Miranda luchó durante 25 años para ser reconocida como mujer
Hace 25 años, Miranda tomó la decisión de transicionar y cambiar su identidad legal; el proceso lo llevó a cabo en Estados Unidos de forma gratuita, y con la Ley de Identidad de Género aprobada en Sinaloa en 2022, logró ser reconocida legalmente como mujer también en México
Las mujeres enfrentan diversas luchas durante su vida, se sortean entre la violencia, machismo, misoginia y discriminación; algunas otras tienen que pelear por ser reconocidas social y legalmente como mujeres.
Riessa Miranda tiene 47 años de edad, nunca vivió oculta, pero hace 22 años decidió cambiar su físico para que fuera acorde a su identidad, y desde el primer momento recibió el apoyo de su mamá, papá, hermanos y familia extendida.
“No es nada fácil, es muy difícil porque si siendo una persona hetero tienes problemas, imagínate una persona de la comunidad y todavía tener las agallas y la voz de decir ‘yo no voy a ser el chico gay que quiero ser, yo quiero ser una mujer’”, narró.
“Y hacer el cambio, no cualquiera lo hace y tampoco cualquiera lo acepta”.
Para realizar el cambio, tuvo que lidiar con la terapia psicológica durante meses, luego vino la terapia hormonal, y al final el cambio de identidad legal, el cual hizo primero en Estados Unidos, País en el que vivía entonces.
“Y lidiar con la gente, con la discriminación, con el machismo, como tú lo quieras llamar, pero lidiar con todo eso es difícil porque es un enfrentar el día a día, como no tienes una idea, las luchas continuas”, expresó Miranda.
Comentó que siempre tuvo el apoyo de su familia que la acompañó en su transitar, y teniendo el respaldo de sus seres queridos, el peso se aligeró.
“Me adoran y me aceptan tal cual, y lo importante de una es aceptarse lo que una quiere, y lo que una es, ya lo demás es como el segundo plano”, comentó.
Miranda migró a Estados Unidos a los 22 años de edad buscándose ella misma, y a los 25 inició la transición la cual concluyó en el cambio de su identidad legal en dicho país, pero cuando regresó a México por motivos familiares, seguía teniendo su nombre masculino que su mamá y papá le asignaron al nacer.
“Porque para cosas legales no podía usar el Miranda, porque no me lo hacían válido”, comentó.
“Y eso fue de lucha tras lucha, año, tras año, aplicar y como quien dice hasta suplicar que se haga visible la Ley de Identidad de Género para que nosotras las mujeres trans tuviéramos un nombre con el que nos sintiéramos pues conforme a llamarnos”.
En marzo del 2022, el Congreso del Estado aprobó la Ley de Identidad permitiéndole a personas transgénero cambiar su nombre en el acta de nacimiento, y con ello abriendo la puerta para el cambio total en la documentación: Clave Única de Registro de la Población, CURP; credencial de elector, incluso certificados escolares.
“Ahora que legalmente ya tengo el nombre de Miranda, como que ya soy yo al 100, antes era como un 80 porque no me podía defender pero ahora ya puedo defenderme como tal”, expresó.
“Tengo que enfrentar a la sociedad ahora más que antes porque ahora no muchos aceptan que me haya cambiado el nombre, dicen que es mentira, que no existe y puras de esas”.
La aprobación de dicha ley fue un triunfo para Miranda y sus compañeras que, por años, no desistieron en ser reconocidas.
“Fue una lucha continua mía y de otras chicas trans de aquí de Mazatlán, de Culiacán, de Tiago Ventura, de muchas personas de la comunidad que se estuvieron haciendo marchas, plantones y estar asistiendo al Congreso y todo eso, para que se aprobara la ley”, narró.
“Porque no nada más era yo, somos muchas las que exigíamos por derecho tener esa ley de identidad para poder vivir nosotras a gusto, sin ser discriminadas o llamadas por el nombre de pila”.
Miranda es licenciada en administración, estilista y tiene su salón de belleza; actualmente estudia enfermería en la Cruz Roja Mazatlán.
“En la mañana iba a la universidad y en la tarde estudiaba lo del pelo, y pues una carrera me ayudó a pagar a la otra”, recordó.
