‘Ante la oscuridad y el dolor, la música’, Eduardo García Barrios
La OSSLA presentó la Sinfonía No. 6 Patética, de Tchaikovsky; Edmundo Langner fue el solista invitado con la pieza de Ney Rosauro
La Orquesta Sinfónica Sinaloa de las Artes compartió una de las obras emblemáticas de Tchaikovsky, la Sinfonía No. 6 Patética, con la que cerró el programa No. 11 de su Temporada de Otoño 2024, bajo la dirección del maestro Eduardo García Barrios.
“No hay palabras para describir la obra que van a escuchar, sobre todo en momentos tan aciagos, tan difíciles; que la música nos ayude a sublimar nuestro espíritu ante la belleza, ante el candor, ante la dulzura, pero también ante las batallas contra los demonios, contra los demonios mismos, ante el dolor, ante la oscuridad, ante la muerte”, dijo al dar la bienvenida.
En contraste con la cálido y jubiloso Concierto para vibráfono y orquesta, del brasileño Ney Rosauro (1952-), fue aplaudido como solista el percusionista de la OSSLA, Edmundo Langner, quien participó como solista invitado.
El programa, titulado Entre vibraciones y melancolía, se presentó en forma gratuita en dos funciones en el Teatro Pablo de Villavicencio.
En primer término, Edmudno Langner brilló como solista en el famoso Concierto para Vibráfono y orquesta, de Ney Rosauro, que data de 1996, y consta de tres movimientos, los dos últimos sin pausa, con elementos de la música folclórica del noreste de Brasil.
Una pieza muy descriptiva, llena de calidez y colorido, incluyendo una canción de cuna brasilera llamada Tutú Marambá, y en general fue abordada por el percusionista oaxaqueño Edmundo Langner, orgullosamente miembro de la OSSLA desde 2008, así como de la agrupación SAFA Ensamble de Percusiones.
Le siguió la Sinfonía No. 6, Patética, de Tchaikovsy, que debe su apodo precisamente a la emotividad que la reviste desde sus oscuros primeros acordes, que van avanzando paulatinamente hacia la luz. Fue la última sinfonía compuesta por el genio ruso, en 1893, y estrenada nueve días antes de su muerte, por lo que ha sido considerada como su propio réquiem.
Consta de cuatro movimientos (Adagio – Allegro non troppo, Allegro con grazia, Allegro molto vivace, y Finale. Adagio lamentoso) y de ella él mismo autor escribió que “mientras lo pensaba, muchas veces lloré”.