Cómo, cuándo y por qué se vinculó Sinaloa a la Revolución

08 noviembre 2015

"Cómo, cuándo y por qué se vinculó Sinaloa a la Revolución"

Jorge Briones Franco

Sinaloa se vinculó al proceso de la Revolución Mexicana luego de un nuevo desencanto por cambiar el régimen político que ya cifraba poco más de 30 años y un sólo hombre detrás de él, similar al que gobernaba en el país.
La sorpresiva muerte de ese hombre, Francisco Cañedo Belmonte, gobernador en funciones, el 5 de junio de 1909, desencadenó un insólito e inesperado primer ensayo democrático que oxigenó y dinamizó la vida política de amplios sectores de la sociedad sinaloense que buscaron el cambio a través de las urnas. Cañedo había ascendido al poder en 1877 y sólo en dos ocasiones lo delegó, por turnos de cuatro años, a Mariano Martínez de Castro. Sólo su muerte intempestiva lo separó definitivamente de él.
La sociedad sinaloense se encontraba muy fracturada cuando ello ocurrió. Como secuela de aquel acontecimiento, se avivó el campo de lo político en una esfera importante de su expresión, el de la política electoral: brotaron y se diseminaron por todos los municipios del estado los clubes políticos, asociaciones proselitistas y partidos vinculados a los proyectos de los grupos y los candidatos de uno y otro signo. Una manifestación significativa del momento fue la proliferación del número de periódicos en circulación. En ningún otro momento de la historia de Sinaloa se crearon y circularon tantos y tan diversos rotativos, de muy diversa frecuencia, al grado de que el número de ellos superó ese año a la producción sumada de los Estados del país. Pasada la contienda electoral, la fundación de periódicos declinó y no superaría esos niveles hasta 1934.
Este despertar de la acción política se conectó de forma inevitable con la efervescencia que ya había despertado en todo el país el movimiento reyista, posteriormente con la prédica maderista y luego con los accidentados sucesos revolucionarios que no dejaron de expresarse a partir de entonces.
Una primera manifestación de este despertar cívico fue la contienda electoral para sustituir al Gobernador ausente, que de forma provisional lo cubrió Heriberto Zazueta.
Como candidato de la continuidad porfirista surgió Diego Redo de la Vega, mientras por las aspiraciones democráticas, lo fue José Ferrel Félix. El desarrollo de la contienda, tanto como sus resultados, marcharon desde sus inicios por una ruta contraria a las aspiraciones de cambio. Los resultados oficiales le dieron el triunfo al candidato del continuismo, aunque como ha quedado documentado, se trató de una nueva farsa electoral, que ya eran clásicas tanto de Díaz como de Cañedo.
A su derrota, Ferrel se sometió a Redo y terminó al servicio de Victoriano Huerta, al igual que más tarde lo harían otros activos revolucionarios sinaloenses como Manuel Bonilla y Felipe Riveros.
Si bien el cambio anhelado no llegó, la vida pública se dinamizó y desde entonces no paró. La contienda electoral acicateó el espíritu cívico casi adormecido de los sinaloenses que entonces encontró cauce y luego la crisis política se radicalizó desbordándose por la puerta horadada por la revolución. Lo que siguió fue propiamente el conflicto bélico y la búsqueda del cambio por las armas que cubrió, en términos generales, los años de 1910 a 1919, aunque no dejaron de expresarse escaramuzas y levantamientos constantes después de este último año.
En enero de 1910, Madero visitó Mazatlán para organizar el antirreeleccionismo. Se formaron clubes en Culiacán, Mazatlán y Angostura que aportaron a la lucha activos luchadores, uno de los cuales, el profesor Gabriel Leyva Solano, mientras se desarrollaba la campaña electoral, fue apresado el 7 de junio de 1910 y muerto seis días después. El Gobierno de Redo, poniendo en operación los instrumentos de la cultura política heredada de su antecesor, manipuló las elecciones en alianza con los prefectos y directores políticos y el 11 de julio los colegios electorales decretaban que los sinaloenses habían votado por la reelección de Porfirio Díaz y Ramón Corral como Presidente y Vicepresidente, respectivamente.
Frente a estas circunstancias, muchos sinaloenses se lanzaron a la lucha armada.
