Sergio Manuel y su largo recorrido que lo llevó a descubrir que era un talentoso pintor y artista
Sergio Manuel Ramírez Ríos pasó innumerables obstáculos hasta lograr su deseo de ser muralista publicitario y destacado pintor
EL ROSARIO._ Aunque reconoce que desde niño dio muestras de su talento para dibujar en la sindicatura de Aguaverde, Sergio Manuel Ramírez Ríos asegura que fue hasta que emigró a Estados Unidos que descubrió el artista que hay en él.
Así lo dio a conocer en entrevista a Noroeste, al revestir con su arte el arco de ingreso al pueblo que lo vio nacer, y donde mantiene el deseo de crear varios murales.
Gracias a su talento nato pasó de pintar por curiosidad, a eso que siempre identificó de alguna forma como un “don” entre sus manos que lo llevó a emprender un largo viaje que lo condujo en la actualidad a ser reconocido por murales publicitarios en Los Ángeles y Nueva York.
No obstante, confiesa que no ha sido nada fácil, por el contrario, ha sido todo un viaje que lo llevó hasta llegar al autodescubrimiento y su destino.
Desde pequeño desarrolló su talento
Sergio, como es mejor conocido, precisó que en el kinder le parecían pocas las horas para dibujar por lo que al estar el plantel a espaldas de su casa por las tardes se metía a su salón para dar rienda suelta a su creatividad.
No fue hasta en primaria que descubrió que su forma de dibujar era peculiar al lado de otros niños, aunque siempre la vio como un escape a diferentes situaciones, cosas propias de la infancia que no le gustaban.
“En la escuela dibujaba, entonces cuando los niños me decían “¿Me haces uno?”, y yo decía “pues tú puedes”, y me decían, “es que a mí no me salen como a ti”, y ahí fue cuando me di cuenta”, expuso.
Emigra al otro lado de la frontera
Al no ser visto el arte en su contexto como una forma de trabajo o sustento, señaló que decidió estudiar Ingeniería Electrónica, tras lo cual, en busca de progresar, migró a la ciudad de Tijuana para enseguida mudarse a Idaho, Estados Unidos, con el objetivo de aprender inglés.
Fue en ese momento que se inscribió en el único taller de pintura formal que tomó en su vida para conocer una voz más que le hablaba del talento con el que contaba, la cual tomó como una señal que iba por el camino correcto.
“Me inscribí solamente para conocer y al final del curso el maestro, el pintor, se sorprendió del talento porque ni yo sabía que podía pintar así, y me felicitó y me dijo que era un diamante en bruto”, expuso.
Destacó que nunca se le han olvidado aquellas palabras, por lo que siguió la sugerencia de seguir pintando, dando pie a sus primeros cuadros, un paisaje y el rostro de la virgen de Guadalupe.
Tras no encontrar respuesta a sus inquietudes decide irse de nuevo a Guadalajara, Jalisco, donde buscaba ejercer su profesión, pero sin éxito.
Tras regresar a su tierra, además de recorrer varios trabajos como vender tiempos compartidos en Mazatlán o dar clases de inglés en Potrerillos, vio que para superarse tendría que regresar de nueva cuenta Estados Unidos.
Sus primeros murales
Ante el panorama desalentador, expuso que en el año 2010 fue cuando decidió pintar su primer mural de “La última cena”, inspirado en la película de la Pasión de Cristo, de Mel Gibson, en el muro sobre la puerta principal del templo parroquial de San José, en su natal Aguaverde.
Su deseo de pintar el primer mural coincidió con el del párroco del templo, quien buscaba que hubiera una imagen sagrada. Si bien recibió el permiso fue con la advertencia de que si no gustaba lo borraría, pero gustó al grado de que no fue uno sino dos.
El segundo mural fue en la misma iglesia, pero al año siguiente, en esta ocasión para el bautisterio pintó una imagen del bautismo de Jesús, réplica de un tapete de la Catedral de Nuestra Señora de los Ángeles, de Los Ángeles, California.
“De ahí, hizo una ceremonia y todo, dijo él que yo le estaba dando las gracias a Dios por el talento que me había dado él (Dios), porque nunca fui a la escuela, y eso salió así nomás sin yo haber estudiado nada”, reconoció.
Regreso a EU
Fue hasta que llegó un amigo a la comunidad, proveniente de Estados Unidos, y vio los murales que le aconsejó que se fuera a Los Ángeles, California, y ante la falta de trabajo que había en la región decidió migrar nuevamente con una familia que no conocía y emplearse como cocinero.
“Llegué yo allá y me dice la señora a donde llegué, “¿Qué estás haciendo tú de cocinero, si eres artista?, y yo le dije, no soy artista, sé pintar, fue una chiripada como decimos aquí”, citó entre risas.
Manifestó que al ver el talento en él, su casera, la señora Alma Pila, de Guadalajara, acordó no cobrarle renta con la única condición de que se dedicara a pintar, por lo que le pidió un domo en su recámara, al aceptar por ocho meses le pintó un cielo abierto.
Llegada al mundo de los murales publicitarios
Lo que ahora ve a la distancia como una preparación para su llegada al mundo de los murales, fue su segundo empleo en un templo en Placita Olvera, tras una breve entrevista de cinco minutos donde pintó un Ángel de la Guarda, de Murillo, y arte religioso, a la par de que por las mañanas seguía de cocinero.
“La empresa de los espectaculares estaba frente al restaurante donde yo trabajaba, entonces cuando supe que eran pintados, pues ya el trabajo que había hecho para la iglesia me había dado la oportunidad de crear un portafolio y fue cuando empecé a corretear a esta compañía”.
