Lety de Coppel: la historia de una mujer extraordinaria
06 noviembre 2015
"Lety de Coppel: la historia de una mujer extraordinaria"
Ariel Noriega
Gran lectora, devota del ejercicio, la alimentación sana, de su familia y del alimento del cuerpo y del espíritu, Lety de Coppel revela una vida cuesta arriba que arranca el día que su padre la abandonó juntó a sus nueve hermanos en Monterrey y que la llevó hasta Cabo San Lucas, donde dirige una organización altruista que lleva su nombreMAZATLÁN._ Dueña de una seguridad que le permite afrontar cualquier adversidad, Lety de Coppel abre su corazón y se dispone a contar secretos de su vida.
De visita en Mazatlán para asistir al bautizo de los gemelos de su hija Lety y de la primogénita de su otra hija, Heily, la copropietaria de la cadena de hoteles creados por Ernesto Coppel Kelly elige un rincón alejado en el hotel Emerald Bay y comienza a recordar las calles del Monterrey donde nació.
"Yo siempre fui feliz porque no necesitaba mucho para estar contenta, además tenía a nueve hermanos, era una felicidad", recuerda.
A Lety, la cuarta de nueve hermanos, la vida se le vino encima a los 14 años cuando su padre protagonizó la clásica historia de salir por unos cigarrillos para no volver.
Con su madre abatida por el abandono, Lety y un hermano mayor se echaron a la familia al hombro, dejó la escuela y se dispuso a trabajar para sacar adelante a sus hermanos.
"Yo trabajaba en una compañía que se llamaba Aceptaciones y que después la absorbió Banca Serfín, era el banco de las grandes compañías".
Asistente de uno de los ejecutivos del banco, Lety trabajó duramente para sacar adelante a su familia, evadía a sus pretendientes y nunca imaginó que su historia se escribiría a miles de kilómetros de Monterrey.
El amor de su vida
Sus dedos largos y finos todavía cubren sus ojos cuando recuerda el momento preciso cuando conoció a Ernesto Coppel, su esposo, todavía se sorprende y lanza una pequeña exclamación de asombro, ve el horizonte y construye el escenario donde cantaba un joven "guapísimo".
El mazatleco Ernesto Coppel cantaba en el Teatro Monterrey, como parte de la revista musical del Tecnológico de Monterrey, él no la vería entre la oscuridad de las butacas, ni ella se acercaría a él después de la función, la primera vez de los dos fue en el banco donde ella trabajaba.
Todos los compañeros del banco Atenciones, donde trabajaba Letty, sabían que un joven sinaloense la había deslumbrado, la fila de pretendientes de aquella joven espigada se había evaporado de su mente, después de aquella noche en el teatro.
Algunos, incluso, lo conocían y no faltaron los comentarios para tratar de disuadirla: "mira que es sinaloense", "que allá todos son narcos, mujeriegos", pero Letty sólo escuchaba las notas de una canción lejana.
Un día, en el banco, Lety se disponía a disfrutar su coffee break matutino. Bajó y se sirvió un café y de pronto descubrió que todos sus compañeros la miraban, supo que algo pasaba, volteó a ver a los clientes y el café se le cayó de las manos. En el centro del loby estaba el mazatleco que la haría dejar su tierra, a sus nueve hermanos, el responsable de un largo peregrinar que pasaría por Mazatlán y que terminaría en las blancas arenas de la Península de Baja California Sur.
Esa misma noche arrancaría su vida juntos, como una luminosa avalancha a una velocidad que ni siquiera ellos imaginaban, esa misma noche se hicieron novios en un rincón del restaurante del hotel Ambasador, un año después eran marido y mujer.
"Esa misma noche se fue a mi casa, esa misma noche salimos a un bar en Monterrey que estaba en el hotel Ambasador, que se llamaba El Señorial, y ahí lo primero que me pidió es que fuera su novia y le dije que sí".
Muchos problemas, pobrezas y éxitos después ella sigue mirando el mar, buscando aquel escenario donde conoció al amor de su vida.
Mazatlán
En un rincón de la Colonia Palos Prietos, Lety lloró el Monterrey que dejaba para seguir a su esposo.
Era 1973 y las tres hijas, Bárbara, Leticia y Heyli habían nacido en Monterrey.
La familia Coppel González fue bien recibida en Mazatlán, Ernesto Coppel respondió a la invitación que le habían hecho para trabajar, mientras Lety educaba a sus hijas y desarrollaba su conocida pasión por al cocina, "house wife", dice ella.
Lety asegura que siempre estuvo enterada de los negocios y las inversiones que hacía su esposo y decidió apoyarlo mientras se encargaba de su casa.