Entre enero y abril de 1911 se conocieron muchos levantamientos que harán visible la acción de hombres que protagonizarán importantes batallas militares: Juan M. Banderas, José María Cabanillas, Juan Carrasco, Ramón F. Iturbe y Ángel Flores. Triunfante el maderismo, Madero nombra como su representante en Sinaloa al ingeniero Manuel Bonilla, designándolo luego Secretario de Comunicaciones y Obras Públicas; Juan M. Banderas es nombrado Gobernador interino para convocar a elecciones. Los comicios llevaron al profesor José María Rentería al puesto de Gobernador para cubrir el periodo que concluía en septiembre de 1912, pero renuncia al poco tiempo, presionado por las injerencias de Bonilla en los asuntos locales. Varios gobernadores interinos terminan el periodo de seis meses que restaban. Para el cuatrienio que iniciaba el 27 de septiembre de 1912 salió electo Felipe Riveros, quien tampoco concluyó su periodo.
La decena trágica, en febrero de 1913, el asesinato de Madero y el ascenso de Victoriano Huerta a la Presidencia, complicó todavía más los arreglos de los revolucionarios sinaloenses. Riveros ofreció la adhesión de su gobierno a Huerta pero fue aprehendido, por lo que huyó y se sumó a los rebeldes sinaloenses. Manuel Bonilla fue también aprehendido, pero aceptó servir al régimen como senador por Sinaloa. Muchos otros se sublevaron y luego se sumaron al ejército constitucionalista. Ramón F. Iturbe decidió regresar de California, donde residía, poniéndose a las órdenes de Álvaro Obregón y junto con Felipe Riveros, empezaron a organizar el constitucionalismo, combatir al ejército federal y ganar plazas. Una de las últimas plazas en ser ganadas, mucho después de que huyera Huerta del país, el 14 de julio de 1914, fue la de Mazatlán que fue ocupada por el Coronel Ángel Flores el 9 de agosto de ese año. Cuando el ejército constitucionalista, seis días después, entraba en la Ciudad de México, figuraban muchos sinaloenses: Juan M. Banderas, Rafael Buelna, Salvador Alvarado, Francisco R. Serrano, Benjamín Hill, Ramón F. Iturbe y Ángel Flores.
La escisión de los vencedores en la convención de Aguascalientes enfrentó a los revolucionarios sinaloenses, proceso que aquí no tocaremos en detalle pero que finalmente condujo a la promulgación de una nueva constitución federal y más tarde a las elecciones en los estados para restaurar los poderes locales y el orden legal. En Sinaloa éstas se llevaron a cabo el 5 de junio de 1917, contendiendo los generales Ángel Flores y Ramón F. Iturbe. El voto favoreció a Iturbe y aunque fue desconocido por la mayoría de los Ayuntamientos porque no cumplía con los requisitos de la Constitución local, en agosto las partes lograron un acuerdo e Iturbe rindió protesta en el cargo.
En los años que siguieron a partir de 1920, los revolucionarios buscaron, desde el gobierno, cambiar aquello que con las armas no pudieron o no quisieron. En la dialéctica entre el espíritu de cambio y las resistencias al mismo, transcurrió esa otra parte de la Revolución que fue la transformación de lo político entendiendo por ello el ejercicio del poder, el cambio de las instituciones y el modo de hacer política expresado en ideales de democracia, justicia social, reparto de la riqueza (especialmente de la tierra), desarrollo justo de los procesos electorales y ejercicio honrado del poder político en todos sus niveles. Si no todo se transformó como muchos deseaban -y otros se oponían- no por ello habrá que negar que ese proceso tuvo lugar con el espíritu revolucionario que encarnaban los hombres de la época y que no necesariamente implicaba las armas.
El nuevo periodo inició con la irrupción de un nuevo movimiento, esta vez contra Carranza: el alzamiento de Agua Prieta. En las decisiones de los triunfadores y desde el gobierno, se modelará lo que la sociedad tendrá de nuevo, proceso en el que la prensa jugará un papel muy importante y que es asunto de otra colaboración.

* El autor es Doctor en Ciencias Sociales con especialidad en Historia por el Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social (CIESAS) Occidente.


PROTAGONISTAS
Algunos nombres destacados de la Revolución en Sinaloa son:
Juan M. Banderas
Rafael Buelna
Juan Carrasco
Salvador Alvarado
Francisco R. Serrano
Benjamín Hill
Ramón F. Iturbe
Ángel Flores