Zelmira, una mujer de Rosario sinónimo de resiliencia ante la pérdida
Enviudó joven, después pierde a su madre y una enfermedad le arrebató a la mayor de sus cuatro hijas
ROSARIO._ Aunque Victoria Ontiveros Martínez, mejor conocida como Zelmira, asegura desconocer el significado de la palabra resiliencia, su rostro enmarcado por más de siete décadas de historias muestra que la ha vivido en carne propia al no dejarse derrumbar por el dolor de la pérdida.
Pues desde joven, refirió que ha probado el amargo sabor del dolor de la pérdida, en primer lugar al enviudar a los 28 años, con cuatro hijas, después al perder a su madre y por último el más duro de los golpes, perder a su hija mayor hace dos años.
Con notable serenidad, recordó que junto a su esposo Celestino Rendón Lora llegaron a la cabecera municipal procedentes, ella de Matatán y él de Palmarito para conformar una familia, sin saber que al sufrir un accidente al ser chofer lo perdería siete años después con cuatro pequeñas a las que se consagró por completo.
Precisó que poco después su unión dio fruto con la llegada de María del Carmen, un año después Martha, dos después con Rosa María y dos más con Ana Isabel, por lo que al fallecimiento del papá tenían 6 años, 5 años, 2 años y 6 meses de nacida, respectivamente.
“Eso fue lo más duro porque haga de cuenta que yo quedé como piedra en un pozo, sin conocer a nadie, porque yo nada más era ama de casa los siete años que duré aquí, atendiendo a mis hijas y a él, y no conocía a nadie porque venía del rancho”, recordó Zelmira.
Con estudios hasta tercero de primaria, de acuerdo a la usanza de la época de hace 77 años, refirió que fueron muchas puertas las que tocó y aunque todo parecía ir en contra, sus hijas fueron el impulso para buscar el sustento.
Con conocimientos básicos de costura, fue el primer ingreso para poder principalmente alimentar a sus hijas, pero providencialmente un conocido de nombre Carmelo le ofreció darle mercancía de mercería a concesión que pagaría al vender.
Refirió que se ha dedicado principalmente al comercio para poder atender a sus hijas, desde venta de ropa, cundinas, productos por catálogo.
“Me hicieron fuerte todo el tiempo ellas (mis hijas), con la responsabilidad de sacarlas adelante. Aunque no fue fácil porque tenía que ser padre y madre, tenía que ser dulce como mamá y de carácter fuerte como papá, no fue fácil”, explicó, aunque reconoce que aún no se explica cómo lo logró.
Como toda mamá, indicó que tenía que ser la primera en levantarse y la última en acostarse para lograr que todas fueran profesionistas.
Maria del Carmen se preparó en secretariado bilingüe en Mazatlán; Martha maestra de preescolar; Rosa María secretariado y licenciada en turismo, y Ana Isabel, informática.
El segundo golpe relató que fue cuando su mamá Loreto Martínez Ortega, después de llegar para apoyarla con las niñas, mientras ella trabaja, y 18 años luego de perder a su esposo, ahora perdía a su progenitora.
“Pero sentía que ya me había dolido todo, pero no fue así cuando pierdo a mi hija, la mayor, de una enfermedad, ese sí es el peor dolor de todos”, precisó.
No obstante, refiere que fue gracias a la fe y la esperanza en Dios en lo que ha encontrado su fuerza, con la esperanza de que su hija ya no sufre más.
Reconoce que tal fue su entrega que no se volvió a casar, dedicada enteramente a ser madre y padre para sacar adelante a sus hijas, perpetuando un matriarcado que inició con su madre.
Sobre su nombre, refirió que eso es otra historia, de acuerdo a la tradición le pusieron como le venía en el calendario Victoria, nombre que además llevaba una tía, pero otra tía estaba determinada a que se llamara como ella, Zelmira, mismo que es con el cual la llaman hasta en la actualidad.