De Viena a Mazatlán, Carlos Osuna interpreta ‘La Traviata’
Enrique Patrón de Rueda dirige la ópera más montada en los teatros del mundo
El amor apasionado y el deseo humano traducido a una partitura musical fue la experiencia que los mazatlecos vivieron la noche del viernes durante la puesta en escena de la ópera La Traviata, en la que el tenor mazatleco Carlos Osuna, el sinaloense que más ha trascendido a nivel internacional en la ópera, encarnó a Alfredo Germont el desbocado e impetuoso amante de Violeta Valery.
La Traviata, creada por el italiano Giuseppe Verdi, es una de las óperas más interpretadas alrededor del mundo, su calidad dramática inscrita en la música ha conseguido que no pierda el interés del público a lo largo de los 169 años de existencia, fue estrenada en Venecia en 1853.
El tenor Carlos Osuna llegó desde Viena hace una semana para integrarse a los ensayos con orquesta y el resto de los solistas. Actualmente es parte del elenco permanente de la Ópera Estatal de Viena, una de las cinco casas especializadas en este arte, más importantes del mundo.
Ha tenido esté privilegio a lo largo de casi 12 años, ha cantado el papel protagónico de La Traviata en ocho ocasiones, seis funciones en el Teatro Heidelberg de Alemania en seis funciones y el Teatro Volksoper de Viena, en dos funciones.
El artífice de toda la puesta en escena fue el director concertador Enrique Patrón de Rueda, que con este esforzado montaje, cargado de vicisitudes sobre todo por la limitaciones en el presupuesto, refrenda la tradición operística que es parte del puerto desde el Siglo 19 cuando Mazatlán fue una parada obligatoria de importantes compañías de este arte, como la de Angela Peralta.
La música estuvo a cargo de la Orquesta del Teatro Ángela Peralta que en manos de Patrón de Rueda consiguió los matices para emocionar al público. El Coro Guillermo Sarabia deslumbró, como siempre, por la musicalidad orgánica que se integra fluidamente a la orquesta y los solistas, sus entradas tienen el tiempo emotivo preciso para mantener la sensación de unidad, de equilibrio pero sobre todo la potencia que consigue impactar a los oyentes.
Mención especial merece la soprano regiomontana, Luisa Mordel, que interpretó a Violeta, la bella joven, la cortesana favorita de marqueses, duques y condes. Está ópera está hecha para el lucimiento de la soprano, a lo largo de toda ella tiene enormes retos técnicos y de matices, sus notas agudas, trinos y escalas consiguieron impactar al público por su limpieza y su controlada potencia, creó los momentos emotivos subrayando el drama de su trágico personaje.
Otro personaje que tiene momentos determinantes en está desdichada odisea es el padre de Alfredo, que va y le suplica a Violeta que deje a su hijo, para salvar el honor de su familia, fue interpretado por Carlos Arámbula, su participación en duetos, arias y concertantes fueron brillantes.
La ópera va de la alegría desenfrenada que la juventud de Alfredo y Violeta viven cuando se enamoran en el marco de fiestas, casinos, teatros que viven cuando se encuentran por primera vez, el famoso concertante Libiamo (brindemos) es una joya que mezcla el ansia de disfrutar la vida sin limitaciones de Traviata, contrastada musical y emotivamente con la promesa del amor puro y la vida estable que le ofrece Alfredo.
Traviata ha sido montada en cinco ocasiones en Mazatlán, es una ópera que es parte de la tradición artística del puerto.
La falta de presupuesto del Instituto de Cultura de Mazatlán obligó a hacer un montaje sin escenografía ni vestuario que el director de escena de la Ciudad de México Oswaldo Martín del Campo resolvió con ingenio.
La parte visual en la ópera está definida por la escenografía y el vestuario, es lo que le da vida al espacio escénico.
Para rescatar este importante elemento Oswaldo Martín proyectó al fondo de la escena la icónica película La dama de las camelias, interpretada por Greta Garbo, esto le dio atmósfera a las fiestas y las situaciones que se desarrollan en la campiña francesa.
A pesar de todo continúa la tradición centenaria de la ópera en Mazatlán, esperemos que sobreviva a los tiempos políticos. Viva la ópera.