‘Yo también soy tú, yo también soy turista’

Omar Lizárraga Morales
16 septiembre 2024

En el año 2014 hice una estancia posdoctoral en la Universidad de Alicante, en España. Se trata de una de las universidades de mayor prestigio en Europa, y una de las mejores del mundo en cuanto al estudio del turismo. Las grandes amistades que hice allá durante ese año, hicieron el trabajo académico aún más agradable.

La ciudad de Alicante es muy parecida a Mazatlán; ambas son ciudades turísticas de sol y playa, en las que la interacción entre personas de distintas nacionalidades es cosa de todos los días. El fenómeno del turismo residencial es un fenómeno que tiene en común con nuestro puerto.

En Alicante, como en otras ciudades turísticas de Europa, es común que buena parte de la población local sienta rechazo, odio y aversión hacia los turistas, principalmente en las temporadas de alta afluencia. A este fenómeno se le conoce como turismofobia.

Este comportamiento ocurre cuando los habitantes se sienten invadidos; a menudo “huyen” de los centros urbanos, como rechazo al aumento de la población flotante, del aumento del tráfico vehicular, de los precios de vivienda, de la saturación de servicios, y la proliferación de hoteles y departamentos.

Algunos turismólogos han acuñado el término de “síndrome de Venecia”, pues en aquella ciudad renacentista de Italia, la afluencia masiva y sin control de turistas, ha provocado que sus canales desprendan olores fétidos por la contaminación y saturación del drenaje pluvial. Sus calles están repletas de turistas internacionales todo el tiempo, y los precios de la vivienda han expulsado casi totalmente a los locales. De hecho, se estima que para el año 2030 no quedará ningún veneciano autóctono en la ciudad, y la urbe quedará exclusivamente dedicada al turismo.

Preocupados por este fenómeno social, en Alicante, autoridades de la dirección de turismo de la Comunidad Valenciana en días recientes han lanzado una campaña promocional dirigida a los habitantes locales, la cual busca generar empatía hacia los visitantes y así, contrarrestar ese sentimiento de rechazo.

El promocional que han lanzado por todas las redes sociales se enfoca en cuatro oraciones acompañadas de imágenes de turistas y habitantes locales interactuando, y con las que buscan fomentar la idea de que ambos van en la misma dirección:

- Cuando paseas por los lugares donde crecí, yo también soy tú.

- Cuando no hacen falta palabras para entendernos, yo también soy tú.

- Cuando te guío si te encuentras perdido, yo también soy tú.

- Cuando te recibo con los brazos abiertos, yo también soy tú.

En Mazatlán -como en Alicante- ocurre un fenómeno muy parecido. En las temporadas de turismo masivo, como en Carnaval y Semana Santa, miles de mazatlecos “huyen” al menos temporalmente, del bullicio y la algarabía turística, buscando espacios de esparcimiento menos concurridos.

Y es que, la mala planeación urbana de Mazatlán, en combinación con la creciente población turística (nacional e internacional) en esas fechas, han acentuado problemas que de por sí, ya existen aún en temporadas bajas de turismo. Tales como la congestión de tránsito vehicular, la contaminación auditiva, saturación de servicios, etc.

Bien valdría la pena emprender aquí una campaña parecida a la que han desplegado nuestros amigos alicantinos. A fin de cuentas, muchos de nosotros hemos sido turistas en algún lugar y nos gusta que nos traten con dignidad. Convirtamos pues, esa turismofobia en una turismofilia.

Es cuanto.....

-

omar_lizarraga@uas.edu.mx