Comparte don Rafael Aispuro más de 60 años de experiencia en la fotografía en el Centro de Culiacán
Su infancia la vivió en el campo, luego se unió al Ejército y fue a los 23 años de edad que inició su carrera como fotógrafo en la capital de Sinaloa
Todos los días se encuentra Rafael Aispuro a la espera que alguien se pueda tomar una fotografía. Lleva consigo un caballo de plástico de un metro y medio de estatura, su cámara digital, una pequeña impresora de fotos y llaveros de recuerdo.
Tiene 84 años y desde los 23 se dedica a captar sonrisas de la gente a través de los múltiples lentes que ha tenido a lo largo de su vida. Su puesto de siempre está al lado de la Catedral, sentado en su silla y de frente a la pequeña mesa de madera en donde tiene su material.
“Yo nací en 1940, tengo 84 años. Tenía yo como casi los 18 años cuando yo me planté en el Ejército. Entonces en aquel entonces, salí como de 23 y un señor me enseñó a usar la cámara y me enseñó a trabajar en un cuarto oscuro”.
El fotógrafo comentó que nació en Durango y cuando tenía cinco años su familia tomó la decisión de mudarse a la capital sinaloense, de donde no se ha podido alejar.
Contó que comenzó a ganar dinero desde la infancia, pues vivía en Villa Juárez y en aquel entonces todos trabajaban en los campos agrícolas. Convivía con madres y sus hijos, que compartían sus ganancias unos con otros para poder comer.
“Cuando yo era niño, desde muy chiquito yo comenzaba. Aquí vivíamos nosotros en Campo Romero, al lado de Villa Juárez y desde niño yo me la llevaba plantando tomates, toda la plebada, ya de esa edad se trabajaba”.
“Entre todos comíamos, compartíamos todo, pedíamos una Pepsicola o tres y nos la tomábamos todos, siempre en convivencia”, relató.
Rafael compartió que a los 17 años se unió al Ejército y viajó por varios estados del País, entre ellos Chihuahua y Sonora; también pudo visitar su lugar de origen, Durango.
Señaló que andaban a caballo y que a él nunca se le dificultó montar, esto gracias a su vida en el campo y su aprendizaje con otros animales.
Su tiempo en el Ejército fue breve, pues a los seis años se salió y decidió dedicarse a otras cosas. Estuvo de vendedor en el Centro de Culiacán, hasta que un señor le enseñó a usar la fotografía y desde entonces no la ha soltado.
“Desde entonces comencé a trabajar y todavía estoy trabajando y después que el señor me enseñó me dedicaba a la fotografía”.
“En la fotografía, cuando comencé yo, revelábamos en blanco y negro en un laboratorio que teníamos. Después llegó el color directo y ya fue de otro modo y ahora con lo digital, las cámaras que había antes dejaron de servir”, compartió.
Como a otros, la tecnología lo alcanzó y también tuvo que adaptarse a las cámaras digitales y acostumbrarse a ver las fotografías a través de una pantalla, esto con ayuda de sus seis hijos, que siempre lo han apoyado.
“Yo comencé por mis hijos, que empezaron a usarla y tenían más capacidad y yo aprendí”.
Contó con nostalgia que en aquellos años había demasiados fotógrafos en las calles, pero con el tiempo se fueron apagando, ya que no han sido necesarios por los teléfonos.
Rafael Aispuro indicó que se levanta todas las mañanas para trabajar y ganar un ingreso extra, ya que ha sido lo que lo ha mantenido de pie desde joven.
“Yo, me motiva porque vengo a ganar para comer, ahorita ya tengo esto. Aquí en mi cartera traigo lo otro, poquito, pero traigo para comer. Ocupo para ganar algo porque ya ve que la vida está muy cara”, expresó el fotógrafo.