El Real Madrid se lleva la victoria ante Dallas en la fiesta incompleta de Luka Doncic
El esloveno, quien jugó para los Merengues en sus inicios, apenas pudo disputar poco más de cuatro minutos debido a una distención en el gemelo izquierdo
MADRID._ El Real Madrid superó a los Dallas Mavericks (127-123) en el primer encuentro para los blancos ante un equipo NBA desde el 2016, este más especial que otros porque suponía el regreso a la que fue su casa con la camiseta “enemiga” del inolvidable base esloveno Luka Doncic.
La que estaba llamada a ser una fiesta en honor a él sólo pudo durar para su protagonista 4 minutos y 54 segundos como consecuencia de una distensión en el gemelo izquierdo sufrida el día anterior. Su esfuerzo por vestirse de corto pese al problema físico y 9 puntos, todos ellos desde el exterior, fueron los mejores “regalos” que el esloveno pudo hacer a un público que le recibió por todo lo alto y a un oponente que le obsequió con la insignia de oro y brillantes.
Eso y su “pique” sano con Sergio Llull, que no sólo asumió la responsabilidad de emparejarse con él durante parte del tiempo que estuvo en pista, sino que además respondió con otros nueve puntos de salida, entre constantes gestos de buen rollo con el que fue su compañero de vestuario y todavía sigue siendo su amigo.
El cara a cara inicial entre los dos fue la gasolina que encendió el motor del acierto, con ambos conjuntos desatados desde el perímetro. Tal fue el desenfreno y el intercambio que de los 36 primeros puntos en el marcador, 30 llegaron a base de triples.
Ese guión se ajustaba al contexto previsto entre contendientes que jugaban “condicionados”, los estadounidenses por encontrarse en medio de su pretemporada y además sin contar con Kyrie Irving; y los españoles porque el jueves tienen un duelo de Euroliga ante el Anadolu Efes en Estambul, de los que influyen en el día a día y cuentan para las facturas a final de temporada.
Sin embargo el frenesí era, a todas luces, insostenible en el tiempo. Tocó entonces remangarse ligeramente y sacar los muelles a pasear en ataque. De esto último iban sobrados los jugadores de los Mavericks, que ofrecieron varias de esas jugadas de exhibición física que iban implícitas en el pago de la entrada.
Mientras los de casa, un martillo pilón, cumplían en el otro aro para mantener apretado el partido. Y también dejaban espectáculo, especialmente el de los alley oops que nacían de la conexión entre Sergio Rodríguez como asistente y Vincent Poirier como ejecutor.
En esa dinámica se movió la primera parte hasta que la franquicia texana apretó los dientes en el tramo previo al descanso y cinceló un parcial de 2-9, con dos triples de un Tim Hardaway jr. por entonces muy fino, que les permitió marcharse en ventaja a los vestuarios (65-71, min.24).
Dicha línea siguió el comienzo de la segunda mitad, en la que se ajustaron las defensas y con ello proliferaron los tiros libres. Fueron los minutos menos vistosos, acciones esporádicas como un mate de Poirier al margen. De ese letargo despertó antes el conjunto de Dallas, que logró situarse 14 arriba tras otro triple de Hardaway. Duró poco, pues un parcial de 8-2 para los locales volvió a apretar todo a la conclusión del tercer cuarto.
A los diez minutos decisivos salió Poirier con la voracidad mostrada el resto de la noche, la propia de quien no entiende de amistosos en su cruzada por hacerse con tiempo de juego. Sin embargo, cada vez que el Real Madrid se acercaba estiraban la cuerda los Dallas Mavericks.
Así fue hasta que un arranque de furia de Yabusele, con un triple y un estético mate, puso a los suyos a tres y al WiZink en pie. Complicado panorama para un rival que en su paseo por Europa iba a poder disfrutar también del calor de las gargantas al otro lado del Atlántico.
De nuevo Yabusele, con un triple, empató el enfrentamiento a 118. Y acto seguido Facundo Campazzo puso por delante al plantel madridista por primera vez en mucho rato. Después de todo ello, los de Chus Mateo llegaron dos arriba con un minuto por disputarse. Un tapón y un rebote de Poirier y dos libres y un acierto kilométrico de Campazzo finiquitaron la cita.