A Rosa, Andrea y Carmelita las esperan sus familias en casa
"Humberto espera el regreso su madre, una de las mujeres desaparecidas tras las lluvias del jueves"
Un álbum con las fotografías de doña Rosa está sobre una banqueta destruida. En cada imagen está ella, tanto con quien fue su esposo, hijos, hijas, nietos.
La señora, de 84 años de edad, así como Carmelita, que supera los 40 y Andrea, los 28, cayeron al arroyo El Piojo, ubicado en la colonia 6 de enero, y hasta anoche seguían en calidad de desaparecidas. La inmensa corriente, producto de las lluvias, las arrastró.
Como esa mañana la lluvia no paraba y el arroyo subía de nivel, Carmelita y Andrea, que vivían en la misma casa, fueron por doña Rosa, sin embargo, de regreso, al intentar cruzar una calle, una resbaló, y después las otras dos, al intentar ayudarse entre sí.
Buscan en arroyos y ríos a Carmelita, Andrea y doña Rosa
Al resbalar al cruzar la calle, fueron arrastradas por la corriente que bajaba de otras cuadras y cayeron al arroyo.
En su cuadra, así como en otras, doña Rosa es una mujer querida por los vecinos, su costumbre es llevarse bien con todos y siempre tender la mano a quien la necesita.
Si alguien entraba a su casa y expresaba que algún adorno le gustaba, doña Rosa no dudaba en dárselo, no le importaba quedarse sin él. Regalaba su ropa, si veía alguien la requería, ofrecía un plato de comida a quien tenía hambre.
Servicial, humana, solidaria, así es doña Rosa, madre de Carmen, Leticia, Virginia y Norma, así como de Víctor, Manuel y Gustavo.
La señora tenía unos días que acababa de llegar de Estados Unidos, dos meses y medio estuvo en Santa Ana, California. Allá estuvo con su hijo Humberto y nuera María.
"Se vino para acá, porque quería ver su casa, todo el tiempo era su casa, la cuidaba mucho", recordó Humberto, su hijo que ayer sacaba el lodo que entró a su casa, cuando el arroyo se desbordó.
Carmelita, Andrea y doña Rosa están desaparecidas, se las llevó el arroyo
Él sabía que su mamá siempre era cuidada por los vecinos, uno de ellos, por Carmelita, quien fue a sacarla de su vivienda para protegerla. Ella siempre estaba al pendiente de doña Rosa.
El jueves, en el momento de la desgracia, a Humberto y María, su esposa, le avisan que el arroyo se había llevado a doña Rosa. Toman vuelo, y llegan a Culiacán.
Mientras sus hermanos se unen a las táreas de búsqueda con Protección Civil y cuerpo de Bomberos, él limpia la casa de su madre. Para él, su madre está viva.
Especular, considera, daña el proceso de búsqueda.
"Mientras yo no vea el cuerpo de mi amá, no puedo decir nada", señaló Gustavo Quintana, el hijo. Expone que su hermana vive en la otra cuadra, sin embargo, no alcanzó a ir por ella, porque el arroyo se lo impidió.
En esa casa vivió durante 19 años y nunca había enfrentado algo así, recuerda el señor.
"No hubo prevención del meteoro, no hubo información a la gente".
Con información, se pudo haber sacado a su mamá a tiempo, consideró. A su madre, todo mundo la conocía y la querían, continuó.
Humberto manifiesta que es tremendo lo que está viviendo.
María, la nuera, comentó que su suegra le gustaba estar en casa.
"Nada como en su casita, aunque estuviera sola, ella decía: no estoy sola, siempre tengo gente que me está visitando".
El joven Víctor y su hermana Paloma, pequeña
de dos años once meses, esperan a su madre
Carmelita vive en un mundo de carencias, viviendo al día, recuerda Selene, una de sus mejores amigas, casi hermana.
La mañana del jueves, Carmelita, de 44 años de edad, Andrea y doña Rosa, cayeron al arroyo El Piojo y hasta ayer, no han sido encontradas.
Carmelita es madre de Paloma y de Víctor. La niña tiene 2 años 11 meses y Víctor, a punto de cumplir la mayoría de edad.
El gobierno debe protegerlos, ayudar a los dos menores, hijos de una madre que vive al día, considera Selene.
Sus hijos, la adoración de Carmelita. Ese día, mientras llovía y la corriente del arroyo subía de nivel, la pequeña fue subida en el techo de su casa donde estuvo con un familiar. En el techo, se veló por su seguridad.
Carmelita estaba separada de su pareja y sus hijos siempre se han criado con ella, recuerda la amiga.
Selene manifiesta que de toda la vida conoce a Carmelita a quien recuerda como una persona bien alegre. Nunca un trabajo formal.
"Siempre ama de casa pero toda la vida le ha sufrido, humilde, toda la vida en pobreza, carencia de todo", señaló la señora.
Cuando se enteró de que Carmelita, así como Andrea y doña Rosa habían resbalado y caído en el arroyo, fue algo muy feo, comentó.
Paloma está con ella, Víctor, su hermano, se la dejó, le pidió la cuidara, y así lo ha hecho.
"Selene, cuídala mientras yo veo lo de mi mamá", le dijo Víctor, el hermano, a Selene.
Sin embargo, la noche del jueves, Paloma empezó a pedir la presencia de su mamá Carmelita. Con llanto exigía la llevaran con ella.
"Anoche (jueves) la niña ya empezó a echarle de menos, llévame a mi casa, me quiero ir a dormir a mi casita, quiero ver a mi mamá Carmen, quiero ver a mi mamá Carmen, llévame con mi mamá Carmen, llorando con mucho sufrimiento", manifestó la señora.
Selene nunca tuvo un trabajo formal y a veces trabajaba haciendo limpieza en casa.
"Si a mí la niña me la dan, me quedo con ella de todo corazón", indicó Selene.
En la colonia 6 de Enero hay consternación, tristeza por la situación que están viviendo. Extrañan a Carmelita, la quieren de vuelta.
Tres niños esperan en casa a Andrea
Andrea es madre soltera con tres hijos, de siete, ocho y doce años de edad, mencionó una de sus amigas.
Ella vivía en casa de Carmelita, en la colonia 6 de Enero. Ambas fueron hasta la vivienda de doña Rosa para sacarla de ahí, porque había riesgo de que el arroyo El Piojo se desbordara.
Andrea acompañó a Carmelita y entre ambas, sacaron a doña Rosa de su vivienda, sin embargo, al intentar cruzar la calle, una resbaló con el agua que bajaba de cuadras arriba, después una tras otra, en un intento de ayudarse entre sí.
Al resbalar, fueron arrastradas hasta el arroyo El Piojo, donde la corriente las jaló. Víctor, hijo de Carmelita, salió de su casa corriendo y por la orilla del canal empezó a buscarlas, pero no las encontró.
A Andrea se le recuerda como una persona alegre, humilde, que vivía al día.