Explicó que el trabajo que anhelaba era en la empresa “The Walldogs” (Los Perros de la pared), que consiste en espectaculares pintados a mano y por tal motivo es catalogado en Estados Unidos como “el lujo de la publicidad”, ya que en los edificios de Los Ángeles y Nueva York no se permiten espectaculares.
El artista refirió que tras una búsqueda de tres meses consiguió ingresar a la compañía de murales publicitarios y su primer trabajo fue plasmar el cartel de la película “Black Shadows” (Sombras Tenebrosas en Latinoamérica), que protagonizó el actor Johnny Depp.
“Yo estaba fascinado, estaba brincando cuando me dieron la oportunidad, y el primer día hasta choqué me acuerdo antes de llegar al trabajo de lo nervioso que iba, y pues no, me tuvieron paciencia a que se arreglara todo lo del accidente y ya me pusieron a prueba con el dueño de la compañía, que hasta ahorita trabajo con él”.
Detalló que las medidas de su primer trabajo fueron de 60 metros de largo por 30 metros de alto, que le llevó realizarlo 10 días, en una altura de 12 pisos, que corresponde a aproximadamente 100 metros.
El joven pintor agregó que la publicidad más grande en la que ha colaborado ha sido de 80 por 40 metros.
Sobre si tenía experiencia en trabajos en las alturas, reconoció: “No, de hecho cuando yo llegué a la escena, ahí al trabajo todo nervioso por el accidente, como duré pidiendo la oportunidad, dije, ‘uy, ya la perdí’. Cuando el señor me dice ‘no, ¿cuál?, te estamos esperando súbete’. No me dio tiempo ni para pensar, nada más me dijo ‘no mires hacia abajo hasta que estemos arriba’”.
Refirió que el temor de estar a varios pisos de altura se fue al enfocarse en el trabajo, además de que son muchas medidas de seguridad pues están sujetos al punto de que si caen quedan pendiendo de cuerdas. “Ya ahora hasta bailo arriba”, bromeó.
Su técnica
Sobre la técnica para pasar una imagen a mural en lo alto, dio a conocer que se trata de la llamada “Pouncing”, que aunque no tiene traducción se podría interpretar como carboncillo.
Detalló que se emplea dicha técnica por el tiempo que dan los clientes, pues a mano alzada sería muy tardado, motivo ante el cual proyectan en un cuarto oscuro la imagen en rollos de papel para trazar con una pluma eléctrica, y en la pared marcar por medio de las líneas con carbón, y al aplicar colores y sombras es donde entra el talento.
Celebridades pintadas
Entre las celebridades que ha pintado están Kylie Jenner, Jane Fonda, Tom Hanks, Serena Williams, modelos de Victoria Secret, pero con la que confiesa hubo mayor presión fue con Beyoncé al ser fan de la cantante.
Al reiterar que no estudió, reconoce que su escuela ha sido este trabajo donde ha compartido con personas de mucha experiencia, pues en cada proyecto se implican seis artistas, y destacó que su principal maestro ha sido el pintor mexicano Esteban Sánchez.
En lo tocante a satisfacciones, comentó: “Cuando lo terminas, especialmente si es algo nuevo, la satisfacción es la reacción de la gente”.
Arte efímero
Sostuvo que lo único que generaba sentimientos encontrados al inicio es que los murales se tienen que borrar al ser publicidad que dura periodos no mayores a un mes, lo cual lo calificó como un arte efímero.
“Al principio sí dolía, tanta frustración, o sea, a veces no dormía de que decía ‘ay, no me sale el hombre, no se parece o ¿cómo le voy a hacer aquí?’, y ya terminas. A veces abríamos una cerveza o algo y ya la satisfacción de ya quedó, se prende la luz, se queda por un mes y se va y pues me acostumbré... Es un lujo que nos damos porque ¿quién se atreve a borrar una pieza así?”.
Contra todo pronóstico, aseveró que se produce una especie de frustración cuando los murales por su realismo y precisión lo confunden con espectacular, al no apreciarse el arte detrás, lo que atribuyó a la falta de difusión a este oficio.
Un punto que le dio reconocimiento a gran escala fue el pintar el mural póstumo de Jenny Rivera, en Long Beach, California, no sin antes tener en sinsabor de que la familia Rivera pretendía negarle el crédito y dárselo a un hijo de la finada estrella.
Profeta en su tierra
Por otro lado, Ramírez expuso que se sentía satisfecho de ser profeta en su tierra porque ha realizado cinco murales en Mazatlán, el más impresionante el creado en el hotel The Inn, donde tuvo que salir de la técnica acostumbrada sacándolo de su zona de confort.
Otro mural en Rosario, su tierra, de una fotografía de Lola Beltrán al interior del museo dedicado a la reina de la canción ranchera.
Aunque manifestó que no siempre ha sido fácil pues en dos ocasiones se ha quedado sobre la mesa trabajar en Rosario, en la administración pasada un mural en la cabecera, y en la actual, otro en la cancha Telmex.
Próximos proyectos
Sobre los proyectos que están en puerta, sostuvo que está en proceso una exposición en Estados Unidos de sus obras que proyecten la mezcla de su lugar de origen y donde vive, al igual que no descarta exponer algún día en Sinaloa.
Un anhelo que se ha quedado en el tintero, enfatizó, es el crear un espacio en su pueblo donde pueda promover la pintura y otros tipos de artes. Aunque ya cuenta con una vivienda, reconoció que se requiere de mucho apoyo para sembrar un semillero.