Gary Sheffield narra sus experiencias con la brutalidad policial

Noroeste/Redacción
12 junio 2020

"Una de ellas la vivió junto a su tío Dwight Gooden en 1986"

En un escrito publicado por The Players Tribune el viernes con el título “Do You Believe Me Now?” (¿Me Crees Ahora?), el nueve veces convocado al Juego de Estrellas, Gary Sheffield, cuenta con lujo de detalle sus experiencias con la brutalidad policial, un tema que ha estado en la conversación nacional e internacional ante las muertes recientes de George Floyd y Breonny Taylor a manos de la policía.

Sheffield describe un par de incidentes. El primero fue en diciembre de 1986, cuando asistió a un partido de baloncesto de la Universidad de South Florida junto a su tío, Dwight Gooden, y algunos amigos. Gooden, quien acababa de ganar la Serie Mundial como lanzador de los Mets, era uno de los jugadores más célebres de Grandes Ligas en ese momento. Pero mientras el grupo se iba del evento en tres autos separados, los muchachos fueron parados sin causa, según Sheffield, quien había sido seleccionado en el Draft por los Cerveceros unos seis meses antes.

Gooden fue detenido, esposado y tirado al suelo boca-abajo, lo cual provocó que Sheffield tomara acción.

“En ese momento, no vi a oficiales de la policía, vi a hombres uniformados hostigando y golpeando de manera ilegal a mi tío”, escribió Sheffield. “Por instinto, corrí a toda velocidad hacia ellos para confrontarlos. Había cinco o seis y, obviamente, no me fue bien.

“De hecho, pudieron haberme matado”.

Sheffield afirmó que la policía “nos golpeó a todos sin misericordia” con linternas, y luego montó a los jóvenes en sus automóviles y los condujo a una pista vacía de carreras de perros, “donde nos golpearon de nuevo hasta que (teníamos múltiples moretones) y estábamos hinchados.

Luego, Sheffield, Gooden y sus amigos fueron arrestados.

Según un informe del New York Times publicado en esos momentos, la policía escribe el incidente como “una ofensa de tránsito de rutina que se volvió una pelea furiosa”. Gooden fue acusado de golpear a un policía y de resistir el arresto de manera violenta, además de conducta desordenada y manejar sin cuidado. Sheffield y los otros dos miembros de su grupo tuvieron dos cargos cada uno, según el informe del New York Times.

Charles Ehrlich, abogado de Gooden en aquel entonces, le dijo lo siguiente al periódico: “Gooden salió de su auto y le preguntó al oficial por qué había sido parado. El policía le dijo ‘que se callara’ y de ahí todo se deterioró”.

La policía afirmaba que un oficial había sido golpeado en la cabeza y otro fue impactado en la ingle por un rodillazo. Los testigos dijeron que Gooden fue “golpeado con bastones y linternas hasta caer al suelo y ser esposado.

Ehrlich acusó a la policía de usar “fuerza excesiva” y “acumular cargos para encubrir sus excesos” en ese momento. Cada uno de los cinco acusados eran afroamericano, mientras que cada uno de los seis policías eran blancos, informó el Times. Eso provocó que Ehrlich notaba que “había razón para creer que el racismo estaba involucrado”.

Gary Sheffield y Dwight Gooden llegan a la corte de Hillsborough en Florida en 1987.

Jay Horowitz, director de relaciones con los medios en aquel entonces, le dijo al Times que Gooden estaba “bien golpeado”, creyendo en algún momento que su muñeca izquierda podía estar fracturada. Según Horowitz, Gooden tenía “moretones en la cabeza, un ojo sangriento y cortaduras en los brazos”, tras un total de 4:30 horas detenido.

Según Horowitz, Gooden le dijo, “No sé qué hice. Nunca me dijeron por qué me pararon”.

En su escrito para The Players Tribune, Sheffield reveló que “Dwight y yo recibimos libertad condicional. Nada les pasó a los policías”.

El segundo incidente detallado por Sheffield en The Players Tribue ocurrió en el 2015. Él y dos amigos (uno de los cuales era el boxeador Winky Wright) iban en el Rolls-Royce de Shefield de Tampa a Miami para un torneo caritativo de golf.

“Fumando un puro, saludé al oficial de la policía mientras rebasábamos su auto en la carretera y acto seguido, nos paró”, escribió Sheffield. “El oficial me reconoció, me dijo que era un fan y desapareció pronto. Pero en su lugar aparecieron cinco autos policiales y una unidad K-9 (canina).

“Nos revisaron todo”.

Sheffield afirmó que la policía regó por toda la carretera sus pertenencias durante la revisión ilegal, así que él empezó a grabar las acciones en video.

“En ese momento se me dijo que no podía grabar nada, porque era una ‘investigación criminal’”, escribió Sheffield. “Agitado, un oficial me agarró por el brazo y estuvimos cara a cara. Le dije al oficial, ‘Voy a contar del 1 al 3 y más vale que me sueltes’. Sí lo hizo y luego nos dijo que estábamos libres de irnos.

“Una vez más, pude haber sido matado”.

Sheffield señala que “la desafortunada realidad es que mis experiencias no son únicas. No son especiales ni extraordinarias, ni tampoco soy yo. Lo que le pasó a George Floyd fácilmente pudo haberme pasado a mí o a otros, y con demasiada frecuencia”.

La muerte de Floyd -capturada en video y que ha provocado varios días de protestas- es un “momento de definiciones” para (los Estados Unidos), escribió Sheffield, porque la vimos pasar.

Sheffield está consciente de que fue etiquetado como “franco” o “controversial” en su carrera de 22 años como ligamayorista. Su disposición de expresar lo que pensaba en ocasiones lo puso en problemas, pero ahora reconoce que “ha llevado cada una de esas etiquetas con honor”. Ahora, como representante de jugadores, Sheffield no va a guardar silencio.

“No temía criticar el prejuicio racial cuando lo veía, aun cuando nadie me apoyaba”, escribió. “Entonces, les pregunto: ¿Me creen ahora?

En aquel entonces, estaba solo. Pero ahora estamos juntos y por eso estoy compartiendo mis historias. Para la gente afroamericana, estas injusticias no son nada nuevo. Pero para los blancos, la gente privilegiada, es algo revelador. Sus ojos han sido abiertos para ver la vida de la misma manera dura que una persona de color.

“Éste es nuestro tiempo—nuestro tiempo de hacer el trabajo de Dios. No es el momento para aflojar. No es el momento de comentarios superficiales ni declaraciones vacías. Éste es nuestro momento para convertir tragedia en triunfo. Es nuestra oportunidad de poner un alto a años de racismo, opresión y discriminación sistémicos.

“Se acaba ahora. Y se acaba con nosotros. Todos nosotros”.

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(Con información de MLB)