‘Cosas Raras’, un drama familiar de mentiras y verdades ocultas

Marisela González
28 septiembre 2024

Una potencia escénica y una claridad de discurso de los personajes atrapó al público con una situación familiar llena de misterios

Una vida de misterio, que está envuelta en una mentira, que duele, pero a la vez puede ser comprendida, se presentó la obra Cosas raras, en el Teatro Ángela Peralta.

La Nena y Beto, dos adolescentes “huérfanos” de madre, y que tienen la cabeza repleta de imaginación, cuentan con un papá, Roberto, que según ellos anda en “Cosas raras” y a la vez misteriosas.

Las complejas, pero potentes actuaciones de los protagonistas, atraparon al público asistente desde el inicio de la obra.

Lariza Juárez y Carlos Patrick Casanova, interpretaron a ambos adolescentes, pero a la vez lograron con tan sólo un banco y la ayuda de la iluminación, desarrollar el papel de un padre que oculta a sus hijos la enfermedad de una madre que para ellos estaba “muerta”, pero que al final descubrieron que sólo tenía una condición y estaba internada en un hospital.

Personajes como policías y meseros, además de ambos padres, fueron magistralmente llevados a lo largo de la historia por estos dos actores sobre el escenario, y uno más, ese que permaneció al fondo del escenario y que tocaba con una pequeña guitarra melodías que simulaban las transiciones de una situación a otra de la obra.

Ese que previo al inicio de la obra, el público vio trapear el lobby del teatro y el cual dio las tres llamadas a escena en diferentes puntos alrededor del escenario con una pequeña campana y gritando a todo pulmón.

Al final, dicho personaje, resultó ser ese padre que en toda su vida emprendió muchos negocios, todos fallidos, y que murió sólo, pero seguro del amor de sus hijos.

La historia

La historia empezó al no encontrar a su padre en casa; sin saber de él acudieron a la delegación de policía, sin obtener resultados, ni ayuda.

De ahí, los adolescentes acudieron al trabajó de su padre, al restaurante “Tortas El Jarocho Volador”, lugar donde a través de un amigo de su padre descubrieron que “Roberts” tenía una novia.

Una novia que se la imaginaban a veces gorda, bonita, otras delgada, con cabello largo, y así, de un sin fin de formar. Pero que su padre nunca mencionaba.

Los meses transcurrieron y “Roberts” se perdía todos los miércoles, miércoles que ambos jóvenes se imaginaban diversas formas de divertirse de su padre.

La Nena, quien se caracterizaba por regañar a todos, en su inquietud de saber que pasaba con su padre, se dio a la tarea de buscar en la basura los papeles que desechaba.

Fue ahí cuando descubrió el pago de un hospital, en donde estaba internada la novia de su padre.

La verdad era que la novia de su padre, era en realidad su madre y le reclamaron.

Esa vida que tenían “todos juntos” cambia, por una mágica ficción que tejen mentiras blancas, que pueden tener una dolorosa razón de ser, pero a la vez son comprensibles, ya que sus padres, sobre todo su madre, no quisieron que ellos sufrieran por la enfermedad de ella, de una madre que veía telarañas en su cabeza.

Así, el padre los manda con diferentes parientes y los separa, pasaron los años, 5 años, según los diálogos, ella ya es una gran gerente, muy mandona, él un cobrador feliz de una caseta.

Su reencuentro fue en el funeral de su padre, quien murió sólo. Su madre ya hacía tiempo que había fallecido.

Así, en la obra se observan las formas en que los adultos ocultan los temas complejos a las infancias para no romper lo que consideran la inocencia.

Cosas raras es una obra escrita por el dramaturgo mexicano Luis Enrique Gutiérrez Ortiz Monasterio, mejor conocido como LEGOM y dirigida por Adrián Vázquez.

Es una puesta en escena que presenta que las familias no siempre permanecen juntas, y que a veces, en las situaciones más dolorosas también hay alegría y ternura.

El dato alterno

Ricardo Estrada interpreta a un personaje fuera del libreto original llamado Don Roberts, quien al iniciar la obra acompaña a los asistentes a sus lugares, canta a capella y después se encarga de musicalizar la obra con una peculiar guitarra creada por él mismo dejando una sorpresa para el final.

Su música tiene el compás y el toque preciso para ambientar las infaustas aventuras de un par de adorables chiquillos.