‘Estoy retomando mi vida de nuevo’: Blanca Itzel
La doctora enfrentó el mayor reto con un tema de salud, luchó contra el cáncer de mama y agradeció a Dios por renacer a corta edad
ESCUINAPA._ En la vida hay lecciones que aprender, que llegan de pronto, que te cimbran, que tambalean tu proyecto de vida pero que tienen que ocurrir para dar paso a lo que Dios quiere, no a lo que deseas, expresa convencida la doctora Blanca Itzel Mancillas Lizárraga.
“Lo que pase bueno o malo es decisión de Dios, dejé de preguntarme ¿Por qué me pasó en el internado?, Por qué, pasó el tiempo y me di cuenta que así tenía que ser, tenía que conocer a muchas personas que me han abierto puertas, porque así era el plan y agradezco a Dios por eso”, dice.
Han pasado dos años desde que la doctora Mancillas enfrentó el mayor reto con un tema de salud, que, a sus 24 años en ese entonces, se presentaba y esta vez la paciente era ella, pero también lo fue su mamá, enfrentando juntas una de las palabras más fuertes que se escucha en materia médica: cáncer de mama.
Fue algo que no entendía, señala, era joven, sus pechos tenían una coloración sana, no tenía pezón retraído, no bebía alcohol, se ejercitaba y además solo tenía 24 años y estaba como residente de medicina en el Hospital General de Mazatlán, con miles de proyectos en mente
¿Por qué a mí?
Blanca salió de la Universidad con el camino marcado primero a cumplir con su residencia, luego sería el servicio y después buscaría la especialidad, su sueño ser cirujana.
El plan de vida era perfecto, ideal y comprometida como es, no dudaba que lograría concretar todo, porque se considera terca.
Estaba en una de esas charlas con su compañera doctora también, era un espacio libre de esos pocos que se dan durante la residencia, empezó a tocarse los pechos, por esa costumbre que a veces se tiene, indica.
“De repente sentí una bolita que no tenía, pequeña como de un centímetro, le digo a mi compañera doctora ‘oye que onda con esta bolita’, entonces me voy con el doctor Ramos que es imaginólo, me hace un estudio y me dice no te preocupes”, expresa.
Entiende el tema médico, acepto la posibilidad de que fuera un tumor maligno, nada daba señales de su cuerpo estuviera mal, pero la ‘bolita’ siguió creciendo y el doctor la siguió acompañando, la turnó con su esposa especialista también.
Pues durante los meses posteriores la ‘bolita’ ya medía 2 centímetros, en junio, cuatro meses después, el tamaño ya era de 4 a 5 centímetros, el doctor le indica que harán una biopsia, pues el problema iba avanzando.
Los estudios médicos y genéticos que se le hicieron determinaron que a diferencia de otras personas, ella portaba un gen mutable, de no tenerlo su cuerpo tenía capacidad de atacar células malignas para impedir que el tumor siguiera creciendo.
El tumor ya medía 5.5 centímetros, ya no era candidata a tener la mastectomía radical en lo inmediato, tenía que tener quimioterapias antes de la cirugía, pues su cáncer por su condición genética, era agresivo.
“Me dijeron que mi cáncer era muy agresivo, lloraba, tan solo como mujer somos vanidosas, no queremos perder ni una uña, me preguntaba, estaba enojada con Dios.
¿Por qué a gente que es mala, que mata, viola porque a mí? las quimioterapias eran dura, mi cabello se cayó en la primera sesión” dice.
Su cabello que lo cuidaba, no resistió, recordando una anécdota de niñas, cuando su hermana le rapó a su muñeca preferida, le pidió que esta vez lo hiciera con ella, fue un momento de ellas, de llorar juntas y de saber que se tienen la una a la otra, precisa.
Mientras su tratamiento con quimioterapia avanzaba, su insistencia con su mamá Blanca Esther a que se revisara, a que se hiciera mastografía era cada que hablaban.
Y entonces la mastografía arrojó que su mamá tenía células anormales que requerían atenderse y ese fue un momento duro para todos en casa, ella en tratamiento de quimioterapias, preparándose para la mastectomía radical de ambos pechos pues era necesario prevenir y su mamá buscando los medios de atención en donde tiene derechohabiencia como trabajadora.
No la consiguió, pero su madre al saber de una jornada en Rosa Morada, Nayarit, donde harían biopsias, decidió acudir y ahí se le determinó cáncer en etapa temprana o de inicación.
“Me estaban operando a mí en Mazatlán y a mi mamá en Rosa Morada, Nayarit, por la tarde, mi papá con ella, mi suegra, unas amigas, conmigo”, explica.
Esa fue una prueba dura como familia, de fortaleza y resilencia, indica, aún seguía sin entender los designos de Dios, pero poco a poco se le fue mostrando el camino.
“Claro que me reconcilie con Dios, porque gracias a que soy doctor también me fue conduciendo con personas, con médicos, con equipo médico que estaba ahí apoyándome”, relata.
Sus pelucas
En ese camino de tratamiento, de sanar, tuvo miedo de morir, precisa, de decirle a su mamá que de volver el cáncer simplemente no quería nada más, pues veía cómo jóvenes de su edad, de su generación morían por el padecimieto y ahí entraba el miedo, no quería más.
En el proceso de traamiento poco a poco fue saliendo, el cirujano plástico Arnoldo Topete, el doctor Arturo Ramos Ruelas, el doctor Jesús Iván Gómez Pinto y el doctor Carlos Leonel Verdugo se convirtieron en sus ángeles, en quienes le daban el apoyo médico y moral.
Y sus pelucas de colores diversos, que la hacían rubia o morena, también se convirtieron en un aliciente cuando su cabello se cayó.
“Creo que además de mis médicos, de mi familia, mis pelucas me ayudaron mucho, no quise salir a la calle con turbantes, salía con mis pelucas, de distintos colores”, explica.
La remisión
Blanca y su mamá están en etapa de remisión, su cáncer de mama en su caso es genético y hormonal por lo que continúa en tratamiento, pero sigue pensando en realizar sus proyectos, indica.
“Estoy retomando mi vida de nuevo, empiezo a hacer ejercicio me convertir en una mujer más fuerte, soy feliz, simplemente haciendo nada, ir a la playa, disfruto todo, volví a nacer” expresa.
Piensa en hacer la especialidad, en casarse, en tener hijos, pero ahora el tiempo no lo marca ella, se deja conducir por algo divino, espera de manera paciente, es parte de lo que aprendió.
“El mundo se te cae, la verdad, no ves nada positivo, la vida no es como quisiéramos, pero estamos aquí, puedo caminar, puedo ver, fue necesario vivir esto para valorar cosas que antes no veía, le digo a mi mamá, yo no me voy a quedar con ganas de hacer nada, eso es bonito, no quedarte con ganas de nada, si quiero aprender a patinar lo haré, todo hare”, afirma.
Blanca Itzel disfruta el día a día, va sin prisa, recordando las palabras que le dijo el doctor Arnoldo Topete González cuando afligida le dijo que en la carrera de medicina ella se había quedado atrás no había avanzando.
“Le dije al doctor Arnoldo Topete que sentía que estaba atrás y mi mayor sueño es ser cirujano y le doctor me dijo: ‘mira Blanca el año que a ti te toque es el que Dios va a escoger para ti, es lo que será para ti’, me dijo que sería una excelente doctora por el proceso que pasé y espero así sea”, señala.
Su visión de vida a cambiado, reconoce, hoy no le reclama a Dios, le agradece, todo fue como tenía que ser por mandato divino, ni antes ni después y es algo que hoy entiende perfecto.