Madres con niños especiales forman en Escuinapa la Tribu TEA
Las respuestas que buscan para atender a sus hijos con el Trastorno del Espectro Autista unió a Roxana Ramírez Apodaca, Liliana Alvarado Osuna e Ingrid Paola Camacho Rivera
ESCUINAPA. _ ¿Qué voy a hacer? Fue la pregunta que de manera individual se hicieron Roxana Ramírez Apodaca, Liliana Alvarado Osuna e Ingrid Paola Camacho Rivera y en busca de respuestas se encontraron como mamás especiales.
Roxana las unió, reconocen, en una tarea que no sólo las encontró, sino que las llevó a organizarse formando la Tribu TEA, que forman mamás que tienen el reto diario de atender y formar a un hijo con trastorno del espectro autista.
Es un grupo de alrededor de 50 mamás, que se organizaron gracias a Roxana, que después de pasar los primeros días de impacto, empezó a buscar a quienes vivían una situación similar a ella, que el amor de sus vidas, sus hijos, tenían autismo, una palabra que parecía lejana pero que llegó a sus hogares a transformarlo todo.
“En el 2022 cuando recibo el diagnóstico con autismo de Ethan, como toda madre lo cobijé, lo sufrí, lo acepte, perdí la fe, pero cuando decido dejar de renegar y me cuestiono si seré solo yo, busque a quienes vivieran la misma situación”, expresa Roxana.
Pero al saber que no eran las únicas fue lo que las unió en un mismo propósito, a veces algunas luchando más que otras, otras que no habían pasado por el el duelo de saber que su hijo tendrá una condición especial, otras, buscan alternativas, partiendo de que los avances que tengan siempre serán significativos sí ellas los están trabajando diario.
“Es un camino difícil lo que vas encontrando en el camino...cuando recibes el diagnóstico no es fácil, cuando tienes una hija no esperas que sea así, piensas lo meteré a danza, en este camino es entender que claro que lo puede hacer, pero es más complicado para nosotros”, expresa Ingrid Paola.
No esperan que el mundo se adapte a ellos, pero sí que entiendan que si estas condiciones existen, como el TEA, el mundo debe saber o aprender que hacer, indica. Esa es lo que busca para América y para todos los niños, indica Ingrid Paola.
“La maternidad es difícil para cualquier mamá, pero nosotros tenemos que aprender de otra manera, pero también a disfrutarlo, Fernando me ha enseñado tanto, a nosotros nos emociona ver como ya come solo, quizá para los demás son detalles que no les emocionaría, pero para nosotros son logros”, explica Liliana.
Comparten que cada detalle que tienen como avance les entusiasma; en lo emocional, en lo físico, en conductas, con sus hijos no hay días iguales y a veces la incertidumbre se presenta y como toda mamá, lloran, pero saben que deben levantarse de nuevo, a ver que sigue.
Tener un hijo con TEA también conlleva gastar mucho, no es tan accesible el costo de terapias, pues son distintas las que deben tomar y el costo también es emocional.
En todos los aspectos, es abandonar la vida que tenían con amistades, es cambiar la rutina con sus parejas, a veces hay diversidad de opinión de cómo manejar el tema, quizá habrá quienes les pidan que callen y otros más que les piden que le expliquen al mundo con su amor de mamá, como es el autismo para que lo entienden y en el caso más extremo les toca ser mamás solas.
El camino no es fácil, coinciden, no era para lo que estaban preparadas, pero ahora que están ahí, solo quieren hacer que el mundo empiece a tomar conciencia de la situación, poco a poco saben que lo lograrán, porque para una mamá no hay imposibles.
Ethan, Fernando y América van a escuelas regulares, en algunas han encontrado empatía para ir avanzando, en otras quizá les falta aprender lo que es el TEA, pero estos avances tienen dos nombres con cuatro letras cada uno: Amor y Mamá.