'Saca' Javier Valdez a cientos a protestar
"En una concentración espontánea, convocada a través de redes sociales, periodistas, estudiantes, líderes, empresarios, unen sus voces y prenden veladoras, exigiendo al Gobierno no más impunidad"
Javier Valdez Cárdenas vive. Se hizo presente ayer en cada cada latido, cada voz, cada grito.
En cada pancarta, como ésa, lapidaria, que señalaba a quien presuntamente le segó la vida: "A Javier lo asesinó el narcogobierno".
También en cada una de las veladoras que ciudadanos encendieron en las escalinatas de la Catedral de Culiacán, para estallar el hartazgo, exigir un no más impunidad, a una semana de su crimen.
A las 18:00 horas ya artistas locales iniciaban un homenaje, no programado, con La Danza del Venado, de Leonardo Yáñez. Luego vendría la lectura de poemas, de extractos de sus libros y entrevistas, así como una carta de reclamo del abogado Berzaí Osuna al Gobernador Quirino Ordaz Coppel.
"¡Carajo! ¿Cómo se lo decimos para que nos entienda? Javier ¡No debió morir!", exclamó.
"¡Justicia, justicia!", fue la voz que retumbó por más de dos horas, en una manifestación espontánea, sin líderes, sin logos, convocada por periodistas a través de redes sociales.
Aquí, en este mismo lugar, donde incontables ocasiones el co fundador del semanario Riodoce y corresponsal de La Jornada alzara la voz, junto con otros periodistas, en contra de homicidios y agresiones a este gremio.
Justo aquí, Valdez realizó su última protesta aquel 30 de marzo, a raíz del crimen de Miroslava Breach, en Chihuahua.
Y ahora, de nuevo, estaba presente aquí, con sus libros, en su voz que se escuchó a través de una grabadora y sus sentencias, escritas en pancartas: "Que nos maten a todos si esta es la condena de muerte por reportear este infierno".
Por la mañana un grupo de veinte reporteros protestó afuera de la Fiscalía General. Por la tarde, la indignación se desbordó en una confluencia lo mismo periodistas, que estudiantes, líderes sociales, empresarios y ciudadanos en general, que por más de dos horas, le lloraron.
Al lugar llegaron su esposa, Griselda Triana, y sus hijos Francisco y Tania, quien se sumó al encendido de veladoras.
Ya caída la noche, decenas cerraron la Avenida Álvaro Obregón, la principal arteria de la ciudad, con el mismo grito: "¡Justicia, justicia, justicia!"....