Yo racista

Vladimir Ramírez
05 junio 2020

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El uso de violencia por parte de la policía norteamericana y de la gran mayoría de los países, ha sido señalada históricamente como injusta e impune. Los abusos de autoridad son resultado de origen, por poseer precisamente una condición de potestad sobre la violencia, de su autorización del uso de la violencia en ciertas condiciones y criterios que la definen como legítima, permitiendo a los policías hacer uso de la fuerza si así lo deciden.

Una realidad de impunidad que permanece sólo si no es observada y expuesta al juicio público, como sucedió en el caso de la muerte del norteamericano George Floyd, que motivó protestas y manifestaciones públicas a nivel nacional en los EEUU y en diversas ciudades del mundo.

Lo cierto es que el racismo ha existido desde los orígenes históricos de los Estados Unidos, desde la aniquilación de los pueblos originarios de esa región de América, lo hemos sabido siempre y esta verdad ha permanecido silenciada como también la indignación, hasta que se ha vuelto visible públicamente, no sólo el racismo sino la violencia oficial. En los tiempos actuales el testimonio irrefutable de un video, pone de manifiesto la representación irracional e inexplicable de sentimiento xenofóbico de los cuerpos policiacos en ese país. Por ello la indignación rebasó las fronteras y rompió el orden más allá del estado de Minnesota.

Sin embargo, a pesar de lo despreciable e indignante que nos resulta el hecho de la muerte violenta e impune de George Floyd, el racismo sigue siendo un tema presente en nuestras sociedades que guarda antiguas y profundas raíces que lo explican, no sólo en países como los Estados Unidos sino también en países como el nuestro. En México vivimos cotidianamente un racismo cognitivo que varía y se expresa de diferentes maneras en lo individual y en social. Un racismo que es menos observado y difundido que el de otros países; esto tiene que ver con una fuerte presencia cultural norteamericana que a través de los medios de comunicación resulta más factible enterarse de las expresiones racistas en Norteamérica y causar mayor indignación que la que se padece en nuestro propio país.

Federico Navarrete Linares, profesor del Instituto de Investigaciones Históricas de la UNAM, afirma que México es un país racista y seguirá siéndolo mientras se crea mestizo, pues el origen de su propensión a discriminar surge de la idea de que nos debemos mezclar para lograr el mestizaje. Este concepto, pretendidamente incluyente, en realidad excluye, pues define quién puede ser integrado y quién no, y deja de lado a grupos poblacionales importantes como los indígenas, a personas de origen africano o asiático, que en ese entendido resultan incapaces de asimilarse a esa categoría.

Para Navarrete Linares, el mestizaje establece un ideal dentro de los propios mestizos en el que impera el aspecto de la piel blanca, que se considera que los mestizos deben blanquearse, asumir cada vez más la cultura europea y que los indígenas deben dejar de ser indígenas para convertirse cada vez más en mestizos y eventualmente en blancos. En cambio nunca se plantea un camino inverso en el que los blancos se hagan más morenos y más indígenas. Lo que parece ser una idea incluyente e igualitaria del mestizaje implica una jerarquía en el que los blancos son considerados superiores a los indígenas, por lo que la vía de ascenso social y la mejoría racial de la nación sería el blanqueamiento de la población.

Para la Agencia de la ONU de apoyo a Refugiados, existen cuatro tipos de racismos: racismo aversivo, de tipo sutil generalmente empleado por personas que están abiertamente en contra del racismo y comportamientos racistas pero que el fondo reproducen actitudes racistas mediante la distancia con la otra persona, falta de empatía o mostrando frialdad; racismo etnocentrista: basado en la superioridad cultural que promueve el rechazo de costumbres, creencias, comportamientos, religiones o lenguas de otros grupos étnicos; racismo simbólico, que aboga por el derecho a ser iguales, pero con matices, un ejemplo es la libertad que tiene cada grupo para vivir como quiera, pero en áreas limitadas que provocan segregación cultural entre los grupos y distanciamiento, y por último el racismo biológico como el menos tolerante que supone que una raza es biológicamente superior a las demás, este tipo de racismo fue el llevado a cabo por el régimen nazi en los años 30 y 40, que consideraba la raza aria como una raza pura y superior.

“El racismo en México, a diferencia de Estados Unidos, es un problema latente pero tan arraigado a la cultura del mexicano que pasa casi desapercibido”, escribe la célebre actriz Yalitza Aparicio en un artículo del periódico The New York Times, por el cual recibió felicitaciones y muestras de orgullo, tanto como insultos y cuestionamientos por su apariencia física.

Ante el fenómeno del racismo en Sinaloa desde luego no somos la excepción, por lo que no estaría nada mal analizar el racismo en nuestras vidas y familias, así como su efecto en la pérdida de identidad en las nuevas generaciones. Revisar los principios morales de la tolerancia, alternativas en el sistema educativo, nuestra legislación al respecto y nuestra relación con la multiculturalidad e interculturalidad como sinaloenses y mexicanos.

Hasta aquí mi opinión, los espero en este espacio el próximo martes.