¿CÓMO ES EL PROCESO DE TRANSICIÓN?
La transición de Miranda fue un proceso gratuito que llevó en Estados Unidos, acudió primero con un psicólogo donde tomó tres meses de terapia, luego fue canalizada con un psiquiatra.
“Ya platicas con él, y dices todo tu sentir, todo lo que quieres hacer, por qué lo quieres hacer pero no nada más es una plática, son meses, son meses que tienes que estar ahí para tener una seguridad”, explicó.
“Porque después del psiquiatra si él te autoriza, si vas a hacer las cosas bien, si él te autoriza ya te reclutan el medicamento, te hacen un estudio de sangre y todo eso para ver qué tipo hormonas ocupas, no es como aquí en México que la mayoría de las chicas se ponen todo lo que encuentran”.
Recordó que en su momento también lo hizo, pero ahora que estudia enfermería entendió que hay muchos medicamentos que tiene efectos secundarios para el hígado, los riñones, el páncreas y dejó de hacerlo.
A los tres meses empezó a notar el cambio físico; lo sintió en el crecimiento de los senos, lo cual fue tan notorio que no pudo ocultar que estaba en transición; aunque nunca fue velluda, el vello del cuerpo disminuyó considerablemente.
“Hay momentos en que llega la confusión porque los estrógenos están combatiendo con la testosterona y es bien feo; llegan los bochornos de sensibilidad, te dan ganas de llorar, de jalarte los pelos, estás de buen humor, estás alegre, y hay muchas cosas que hasta dices ‘me estoy quedando loca’”, admitió.
Sin embargo, todo ello es parte del proceso y va dentro de la terapia psicológica que las personas trans deben tomar, explicó Miranda.
“Porque para eso te preparas para sufrir los cambios que vas a tener”, dijo.
Luego se dejó crecer el cabello y empezó a trabajar todos los días de mujer en el trabajo; y de un día para otro dejó a su antigua persona vivir en paz para vivir como Miranda.
Para hacer su transición legal en Estados Unidos tuvo que acudir a la Corte para responder las preguntas sobre porqué quería hacer el cambio de nombre, y el mismo día hizo el cambio de papeleo en todos los documentos donde tenía su anterior nombre.
Miranda ha vivido en dos países en el transcurso de su transición, y aunque en ambos vivió machismo, la mayor parte le tocó en México.
Nunca ha sufrido violencia de odio por ser una mujer trans, pero sí ha tenido problemas que otras mujeres no le permiten ingresar o utilizar los baños para mujeres.
“Igual en los vestidores de mujer que no me puedo probar un vestido ‘por no ser mujer’ y todo ese tipo de cosas”, lamentó.
N: ¿Qué le comentarías a esas mujeres?
“Está mal, si ellas no aceptan que somos mujeres, aunque no biológicas, pero somos mujeres, ellas muchas veces son apoyadas más por nosotras las mujeres trans que por su propia familia”, expresó.
A las niñas y adolescentes que no tienen el apoyo de su familia les comentó que la base de la felicidad es la aceptación personal.
“Y más que nada, que hay que prepararse porque no nomás en la vida es salir y decir ‘ay, son mujer trans’ y se acabó, no, hay que tener una preparación, una educación e ir las cosas paso a paso y más cuando están jóvenes”, recalcó.
“Y no meterse cosas al cuerpo, que no necesitan, para todo hay tiempo y forma, más que nada”.
Si no tienen los recursos, dijo, deben acercarse a los centros de salud, porque no es lo mismo hacer tratada por un médico que automedicarse porque puede acarrear complicaciones renales, el hígado o páncreas.
“Y no hacer las cosas al ‘ahí se va, porque yo quiero ser mujer’, eso es una cuota que es para toda la vida, ya no puedes decir al rato ‘ay no, pues ya voy a regresar a ser Margarito’, no puedes”, señaló.
“Una cosa que yo siempre les he dicho es prepárense, hablen con sus papás, sean honestos, tengan comunicación cualquier cosa buena o mala, que sea comunicado con sus papás, pero principalmente que se preparen”.