Creencias familiares que limitan
Estas son solo algunas creencias que no son positivas, simplemente nos limitan:
Los amigos se cuentan con los dedos de la mano
Los niños no lloran
Lo barato sale caro
Si a los 30 no tienes estabilidad económica... has fracasado
Solo el dinero da la felicidad.
Las mujeres son el sexo débil.
Hazlo por tus hijos.
La gente consigue cosas por suerte (no tiene que ver con el esfuerzo).
No sirves para nada, mereces lo peor.
Hay cosas que simplemente no pueden ser.
Debo pensar en los demás primero, aunque esto me perjudique.
Mostrar los sentimientos es de débiles.
Mis hijos primero.
Si me equivoco, seré un fracasado.
Tengo que ser duro en el trabajo para hacerme respetar.
Los que han hecho tanto dinero o les ha llegado por herencia, o
un golpe de suerte o de plano robaron.
No se puede confiar en la gente, todo el mundo te tiene envidia.
Nuestro éxito o nuestro fracaso está basado tanto en nuestras opiniones, como en nuestras convicciones y creencias. Por ello, si sentimos que algo va mal o que nuestra vida no lleva el rumbo que nos gustaría, o que nos hemos trazado, deberemos comenzar a analizar nuestras creencias, y determinar cuáles son realmente válidas y cuáles no.
Muchos psicólogos mantienen que las creencias son ideas que hemos ido interiorizando en nuestra mente normalmente de forma inconsciente y que, sin darnos cuenta, dirigen nuestros actos y nos impulsan a actuar de una u otra forma, sin que, en el fondo sepamos por qué.
Estas creencias comienzan a formarse en nuestros primeros años de vida, con la educación que recibimos de nuestros padres, dando por cierto todo lo que nos enseñan, ya que el niño no está preparado para analizar si los mensajes que le envían sus padres son correctos o no. Por ello, si nuestros padres nos transmiten el mensaje de que “el mundo es peligroso” o que “no se puede confiar en la gente”, creencias que ellos bien han recibido de sus padres o han generado según sus propias experiencias, nosotros las incluiremos en nuestro subconsciente y actuaremos según ellas.
Es importante identificar aquellas creencias que consideres que te limitan en tu día a día o en la consecución de tu objetivo. Comienza a ser consciente que son creencias y que por lo tanto no tienen que formar parte de la realidad. ¿Cómo sabes que son ciertas? Tal vez te lo enseñaron en tu infancia, pero ¿sigues pensando lo mismo en tu edad adulta?
Intenta cambiar esa creencia en alguna que sea positiva. Por ejemplo “siempre he creído que mostrar mis sentimientos de tristeza es una debilidad” cámbialo por “mostrar mi tristeza ante alguien me hace ser humano, vulnerable y eso me hace ser auténtico”.
Claramente el Sistema de Creencias construido a lo largo de nuestra vida está asociado a nuestra Salud Mental. Sé consciente de ellas, atrévete a mirarlas, las puedes transformar y tener los Resultados que te Inspiren.
Por una parte, una creencia es una declaración pública de tu manera de ver el mundo. Por poner un ejemplo, “los amigos se cuentan con los dedos de la mano”. Cada persona tiene sus propias creencias y las viene arrastrando desde la infancia, y muchas veces hasta se heredan de una generación a otra y se comprueban en ciertas vivencias a lo largo de la vida.
La infancia es de gran importancia en la formación emocional en el próximo adulto, las creencias fundamentales del ser humano se consolidan en el periodo de aprendizaje, por lo tanto, los entornos familiares durante los primeros años de su vida tienen una influencia muy importante en la forma de pensar que ese niño tendrá cuando sea adulto.
Por eso el entorno familiar, sociocultural y la educación que recibiste en tu infancia condicionaron sin duda la forma de pensar que tienes hoy. Las creencias que tienes son simples mensajes que te has llegado a creer, pero que están compuestos de palabras y frases. Si cambiamos el vocabulario, cambiamos el sentido, las emociones y tu éxito futuro. Nadie consigue una buena ejecución partiendo de una idea limitante.
Creencias y autoestima, están muy relacionadas y pueden limitar a una persona y que a la larga se traducen en problemas de falta de confianza y autoestima. Basta que un adulto le reitere a un niño “no puedes”, “no vales para nada”, “que feo cuerpo tienes” o “que feo estas” para que éste termine por creérselo.
Pero las creencias no sólo se asientan en la infancia, ya que a lo largo de toda la vida vamos adoptando creencias, y más aún en nuestros años tan cambiantes.
Así pues, hay creencias que pueden ser adquiridas a lo largo de toda la vida. Por ejemplo: Estamos en crisis y no voy a conseguir trabajo, el dinero no da la felicidad, si dejo a mi novio/a no voy a encontrar a nadie que me quiera, de esta licenciatura te vas a morir de hambre.