Agua Caliente de Gárate: entre el Gitano y sus ciruelas
Supe lo de la feria y me fui corriendo. Acuérdese que desde hace días estoy con el tema de las ciruelas, con las cuales, ya sabe, hice dulce y también atole, aunque a Jaime Félix Pico -de acuerdo a la foto del dulce que publiqué en este espacio-, éste se le hizo muy oscuro. Es que usé panocha en lugar de azúcar blanca, le dije. Y como que no lo convencí. Y entonces llegué a suponer que él suele consumirlo cuando se lo preparan con lecherita, tal como sugiere Alma Cervantes en su recetario.
¿Cómo perder el frágil y delicioso sabor a ciruelas? Incluso pensé que Alma Cervantes no llegó a cocinar las recetas de su propio libro.
¿Cómo que tres panochas y dos lecheritas para veinte ciruelas?
No se lo tomé a mal a don Jaime Félix, porque, como todo gastrónomo sabe, cada paladar es un universo único: si a él le fascina el dulce de ciruela con lecherita, pues muy su gusto.
Pero esto es un supuesto, porque a lo mejor al hombre se lo cocinan nada más con azúcar blanca, canela y harina. ¡Vaya usted a saber! A Jaime me lo hallé en el Salón Gobernadores, donde Rubén Rocha Moya echó a andar un mecanismo que culminará en el nuevo Museo de la Cultura Sinaloense, allí donde opera el Casino de la Cultura, el que pretendía Jesús Estrada Ferreiro como oficinas de su metrobús guajiro.
Y hablando de ciruelas y guajiros, conversaba hace unos días con el doctor Samuel Ojeda Gastélum, franco y docto. Salió a relucir el tema de los restos de un mamut en el Museo, y no hubo explicación.
Pero le decía que me fui corriendo a una feria que se pretendía de ciruelas, justo en el poblado Agua Caliente de Gárate, correspondiente al municipio de Concordia. No conocía esta comunidad y su historia más famosa me traía con pendiente. Lo que quiero decir, y digo, es que se trata de la tierra del Gitano, como le decían a Rodolfo Valdez, un güerote de ojos aceitunados que asesinó al coronel Rodolfo T. Loaiza el 21 de febrero de 1944... Loaiza, para los que no sepan, era el C. Gobernador.
Y para que le entre la curiosidad histórica a algún Millennial que me esté leyendo, el crimen se perpetró durante una fiesta de carnaval en el Hotel Belmar, de Mazaltán. Ya se imaginará usted el escándalo y el corredero de gente. Y también imagine la bulla en Agua Caliente de Gárate, hermoso pueblo que no nada más generó al primer sicario sinaloense, sino también deliciosas ciruelas rojas.
Es muy seguro que los ciruelares de Agua Caliente de Gárate ya empezaban a florecer cuando se cometió el crimen, porque los árboles florean de febrero a mayo, de tal modo que hacia mayo y junio (justo como en estos días) ya se gozan de sabrosas ciruelas. Las últimas, antes de las lluvias.
Por eso, porque sé que sus ciruelas son famosas, y porque también anunciaron una feria alrededor de esta fruta, fue que corrí hasta Concordia. La verdad sea dicha, llegué como una hora antes a Agua Caliente de Gárate, y mientras conversaba con una doñita del lugar, vi que alistaban los pollos asados, los puestos de bisutería, los esquites y los doritos con chamoy. Y ya no me gustó, de modo que me regresé a la entrada del pueblo, justo a la orilla de la carretera, donde ya había visto tendederos de ciruelas rojas y amarillas, frescas y deshidratas. Y mermeladas. Y allí me estacioné.
Y fui feliz en esos precisos instantes, con los ojos llenos con el paisaje de las frutas. Y me olvidé completamente de la historia de Rodolfo Valdez el Gitano y de sus compinches, que se conocían como “Los del monte”, porque Agua Caliente de Gárate es mucho más que este sicario. Y punto.