió ¿Dr. que hubiera pasado si usted hubiese muerto primero? “Oh, respondió, ella hubiese sufrido muchísimo” –Ya lo ve Dr. al morir ella primero usted. está sufriendo en lugar de ella ¡le está ahorrando ese sufrimiento!”.
El auténtico descubrimiento
“La verdadera razón del descubrimiento no consiste en descubrir nuevas tierras, sino verlas con nuevos ojos” decía Marcel Proust. La lógica puede partir de los hechos y circunstancias o partir de suposiciones, de lo que nos gustaría y preferiríamos, entonces se violenta. El corazón puede descubrir lo que la razón no puede. Cuando la lógica se sustenta en el amor, incluyendo el amor a la verdad, los ojos se abren y tarde o temprano descubrirá motivos verdaderos y esto siempre da paz. Porque la paz es el concierto entre las razones y los hechos, entre lo que se quiere y sucede.
Aquella madre que pasaba sola gran parte del día y de la noche sonreía, tenía paz, me decía que sus hijos estudiando fuera la acompañaban haciendo la comida porque sabía que ellos disfrutaban sus estudios, su esposo agricultor llegaba noche a casa y primorosamente le preparaba la cena esperándolo. Como una novia.
¿Qué necesitamos más?
¿Buenas razones o más verdades? Buena pregunta. Las razones son en esencia nuevas verdades, es decir, afirmaciones de la realidad. Los argumentos se sustentan en afirmaciones y negaciones, así se construye el camino para llegar de lo conocido a lo desconocido: justo la definición de la Lógica.
Es fundamental no negar los hechos, no dejarlos pasar como si no existiesen, o minimizarlos. También es fundamental discernir, meditar sobre ellos para descubrir nuevos significados. Es vital y no exagero, porque por ahí se nos escapa la vida aparentando vivirla: que la verdad impere en el dialogo interno para no llenarse de humo. Hay que abrir las ventanas, charlar, preguntar sin miedo a quien puede ayudar para que la luz de la verdad entre en la intimidad y veamos claramente. Aquellas muchachas se tapaban los oídos en clase cuando les hablaban del buen comportamiento con el novio: no querían saber.
Cuenta una leyenda…
Un día la verdad y la mentira se cruzaron: Buen día Doña Verdad, Buen día Doña Mentira. Hermoso día dijo Doña Mentira, Doña Verdad se asomó para comprobarlo y lo era. Aún más hermoso está el lago, dijo Doña Mentira, La Verdad miró hacia el lago y vio que la mentira decía la verdad. Corrió la mentira hacia el agua y dijo: El agua está aún más hermosa, nademos. La verdad tocó el agua y confió. Se quitaron las ropas y nadaron tranquilas. Al rato salió Doña Mentira y se vistió con la ropa de Doña Verdad yéndose. La Verdad incapaz de vestirse con la ropa de la Mentira comenzó a caminar sin ropa y todos se horrorizaban al verla. Desde entonces la gente prefiere aceptar a la mentira disfrazada que la Verdad desnuda.
Especialmente cuando amenaza la plataforma emocional sustentada en alfileres. Imposible ahogarla porque nuestra naturaleza y salud dependen de ella. Finalmente lo que nos hace sentir bien, libres, es descubrir las nuevas realidades rompiendo aquellas que nos ataban.
paulchavz@gmail.com