Ana Manuela encuentra providente el canje de uniformes tras perder a su esposo
Ana Manuela García Rendón considera que la oportunidad fue una ayuda del cielo
EL ROSARIO._ Seis meses habían transcurrido desde que Ana Manuela García Rendón enviudó y se quedó con dos pequeños a recibir una llamada en el celular de su finado esposo, Manuel Antonio Silva Cristerna, con la invitación de un proveedor para iniciar un centro de canje de uniformes escolares, propuesta la cual vio como una ayuda del cielo.
Su mayor miedo, confiesa, era el encontrarse sola con sus hijos Paloma y Enrique, que tan sólo contaban con 9 meses y 3 años de edad, respectivamente.
Al cuestionarle sobre el hecho de trabajar aún con el duelo, señaló: “Fue pesado, porque yo adelgacé mucho porque me mortificaban muchas cosas, pero nunca me rajé”.
De eso han transcurrido ya nueve años, y haciendo una retrospectiva, Ana Manuela lo ve como un acto providente de parte de los que llama sus ángeles.
“Yo siempre he dicho que los ángeles existen y cuando mi marido se murió el teléfono de él dejo de funcionar y no sé por qué ese día me dio la corazonada de conectarlo, lo cargué y lo prendí, y sonó, entonces digo, pues son señales. Yo siempre he dicho, ¿cómo timbró ese día?”.
Detalló que tras exponerle la situación de la pérdida de su esposo al proveedor, él le colgó para después llamarla ya con la propuesta, seguida de otras más para explicarle el proceso del oficio que ahora le ayuda en el sustento de sus hijos.
“Mis hijos fue lo principal que me motivó, empecé en un cuartito ahí en la calle 22 de Diciembre, yo me acuerdo que llegaron y me llenaron un cuarto de uniformes y me asusté. Dije ‘¿Cómo le voy a hacer?’. Me puse a buscar, a lo mejor tiene muchas llamadas perdidas y no, no tenía llamadas perdidas, fue coincidencia”.
Los retos
Comentó que en ese momento inició con poco más de mil uniformes, pero cada año se traza la meta de aumentar un poco más hasta en la actualidad alcanzar los 2 mil uniformes.
Sobre los retos, manifestó que mientras ella ha sido muy metódica en observar las indicaciones del programa, se ha encontrado con otras personas que incluso entregan los uniformes a domicilio.
Otro de los retos han sido los diferentes temperamentos de cada padre de familia o tutor, pues además de haber agradecidos, existen otros que llegan a ser groseros.
En busca de dar una buena vida para sus hijos, argumentó que además emprendió un negocio de artículos religiosos y es asistente educativa en un preescolar, sin saber de dónde saca energías para llevarlos a su escuela, así como a la orquesta y al coro como actividad extraescolar.
Por eso, mientras ve las bolsas de uniformes o mercancía, añade que entre todos esos bultos los ha visto crecer.
“Hay veces que me acuerdo y no, pues sí, ahí vamos caminando, no me rajo y siempre para adelante”.