Tras muchos cambios de casa, Amairam promete a su hijo acompañarlo diariamente a su nueva escuela
El vaivén de Tijuana a Culiacán ha afectado las calificaciones de su pequeño comenta Amairam pero no su empeño escolar
Alaric es un niño de 7 años que entró a segundo año de primaria en un escuela en Culiacán, tras el vaivén de cambios de domicilio, su mamá, Amairam Espinoza le promete acompañarlo diariamente para no afectar su rendimiento ni su estado de ánimo.
“Si lleva aprendizaje porque en el primer año anduvimos viajando fuera, lo cambié de escuela, de Culiacán a Tijuana, de Tijuana para acá y tuvo muchas faltas y este año yo me propuse que ya no va a faltar, me hice yo un propósito porque también a ellos les afecta que ellos falten en la escuela”, dice Amairam a su pequeño mientras lo observa detrás de las rejas que los separan.
Por ser el primer día, cuenta, su pequeño sentía las ansías del retorno a clases y no se le dificultó levantarse antes de las 7:00 horas de la mañana para su primer día de escuela.
“Hoy no batallé, hoy no, la primera semana si va a ser así de mucho amor porque ya tenía ganas de entrar pero ya para las otras semanas, ahí sí le batallo”.
Para continuar con la rutina matutina, la madre planea ofrecer recompensas por cada meta que su hijo alcance y enseñarle que esforzarse, muchas veces trae beneficios.
“Animarlo a él de que debe de ser mejor en la escuela, portarse bien, poner atención y yo trato de decirle ‘si te portas bien pues te ganas esto o salimos’ (...) para que vea que las cosas se ganan, que no todo en la vida es gratis.”
Mientras narra su experiencia, al fondo timbra la campana, son las 8:00 horas y todos se enfilan en la explanada de la escuela para iniciar los honores a la bandera.
Previo al acto inaugural, una maestra designa los sitios de los alumnos por cada grado académico. Al ser pequeño, Alaric se forma junto a más de 25 infantes muy cerca del templete.