Redoble de Jasper Philipsen en territorio Ocaña; Adam Yates sigue de amarillo
La cuarta etapa fue para el ciclista belga, que dominó los 181,9 kilómetros del recorrido
NOGARO, Francia._ El belga Jasper Philipsen evidenció este martes su estado de gracia con el segundo triunfo consecutivo al esprint, esta vez en la cuarta etapa del Tour de Francia, disputada entre Dax y Nogaro sobre un recorrido de 181,9 kilómetros en una jornada de transición en la que el británico Adam Yates (UAE) mantuvo el jersey amarillo de líder.
Estaba cantado el esprint la víspera de la entrada en los Pirineos, y Philipsen entonó el himno de la victoria con una autoridad inapelable, con un ataque lejano que supo mantener ante el acoso de sus rivales. Firmó el doblete en el autódromo Paul Armagnac de Nogaro con un tiempo de 4h.25.28, a una media de 41,1, en un día lento que cerró la jornada con casi media hora de retraso.
Philipsen alzó los brazos por cuarta vez en el Tour y cerró el paso a la gloria al australiano Caleb Ewan (Lotto Dstny) y al alemán Phil Bauhaus (Bahrain Victorious). En su búsqueda del récord de 35 victorias de etapa, Mark Cavendish deberá esperar al paso de los Pirineos para tener otra oportunidad.
Asueto, tranquilidad, tregua entre los favoritos. No alteraron la fiesta de los esprinters. Su turno llega en la montaña a partir de este miércoles con el Soudet y el Marie Blanche. Adam Yates saldrá de amarillo con 6 segundos de renta sobre Tadej Pogacar y el hermano gemelo Simon Yates. Los españoles Mikel Landa y Carlos Rodríguez a 22.
El recuerdo sagrado de Luis Ocaña
En Las Landas hubo tregua desde el banderazo de salida. Era un día para el esprint, para el deleite de los velocistas y el descanso activo de los hombres de la general. Nada de fuga de salida, el pelotón no dio luz verde para no alterar el orden pactado. Solo a partir del km 95, al paso por el esprint intermedio de Notre Dame des Cyclistes, en Labastide D’Armagnac, se interrumpió el bostezo generalizado.
Esta localidad alberga desde el 18 de mayo de 1959 el santuario de Nuestra Señora de los Ciclistas, actualmente un museo del ciclismo, de cuyos muros cuelgan los maillots de campeones del Tour de Francia, como Eddy Merckx, Jacques Anquetil, el local André Darrigade, campeón mundial en 1959, y los españoles Alberto Contador, Alejandro Valverde, y por supuesto, de Luis Ocaña, quien se casó con Josiane en la citada iglesia.
En aquella boda hubo un pacto. Ocaña se casaba en esa ermita y donaba parte de sus maillots y trofeos, y el cura tenía que convertir el recinto en una especie de santuario para los ciclistas. Los feligreses, desde entonces, rezan entre joyas de la historia del ciclismo.
Por esa zona hay carteles que indican dónde se encuentra la finca donde vivió y murió Ocaña en 1994, su refugio de Caupenne D’Armagnac, en cuyo ayuntamiento la organización colocó un ramo de flores. Por estos lares surgió un simulacro de fuga a 86 de meta con dos franceses normandos, Cosnefroy y Delaplace, condenados de antemano, pues la llegada al esprint estaba escrita a fuego.
Festival de caídas; Philipsen, imbatible
La travesura del dúo galo se esfumó a 23 km del circuito Paul Armagnac, un autódromo que tuvo sus momentos de gloria en los años, incluso con ciclistas como Eddy Merckx, ganador de un Criterium en 1974. Un circuito de 3.636 metros de largo donde se iban a jugar el honor los “guepardos” del pelotón.
Los ejércitos de los candidatos marcharon a bloque hasta la estampida definitiva. Surgieron los nervios habituales, ya dentro del circuito se sucedieron las caídas. En la primera quedó eliminado el campeó de Europa Fabio Jakobsen, tal vez el favorito.
Cada uno buscó su espacio. El Jumbo preparó el despegue de Van Aert hasta con 4 hombres, pero el que lanzó el órdago fue el Alpecin con Van der Poel de nuevo como lanzador ‘premium’. La pleitesía del rey del ciclocrós y de la Roubaix la interpretó perfectamente Jasper Philipse, con un ataque lejano y mantenido que evitó debates. Es el esprinter más en forma del Tour.
La quinta etapa del Tour entra este miércoles en Pirineos con la quinta etapa entre Pau y Laruns, de 162,7 km de recorrido. Llegan los puertos importantes, entre ellos, y para empezar, el Col de Soudet, a mitad de recorrido, el primero de categoría especial, con 15,1 km al 7,2 %), para continuar con el Col D’Ichére (3a, 4,2 km al 7) y terminar con el mítico Marie Blanque (1a, 7,7 km al 8,6 %), con la cima a 18 km de meta. Los favoritos a escena.