Prejuicios en el deporte
Amigo lector de Noroeste, el ser humano tanto culturalmente, en la familia o en sus tradiciones, lo toma como parte de su modus vivendi, en el deporte no se escapa a esto. Ejemplos hay muchos, cuando un deportista se enfrenta a un rival “fuerte”, ya sea por el nombre o por su historia, ya lleva un fantasma que vencer, pero sepa usted que toda disciplina deportiva tiene sus reglas y normas las cuales, de no llevarse a cabo, serán sancionadas por un juez en la cancha. Ahora, si a esto agregamos que después del partido también se puede protestar por el resultado que a “usted” no le pareció, bueno entonces un comité de apelación el cual apegado a reglamento dará su veredicto, este comité debe ser imparcial y hacer justicia justa.
En acciones deportivas el reglamento es para todos, al desarrollarse una eventualidad se toma en cuenta si el atleta es masculino o femenino, recordemos que desde la ciencia, y también desde la religión solo hay dos sexos (si los políticos quieren alterar este orden porque tienen poder de decisión, pues usted tiene la última palabra si cae en este prejuicio) luego entonces, si se da alguna alteración como la no aceptación de la naturaleza de los seres vivos, se dará lugar a las controversias, que solo llevan al desgaste y a la pérdida de tiempo.
En lo sexual se tienen muchos prejuicios que no solo repercuten en el deporte, sino en acciones de la vida diaria, ya que nuestras generaciones hemos sido educados o programados para no aceptarnos como somos, para aspirar a conseguir lo inalcanzable y se nos ofrece llegar a ser el individuo ideal, consumismo mediante. Los prejuicios cobran una gran importancia en una deportista (mujer) cuando se padece cáncer, ya que las alteraciones corporales que puede ocasionar, por las afecciones que pueda causarle, por las disfunciones sexuales que pueda acarrear, pero también por la forma en que afecta su desempeño deportivo y en ocasiones su relación de pareja en caso de que tenga. Sabemos que toda enfermedad crónico degenerativa lleva al individuo a un cambio de su vida diaria, lo cual no debería de suceder, sino que lo único que debe agregar a sus actividades diarias es el manejo y cuidado de las mismas.
La cultura de cada persona es importante y más cuando esta se lleva “ceñida” a la piel, recordemos que cada disciplina deportiva lleva sus aditamentos para su buen desarrollo, y estos pueden estar “prohibidos” por su gobierno, su familia, etcétera, lo que hace que el deportista si no tiene la madurez psicológica, que esto repercuta en el resultado de la justa deportiva. Claro, hay sus excepciones, porque vemos que deportistas con atuendos “no deportivos”, son ganadores de primeros lugares. Otro ejemplo son las vestimentas de países de oriente, territorio musulmán, donde sus entrenamientos y competencias lo hacen sin abandonar sus usos y costumbres, y secundario a esto los occidentales se tiene el prejuicio de un “deportista atípico”, pero no es así, viene preparado para desarrollar su disciplina deportiva y obtener el mejor resultado posible.
Existen prejuicios en deportistas y no deportistas que lo llevan a un desarrollo no apto para de sus actividades, uno de estos es la desconfianza a enfrentar una acción que debe realizar, esto de no superarlo sí puede tener efecto sobre el resultado.
En estos casos, si se trata de un deportista se debe de manejar por el equipo auxiliar donde el profesional a realizar el trabajo es el psicólogo deportivo haciendo equipo con el resto del equipo (trabajo en equipo), y una vez superada o aceptada la causa se continúa con el trabajo físico específico del atleta.
En el caso de una persona común también se debe trabajar lo psicológico paran una aceptación de ese tabú que no le deja desarrollar su carga de trabajo. Luego entonces en cualquier persona es necesario un trabajo en equipo para “desembarazarse” de prejuicios e ignorancias.