El mayor aprendizaje con el paciente, es poder hacer crecer tu lado humano: enfermera

Emma Leyva
12 mayo 2021

Rosalba, enfermera de profesión, cuenta que durante 30 años de carrera ha tenido diferentes experiencias y que es muy doloroso durante su labor ver que se hizo todo por el paciente, pero muchas veces no se logra salvar su vida

CULIACÁN._ “Yo siempre llegaba con música, a veces que cantábamos en voz baja y yo le hablaba por su nombre y le decía ‘vamos a bailar’, ‘vamos a cantar’, le decía que le echara ganas”, relata Rosalba de Jesús Corral Quiroz, enfermera jubilada con 30 años de carrera, al referirse a uno de sus pacientes en cuidados intensivos y su historia que aún recuerda.

“Pasaron los días y mejoró, después cuando él ya iba a pasar a piso, yo iba llegando y nos cruzamos en el camino y él escuchó mi voz, no me había visto porque yo había descansado cuando él ya mejoró y por eso no sabía quién era yo, entonces me preguntó, ¿es enfermera usted? y me dijo: usted me cantaba y me hablaba y me decía que le echara muchas ganas, gracias”.

En ese momento, Rosalba lloró por la emoción que le causó ese hecho y apenas iniciando su carrera se dio cuenta de la importancia de tener ese acercamiento humano con los pacientes, que aunque parezca que no están conscientes, sí perciben y llegan a recordar y reconocer a aquellos que estuvieron a su lado cuando se encontraban en una situación crítica de salud.

Esta es una de las tantas historias que Rosalba Corral ha experimentado y marcado su experiencia profesional en el rubro de la salud, desde que a sus 17 años decidió estudiar para enfermera, impulsada por la admiración que tenía hacia su madre, que también dedicó su vida a esta noble labor.

“Yo veía sus fotos vestida de enfermera, muy diferente a los uniformes de hoy, pero me hacía motivarme y yo veía como ella atendía a los vecinos cuando aplicaba las inyecciones... desde ahí nació mi formación, porque yo le ayudaba a detenerle a los niños cuando lloraban”, narra.

Fue en la secundaria cuando decidió iniciar con una carrera técnica en enfermería y le dijo a su mamá que ella quería también dedicarse a eso.

“Logré quedar a la primera, antes no había tantas dificultades para ello y eso facilitó que yo fuera enfermera, no fue fácil porque un año de una lucha en la escuela de enfermería, pero fui descubriendo que era algo que me apasionaba”, cuenta.

En 30 años dice haber acumulado muchas experiencias realizando su labor, recordó como en sus inicios con menos de 19 años fue encargada del área de neonatos en el Hospital del Niño, época en la que le decían la ‘niña’ de neonatos por ser alguien muy joven con ese cargo.

“Atender a esos niños prematuros, era algo fuera de lo normal que no estaba uno acostumbrado, porque estaba recién salida de la escuela, pero me hizo madurar, me hizo entender que la pediatría es entender el llanto de un bebé, cómo tocarlo, sobre todo ver esos neonatos de 500 o 600 gramos que sobrevivían... me gustaba entender el dolor del niño y ayudarlos”, expresa.

Una de las cosas que más le reflejó un impacto en su vida durante ese tiempo fue la atención a niños con leucemia, ya que es algo que no se puede entender y causa mucha tristeza., relata.

A pesar de tener un estrecho acercamiento con la pediatría, Rosalba por cuestiones del destino terminó trabajando en un área de urgencias donde estuvo desarrollando su trabajo por más de 8 años, para luego buscar una especialidad en cuidados intensivos.

“Creo que es la parte en la cual la enfermera ve cómo un paciente puede luchar por vivir y también cómo puede luchar porque ya no quiere estar, a veces eso te enseña mucho a vivirlo en casa, el dolor de tus pacientes lo vives en casa”, recuerda.

En su trabajo como enfermera, Rosalba ha visto morir a muchas personas y dice.”esto es algo con lo que aprende a lidiar de cierto modo, pero nunca se asimila por completo”.

