Karen Lulú, la alumna de excelencia que se animó a emprender su propio negocio
Nacida en una familia forjada en la docencia, de mamá, papá, tías, tíos maestras y maestros, y hasta su abuela paterna, ha sido desde pequeña una estudiante brillante
Desde niña Karen Lulú García Faubert tuvo en claro que la educación es la única vía posible para su crecimiento intelectual y emocional.
Nacida en una familia forjada en la docencia, de mamá, papá, tías y tíos maestras y maestros, y hasta su abuela paterna, ha sido desde pequeña una estudiante brillante.
En su natal Escuinapa, por su excelencia académica, ha sido Alcaldesa infantil y Alcaldesa juvenil, reconocida por los Alcaldes Juan Manuel Lerma Cruz y Emmett Soto Grave, en 2013 y en 2020.
Por eso, la emergencia sanitaria de Covid-19 no fue un obstáculo para ella, lo que le dio la oportunidad de abrir su propio negocio.
Apenas iniciaba la carrera de Comercio Internacional en la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad Autónoma de Sinaloa, en Mazatlán, cuando pensó que le quedaba tiempo para hacer algo más, y así logró ser técnica-optometrista.
“Por la pandemia estaba tomando dos carreras, la de Comercio Internacional y tomé curso técnico en el Cecati de Culiacán, es un curso de tres meses y ahora soy técnica-optometrista”, expresa orgullosa.
La vida es de oportunidades, en su carrera tiene una clase de investigación de mercados, que se basa en cómo hacer crecer los negocios en ciudades pequeñas, cómo satisfacer las necesidades de las personas.
Y entonces encontró el sentido de lo que quería hacer, primero aprender a ser técnica optometrista, continuar su carrera para aprender cómo innovar, cómo ofrecer nuevas cosas y cómo ampliar su mercado.
Fue así como se asoció con Ronaldo Lizárraga, quien ya tenía una óptica en Rosario, y quien le permitió hacer prácticas en el lugar, para convertirse en su socia y tener su propia óptica, su primer negocio juntos.
Estudiar y emprender a la vez es un reto, que implica no solo estar pendiente del negocio, sino también de la escuela, sacrificar tiempo de dormir, de estar en otras actividades, precisa.
Para ir la UAS en Mazatlán debe levantarse a las 4:30 horas de lunes a viernes, para tomar el camión de las 5:00 horas y llegar a la escuela a las 7:00 horas, tomar sus clases y regresarse a Escuinapa casi a las 13:00 horas para atender su negocio.
“Me hace feliz lo que hago, crecí en una familia de clase media, vi a mis papás trabajando, esa cultura del esfuerzo de ellos me hizo que cuando tuve la oportunidad de hacer algo, no dudé en poner la óptica, me ha ayudado a solventar la carrera y poder tener un poco de ayuda económica para mí, para mi desarrollo personal y profesional”, explica.
De ese negocio no solo depende su desarrollo, también implica el poder otorgar un trabajo a dos colaboradores que la apoyan, por lo que los sueños no paran aquí, señala.
En su mente está continuar aprendiendo, seguir estudiando para hacer crecer el negocio, para ofrecer más cosas, entre ellas podría ser que alguna vez tenga su propio taller para elaborar las micas.
O si decide, ser agente aduanal en México, Canadá u otra parte del mundo, podría seguir invirtiendo en el negocio, comenta.
La joven de 20 años dice que estudiar implica seguir tejiendo sueños y que una de las palabras más importantes es “atreverse”, no tener miedo a eso retos, pues lo importante es subirse en ellos y tomar impulso para crecer.
“Como estudiante y emprendedora, me siento feliz, la verdad, no solo haciendo crecer mi negocio, sino llevando a cabo lo que deseaba, a todos los jóvenes los invito a que pongan en práctica lo que deseen hacer, pues perseverando se alcanza el éxito”.