Comparte su amor por los libros

Nelly Sánchez
15 noviembre 2015

"La promotora de lectura Yolanda Morales crea un club de lectura en el que niños de la colonia Francisco I Madero encuentran un espacio de desarrollo"

En la colonia Francisco I Madero, un grupo de niños se olvidan de las carencias, de los videojuegos y la televisión, y de la mano de Yolanda Morales se sumergen en las historias de los libros y echan a volar su imaginación.

Corría el año 2000, cuando esta maestra de la Universidad Casa Blanca se jubiló y decidió hacer algo por los niños de su colonia, tomó los libros que habían sido de sus hijos, puso en la puerta un letrero que decía Sala de Lectura. Así empezó a cambiar sus vidas.

Yolanda Morales, ingeniera textil, no tenía más herramientas que sus ganas de hacerlo, acudió al Instituto Sinaloense de Cultura por información.

En ese entonces, Juan Esmerio Navarro era el responsable del programa Salas de Lectura y casualmente esos días estaría en Culiacán un capacitador del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes.

"Me fue fabuloso porque yo tenía la idea, sólo las ganas de abrir mi sala de lectura, pero no tenía capacitación. Y a partir de ahí he tomado muchos cursos", recuerda.

Desde entonces, su trabajo lo ha hecho de manera ininterrumpida.

"No hemos parado, han pasado por la sala de lectura muchísimos niños, generalmente cuando llegan a la adolescencia ya no vienen porque piensan que es para chiquitos, es muy raro cuando vienen, sólo que en la prepa les pidan un libro".

Todos los lunes y los viernes, alrededor de 20 pequeños que cursan entre primero y sexto de primaria, se sientan en las jardineras, bajo las sombras de los árboles, en la sala o la hamaca de su casa, para compartir historias, versos, palabras.

Ahí leen todo tipo de cuentos, poemas, a veces periódicos o revistas científicas sobre cuestiones de alimentación, propiedades de las verduras y lo nocivo que puede ser la comida chatarra.

Y los pequeños escriben cuentos, arman versos y si una palabra no entienden, la buscan. Esa es una de las dinámicas preferidas.

"Me he dado cuenta de que los niños conocen muy pocas palabras y si pienso que no entienden, les pregunto y buscamos en el diccionario, ponemos algunos ejemplos".

Algunas veces les dicta un fragmento de algún cuento o poema y lo van leyendo uno por uno.

Conaculta es su principal proveedor de libros y han logrado un acervo de aproximadamente mil ejemplares de autores famosos de principios del Siglo 20, Premios Nobel, y de temáticas infantiles y juveniles.

"Ahora es cuando he tenido la mayor aportación de acervo, como que ya está más estructurado todo esto de las salas de lectura. Hay personal que se dedica a hacer la selección, nos mandan muy buenos libros, Felipe Garrido hace la selección".

A lo largo de estos años, Morales ha contado con el apoyo de su esposo Carlos Landeros, que semana tras semana le ayuda para hacer más confortable y divertida la estancia de los niños en su casa.

Recordó los tiempos en que llevaba a los niños a los eventos culturales. Vieron ópera para niños, espectáculos de cuentacuentos como Mario Iván Martínez, pero lo dejó de hacer por temor a la violencia.

"Un día una camionetona nos rebasó, no pasó nada, pero me espanté y mi hija Mariana me dijo que podían suceder cosas y tenía que responder".

Aún así, siempre son más las cosas buenas y lo que la motiva a seguir es que siempre hay niños dispuestos a leer, a escribir, a cantar. Porque las sesiones no se limitan a la lectura.

Si leen un cuento de Chéjov, escuchan música rusa, buscan el mapa y ubican en dónde está Rusia y dónde están ellos. Eso, los transporta.

"Cada vez hay cosas más buenas y el motivo por el cual yo continuo en esto es que siempre hay niños que quieren leer, en una colonia popular como esta, siempre hay niños que vienen, que son muy respetuosos con el espacio, les gusta venir, trato de darles un trato cordial, que se sientan en casa, mi marido es un hombre que me ha apoyado en todo".

Y más allá de los cuentos clásicos, en el que una princesa es atacada por una malvada bruja, lo que más gusta son historias que los reflejan a ellos, les gustan las de fantasmas y también las de terror.

"En la colonia conocen la Sala de Lectura Colibríes de muchas cuadras a la redonda. A veces piensan que enseño a los niños a leer, pero no: aquí practicamos la lectura. Hay muchos niños que dicen que aprendieron a leer aquí, pero no es cierto, aquí practicaron".

Para ser parte del taller sólo hay dos requisitos: saber leer y querer hacerlo. Nada es a la fuerza. Muchas veces las mamás llevan a los pequeños, porque en la escuela les piden leer 20 minutos diarios, pero les gusta y siguen acudiendo y hasta se vuelven promotores de lectura.

Y es que siempre escriben algo que se llevan para leerle a mamá o o al hermano menor que no sabe leer, pero otros piden libros para leerlos en casa a sus papás.



FRASE

"Para motivar a los niños en la lectura, tiene que haber libros en casa, un espacio con libros y por supuesto mamá o papá o la abuela que le lea todas las noches algo".





LOS TÍTULOS

Entre los libros que conforman el acervo de Salas de Lectura están:

'La peor señora del mundo'

'El árbol de la manzana de oro'

'El cocodrilo de Matilde'

'El vampiro vegetariano'

'El amor de policarpio'

'El cuaderno de Pancha'