“Nadie nos enseña a lidiar con la muerte, ni aprender a que un ser querido se nos vaya y cuando lo vemos en nuestros pacientes, cuando convivimos tanto con ellos, a pesar de que están graves, que están luchando por vivir y sobre todo la familia que desea que ese familiar salga adelante y se salve... muchas veces nos despedimos del paciente pensando que al otro día lo vamos a ver, pero cuando llegamos y no lo vemos, duele mucho, duele mucho ver que hicimos todo para que nuestro paciente saliera adelante y no se logró”, señala.

Imposible no sentir el dolor...

“Desde la escuela nos dicen que no nos involucremos tanto en el dolor del paciente, pero es imposible, somos seres humanos y nos duele, yo creo que a pesar de que queremos desligarnos de eso la parte humana nos sale a flote, cuando de verdad lo hacemos con esa vocación de servicio y con amor, ahí viene un conjunto de todo”.

“Si la enfermera deja de disfrutar lo que hace y no lo hace con esa vocación de servicio desde el amor y humanismo, pues se pierde todo, somos una persona más dentro de un cuarto de enfermos... eso es lo que marca la diferencia entre otras profesiones”, indica.

Para Rosalba el hecho de haber dedicado gran parte de su vida a esta profesión, le ha dejado mucho crecimiento en su desarrollo como ser humano.

“Muchos profesionistas quieren crecer en dinero, en posición, en estatus, yo considero que he crecido mucho en la parte humana, he entendido que el día a día se tiene que vivir, lo tienes que disfrutar en donde estés y no porque esté jubilada no puedo dar, puedo dar desde donde esté, desde cualquier parte desde yo desee seguir, a lo mejor ya no directamente con pacientes, pero sin embargo ahora con lo de Covid, estuve manejando pacientes, me siento satisfecha porque he logrado estar en un estatus, pero de humanidad”, dijo.

Retos que enfrenta el gremio

Como presidenta del Colegio de Enfermeras Sinaloenses, señaló que el 2020 es un año que marcó mucho a esta profesión, desde que empezó la pandemia se vivieron varias situaciones y conflictos que tuvieron que enfrentar todos los que se dedican a esto.

“Quizás hasta quitarse el uniforme que tanto nos enorgullece, porque nos daba miedo estar en la calle, estar afuera y ser atacados”, comenta.

Ante estas difíciles situaciones dijo, también se presentaron cosas buenas y ha sido un momento histórico donde se ha reconocido la labor de quienes se dedican a velar por la salud de los demás.

Destaca las buenas acciones que también la población tuvo en gestos de ayuda, como empresas que donaban cafés, hoteles que ofrecían hospedaje gratuito a los trabajadores de la salud, entre otros apoyos.

“La pandemia deja marcado un inicio, si nosotros pensamos que hace muchos años iniciamos, yo creo que la pandemia nos da un margen de que cambió totalmente la enfermería y creció para la humanidad, porque ahora con todo lo que ha pasado, la población reconoce todo el trabajo... a pesar que hubo esa parte de sufrimiento y donde también recibieron apoyo, la población reconoce el trabajo de la enfermería, porque hemos estado al frente”, comentó

Detalló que dentro del Colegio de Enfermeras Sinaloenses, son más de 300 enfermeras de diferentes instituciones, y que se sigue trabajando para sumar más agremiados, ya que se busca la profesionalización y certificación de todas las y los enfermeros, y este es un espacio con las puertas abiertas para cualquier profesional de la salud.

“Si tú decides ser enfermera o enfermero como tu profesión para la vida, porque va más allá de ser profesionista, es algo que debe tocar como ser humano tu corazón y sobre todo tu humildad, el servir y darlo todo día con día, el ser enfermera te va a llevar a muchas partes y te va a dimensionar como persona, porque no nada más abarca lo biopsicosocial, sino también lo espiritual y lo cultural, pero tienes que tener conciencia que vas a darlo todo en el paciente”, comentó.

“Desde la escuela nos dicen que no nos involucremos tanto en el dolor del paciente, pero es imposible, somos seres humanos y nos duele, yo creo que a pesar de que queremos desligarnos de eso la parte humana nos sale a flote, cuando de verdad lo hacemos con esa vocación de servicio y con amor, ahí viene un conjunto de todo”.

Rosalba de Jesús Corral Quiroz

Enfermera jubilada con 30 años de carrera