Camilo abrazó a sus familiares tras 50 horas perdido en altamar
Camilo y sus compañeros fueron rescatados por la Secretaria de Marina y por la astucia del cuñado Martín
TEACAPÁN, Escuinapa._ ¡Papi te extrañe!, gritó la pequeña Camila, cuando observó aparecer a su padre en la panga que fue remolcada desde mar adentro hasta la costa de esta sindicatura.
Camila no pudo abrazar de inmediato a su papá Camilo, pues la Secretaria de Marina y Cruz Roja estaban listos para dar atención médica y valorar como estaban él y su compañero Pedro.
La angustia de no saber de ellos por casi 50 horas había movilizado a pescadores y autoridades, pero fue Martín Villalvazo quien los encontró muchas millas dentro de donde estaban trabajando.
“La transmisión se me desbarató, como a eso de las 10 de la mañana (del miércoles) ya veníamos y todo bien, de repente se amarró el motor como a 40 kilometros de aquí”, expresa Camilo.
De momento no tuvieron miedo, ni zozobra, sabía que tenía que mantener la calma o por lo menos eso le enseñó su cuñado Martín, cuando lo acompañaba a pescar.
Decidieron sacar pescado para comer y echar hielos a los botes que llevaban para tener agua, puso banderas, busco de todas las maneras ser visible para que los encontraron.
Pero no contaban con que el viento era fuerte y este los fue llevando corriente ‘abajo’, para avanzar casi 30 kilometros más, la fe en Dios no la perdían pero sí hubo momentos de incertidumbre, reconoce.
“El viento fuerte, nos movió lejos, ahí sí entra la duda ¿quién sabe si nos iban a hallar, estábamos lejos, hicimos remos, hasta que vimos en la mañana una panga y se nos acerco”, expresa.
Los tripulantes de la panga se acercaron, pero les manifestaron que apenas iban llegando a trabajar, les pidieron que esperaran y los iban a ayudar, mientras les dieron sándwichs para que comieran algo y les dieron un ancla, la costa no se veía lejos.
Al parecer estaban más cerca de Islas Maria que de Teacapán, indicó, estaban esperando cuando observó a su cuñado Martín, quien estaba seguro que los encontraría y así fue.
“Sabía que me iba a encontrar, con él me enseñé a pescar (con Martín) y sé como hace las cosas, iba haciendo lo que más o menos él iba a hacer, eso iba haciendo, iba tirando pedazos de línea para no perdernos y nos encontraron”, señala.
En la búsqueda de su cuñado pequeño, el que creció con sus hijos pues es de su edad, Martín decidió ir hacía donde estaba la corriente, pues ahí tenía la seguridad que los encontraría.
“Teníamos las coordenadas donde lo vieron, fuimos, no estaban, andaban la Marina buscándolo, compañeros de nosotros que fueron a trabajar, corrimos más para la orilla a a favor de la corriente y ahí estaban los chavalos, alegres, brincando en la panga”, dijo.
Camilo se crió con sus hijos, el mensaje que le mando a su esposa es que no regresaría hasta encontrar a su hijo, al que criaron juntos como tal y a quien enseño a pescar.