"Siempre me comentaba lo de los negocios, pero yo nunca me metí, yo educaba a las niñas, me ocupaba de la casa".
El Instituto de Occidente recibió a las tres niñas que fueron convirtiéndose en señoritas y fue en el puerto donde Lety haría a sus grandes amigas.
"Yo siento a Mazatlán como mi segunda casa, yo soy la mitad de Monterrey y la mitad de Mazatlán".
La relación de trabajo con dos norteamericanos y Marc Kronemeyer en el tiempo compartido, permitió que Ernesto Coppel entrara en los grandes negocios hoteleros.
Después participa en la construcción del hotel Pueblo Bonito y decide invertir en Cabo San Lucas, el siguiente destino de la familia.
Al salir de Mazatlán rumbo a Cabo San Lucas, Lety volvió a llorar, esta vez por abandonar la tierra que la había aceptado como si fuera una de ellas.
En Los Cabos
La Península le entregó otra vida a Lety y a los suyos, ahí vio partir a sus hijas y conoció el éxito empresarial sin límite junto a Ernesto, enfrentó problemas y trabajos cada vez más fuertes, pero asegura que a todo le pone buena cara.
"Soy muy disciplinada, y siempre soy positiva, no me importa lo que me pase, la gente me pregunta que si de dónde saco tanta fuerza, porque aunque tenga un problema no se me nota. Si yo no puedo ser feliz, entonces no voy a poder hacer feliz a los demás", dice.
Dueña de una tenacidad sin comparación, Lety decidió intentar ser bella hasta el final y hoy nos revela cómo logra mantener una imagen de modelo.
"Dos horas y media de ejercicio, de lunes a viernes, como nutritivamente, de todo, pero con medida, no tomo más de dos copas, no me gusta acostarme muy noche, soy muy alegre, soy muy positiva y tomo 25 vitaminas diarias".
La lectura y los viajes son otras de sus pasiones.
"La lectura me ha dado un gran léxico, lo que me ha permitido poder conversar con cualquier persona, la gente que no lee se pierde la posibilidad de descubrir un mundo totalmente diferente".
También le dedica gran parte de su tiempo a una asociación altruista que lleva su nombre y que atiende las necesidades de personas necesitadas en Los Cabos.
Hoy las cosas han cambiado, las tres hijas han tomado su propio rumbo y la relación entre Lety y Ernesto ya no es la misma. A pesar de ser un tema delicado, Lety lo enfrenta y asegura que ha luchado mucho por mantener unida a su familia.
"No es por mi culpa, es por culpa de él (Ernesto) y a él le debería preguntar por qué".
El milagro
Una tarde de mayo pasado, Lety estaba de visita en Monterrey cuando una amiga le contó sobre una imagen de la Virgen María Auxiliadora que lloraba cuando se sentía conmovida por los problemas que la gente le contaba.
Inmediatamente Lety quiso visitar a la Virgen para orar con ella.
El primer problema consistió en atravesar Monterrey desde la exclusiva Colonia del Valle hasta una casita de la Colonia Pío X, a través de Morones Prieto, una de las avenidas más congestionadas de la Sultana del Norte.
"Nos quedaba medía hora, pensamos que nunca llegaríamos, pero de pronto veo que la avenida estaba completamente sola, un martes a las seis de la tarde, imagínese".
Poseedora de una gran capacidad para narrar, Lety cuenta que la imagen de la Virgen es apenas una hoja de papel cubierta por una capa de plástico y custodiada por una señora que aparece y desaparece detrás de una puerta de tela, en una pequeña casa que presume una profunda pobreza.
"Mi amiga coge la Virgen y me la pone en las manos, sabiendo que no se puede tocar, dice que no sabe por qué sintió el impulso de que lo tenía que hacer".
Atrás de ellas apareció la señora, las dos sintieron su presencia, Lety asegura que nunca nadie se había atrevido a tomar sin su permiso la imagen, cuando la señora habló esperaron el reclamo.
"La Virgen está empezando a llorar, así dijo, con estas palabras".
Lety no veía nada, hasta que se quedó observando los ojos de la imagen y vio como se iban humedeciendo.
"No hay truco, como me decían mis hijas, que si una bombita, nada, no hay nada detrás de la imagen, es tan delgada como una página de papel".
Con un algodón, Lety le secó las lágrimas a la imagen y olió el algodón.
"Lo olí, era como si tuviera 100 rosas frescas a mi alrededor, lo más hermoso que he olido en mi vida".
¿Qué le pidió Lety a la Virgen?
Asegura que nos lo contará el día que se le haga realidad.