Describen su amor por una ciudad

10 noviembre 2015

"El jazzista Héctor Infazón ofrece su espectáculo 'Citadino Son' en el Teatro Ángela Peralta"

La Ciudad de México, a pesar de ser un lugar difícil para vivir, provoca en sus habitantes un profundo amor. Sus calles, cafés, teatros y plazas están cargados de los significados de muchas generaciones, de miles de artistas que los han tomado como personajes de sus obras de teatro, poemas, pinturas.
El jazzista Héctor Infazón traduce los sonidos de la entrañable ciudad que habita y los convierte en la música con la que construyó el espectáculo Citadino.
"La Ciudad de México es el vientre en el que mi vida se fue definiendo, ahí están mis querencias, mis amores y mis sufrimientos, por eso quise hacerle un homenaje. Citadino es una historia que queremos compartir, es un día en la Ciudad de México, que vivir en ella es al mismo tiempo complicado y maravilloso, quiero contar su historia a través de los sonidos", comentó Héctor Infazón.
"Nos dimos a la labor de recordar ruidos y recorrer la ciudad para coleccionar sus sonidos y con ello construir una propuesta musical".
En el escenario estaban colocadas fotografías de edificios y monumentos emblemáticos del Distrito Federal: el Palacio de Bellas Artes, el Monumento a la Revolución, la Torre Latinoamericana, también se proyectó en una pantalla un video con tomas de diferentes momentos del día en la ciudad.
En las primeras imágenes se ve a los dueños de los negocios de las calles del DF abrir sus tiendas, regar la banqueta,  a los voceadores recoger su carga de periódicos. Las imágenes son acompañadas por una acelerada composición que recoge el sonidos de las cortinas, los gritos y la música de los radios que amenizan la vida cotidiana.
Héctor Infazón recurre a esos sonidos para hacer una pieza acelerada que nos introduce en el latido mañanero de una de las ciudades más grandes del mundo.
"Es una invitación para que, aunque camines rápido, nos detengamos en un momento a observar que estamos en una ciudad llena de palacios y a su lado conviven con una zapatería, una tienda de ropa, y todo eso es parte de nuestra historia de vida".
El segundo tema No, porque me acuerdo, es un obra de jazz que está impregnada de una melodía llena de nostalgia, está armada con los sentimientos que le provocan al músico los edificios que desaparecieron víctimas de la picota o de los fenómenos naturales: la cantina El Nivel, el Cine Olimpia, el Hotel Regis y los que se resisten a desaparecer el Café Blanca, los churros El Moro.
En la pantalla aparecieron fotografías antiguas de las calles Madero, Juárez y Balderas, los instrumentos abordaron un alegre ritmo de danzón que sirvió como transición para un momento más alegre, las tardes en la cantina El tío Pepe, uno de los bares emblemáticos del Distrito Federal, en esta parte el músico se aventuró por la música que crea un ambiente lounge de un piano bar.
Divertida y juguetona resultó la pieza Hematofonía o Sinfonía de los moretones, inspirada en el encuentro de peatones que se reúnen como pelotones de batalla para cruzar la esquina de San Juan de Letrán y Madero.
Los músicos utilizaron sus muslos, los brazos, las piernas, el piso y las palmas de las manos como instrumentos de percusión, creando una música que simbolizó el choque de los peatones en las calles. Después vino una pieza dedicada a los vagabundos, para después ofrecer un homenaje a los pregoneros, a los de antaño y a los merolicos que abordan los vagones del metro para vender sus productos.
El concierto que le rindió homenaje al Distrito Federal terminó con una monumental composición de jazz al Zócalo y un homenaje a la alegría de los capitalinos y su amor por los ritmos tropicales.

RECREA SU CIUDAD
en "Citadino Son", Héctor Infanzón hace un tributo a la ciudad de sus sueños, a su gente, sus calles, los edificios monumentales que la embellecen y a la nostalgia de los que ya no están y a los que se resisten a desaparecer.