Don Francisco se regresa a limpiar árboles de mango; para él, la temporada de camarón ya concluyó

Carolina Tiznado
26 septiembre 2022

Don Francisco Cruz Vargas tomó su abanico, su candil y su catre para con la poca gasolina que le quedó para su motor, regresar a casa, a la parcela, a colgar la atarraya para el próximo año

ESCUINAPA. _ Don Francisco Cruz Vargas tomó sus ‘tiliches’ como les llama y se embarcó de nuevo de regreso a Apoderado, a limpiar sus árboles de mangos, para él la temporada de camarón ya concluyó.

Esta mañana tomó su abanico, su candil y su catre para con la poca gasolina que le quedó para su motor, regresar a casa, a la parcela, a colgar la atarraya para el próximo año.

“Ya me voy ‘desahuciado’, a que le tiro, no me llegó Bienpesca, a que ando batallando, salí a las 4 de la tarde de ayer a pescar, llegue a las 5 de la mañana de hoy (lunes) con 5 camarones, ya se acabó el camarón, se lo acabaron los changos (artes de pesca prohibida)”, señala mientras termina de empacar.

Por agua llegó al sitio de su cooperativa la General Lázaro Cárdenas, cruzando los cerros y marismas desde Apoderado en Rosario, la comunidad donde reside, pero aquí ya no hay más que hacer por esa razón se va, manifestó.

“Ayer ferié uno de 500 pesos, ya mero me lo acabé, con decirle que ni la libreta manché (donde se anota la producción de las cooperativas), mejor me regreso, le eche 500 pesos de gasolina ayer y gaste 100 pesos en el candil, no llevo nada”, expresa.

Se siente frustrado, decepcionado, el año pasado su paso por el sitio fue por 3 días, esta vez se va antes, a seguir trabajando el campo, donde el producto tampoco vale, pues sus mangos apenas alcanzaron los 2 pesos por kilogramo, indica.

“Este año ni el mango sirvió para nada, total que a nada le pegamos, sí me voy decepcionado, pero es mejor irme, antes de gastar más, si así están las cosas, mejor me voy de volada”, dijo.

Y mientras Don Francisco se marchaba entre la palizada y las aves de un lugar que ostenta riqueza, las historias se repetían durante la mañana, los rostros desencajados llegar, con el cansancio del calor sobre sus espaldas y embarcaciones vacías.

“Cuatro kilos cuando mucho agarramos, andamos desde las 4 de la mañana, son las 12, no hay nada, sacamos de 2 a 3 camarones por tarrayazo, venimos de fuera, así no sacamos ni para la comida, menos para mantener el motor”, dijo.

No hay esperanza de que las cosas mejoren, la situación es crítica, el producto se acabó, en período de veda había gente que sacaba hasta 100 kilogramos por día, era mejor haber salido el 15, por lo menos, aunque sin tamaño la producción como socios sería otra, manifestó.