El dolor inunda a Tecualilla tras la muerte de William Orismar
La familia del niño de 11 años y la comunidad lamentan su deceso a causa de un accidente el miércoles durante su entrenamiento de beisbol
TECUALILLA, Escuinapa._ En las calles de Tecualilla se siente el duelo ante la pérdida de William Orismar, un peloterito de apenas 11 años.
La tragedia de su muerte, mientras practicaba lo que más le gustaba, que era el beisbol, ha conmocionado a la comunidad, que permanece mayormente en silencio.
Y en la casa de William, ubicada frente a la iglesia, su abuelita Tere despide a su compañero de mandados, mientras se abraza a la profesora del pequeño que llegó a dejarle flores y globos a su féretro.
“Pidió permiso para ir a jugar y no volvió. Cómo me duele mi niño, me duele muchísimo”, le expresa doña Tere a la profesora.
En la sala donde William vivía junto a sus papás, su abuelita y sus dos hermanos, Luis Efrén y un pequeño de 3 meses, están las cosas que más le gustaban.
La sala fue preparada con objetos que eran parte de la vida del niño que el 12 de diciembre cumpliría 12 años. Está la motocicleta eléctrica en la que a veces iba a la Primaria Benito Juárez y sobre la canastilla se encuentran sus lentes de beisbol, su manilla, todo aquello que le apasionaba.
Su abuelita recuerda que después de que su nieto llegó a casa el miércoles 20 de noviembre, le mostró el estandarte de Francisco Villa que le tocó portar en el desfile por el Día de la Revolución Mexicana. Luego pidió permiso para ir al entrenamiento.
William se había decidido por el beisbol. Aunque había practicado futbol finalmente decidió que lo que quería era jugar sobre el diamante, participar en las competencias como ya lo hacía con su entrenador, yendo a las comunidades cercanas.
“Mi niño era expresivo, nunca andaba de grosero, siempre decía ‘Te amo’. Aquí nacieron conmigo los tres (nietos). Cuando nos avisaron (del accidente) pensé que era una cortadita, en que le haría una ‘costurita’, pero no, se había ido”, relata doña Tere con pesar.
Los familiares de William aún no asimilan el lamentable accidente que les tocó vivir. Solo recuerdan lo feliz que los hacía el pequeño, lo grandioso que fue. Muestran también sus fotos de niño, las anécdotas de cuando fue rey en el kínder.
Recuerdan cómo fue cuando nació y cómo se decidieron por el nombre de Orismar, escogido en honor de su tío, un nombre compuesto porque a la bisabuela le gustaba. En casa hay muchas anécdotas que hablan de una gran vida, aunque hayan sido de pocos años.
Luis Efrén, su hermano mayor, habla orgulloso de William. Estaba “bien hecho”, “bien ponchado”, dice, y recuerda que el menor jugaba diversas zonas del cuadro de beisbol.
Entre su pesar, solo puede recordar cómo lo extrañará su hermano de 3 meses de edad.
“Eran sus ‘ojos’ de mi hermanito, siempre lo estaba cargando, estaba emocionado”, señala.
Los globos y flores empezaron a llegar temprano a casa. Afuera, los docentes de la Primaria Benito Juárez se hacen presentes, así como los primos de William, cargados de globos blancos.
Al pequeño se le extrañará en casa y en Tecualilla, la comunidad que gustaba de recorrer en bicicleta.