Luis Enrique, el villano de España en Qatar 2022 que nunca cambió de ideas, para bien y mal
El entrenador y sus seleccionados no pudieron doblegar a Marruecos para ser eliminados en octavos de final
DOHA._ Luis Enrique jugó todas sus cartas en Qatar 2022. Nunca dio la más mínima muestra de debilidad. Si había que darle la vuelta a la prensa, su enemiga favorita, pues se hacía y listo: se convirtió en el primer entrenador-streamer de todos los tiempos. Y el resultado, en honor a la verdad, resultó atractivo para todos. Era muy divertido ver a ‘Luis Padrique’ responder todo tipo de preguntas de los aficionados: desde su opinión sobre los diez minutos que se añadían en cada partido hasta las relaciones sexuales previas a los partidos.
Tenía una respuesta para todo y, lo más sorprendente, lo hacía de manera amable, como si fuera un amigo más que te cuenta sus secretos y en el que puedes confiar. La fiesta catarí empezó muy arriba para España. Golearon a Costa Rica. Luego le perdonaron la vida a Alemania y pescaron una derrota casi fatídica contra Japón. Algo raro pasaba en el campo: España tocaba mucho, hasta el cansancio, y carecía del producto más importante del futbol industrializado, el gol. Jugaban sin delantero nominal y cuando decidían echar mano de alguno era Álvaro Morata el elegido, para reafirmar una crisis sin salida. El futbol ibérico produce mediocampistas a raudales, florece el talento en esa zona, pero hay un déficit dramático de delanteros de área.
No se puede ir a la Copa del Mundo con la intención de ganarla sin llevar a un matón, a alguien que sea capaz de desenmarañar una defensa cerrada. Porque ya cansa la historia de siempre: hombre, es que el rival se encerró y jugó a no perder, así no se puede. Si ese será el pretexto de siempre, ya todos los equipos del mundo saben qué pueden hacer para ganarle a España. Luis Enrique cayó en una trampa insalvable: la del toque estéril, la de pasar el balón por pasar, sin generar verdadero peligro. En nada se pareció esta España al mejor Barcelona de su autoría (2014-2015): impiadosos, verticales, contragolpeadores cuando había que serlo.
La Roja ha tirado por la borda sus mejores preceptos, porque la idea que los llevó a ganar el Mundial en Sudáfrica 2010 no radicaba en el toque inútil: se trataba de abrir espacios con pases rápidos, combinaciones y profundidad. Y eso sí, también a ese equipo le faltaba gol. Tenían a Villa y Torres, sí, pero les faltaba gol. La España de Luis Enrique no tiene ni a Villa ni a Torres y tampoco tiene gol.