Votar por el futuro. La fuerza de las y los ciudadanos
El domingo 2 de junio las y los mexicanos vamos a votar por nuestro futuro. Será una elección que marque una bifurcación histórica y el camino que vamos a seguir.
¿Por qué es tan importante la participación ciudadana y qué impacto tendrá cada voto en la construcción de una democracia real, igualitaria, justa e incluyente?
Empiezo por recordar(nos) a las mujeres que hoy damos por sentado nuestro voto, pero fue apenas en 1953 cuando el voto de las mujeres fue reconocido. Hoy representamos el 51 por ciento de la población y en el listado nominal representamos el 52 por ciento de los votantes. Señoras, nuestro voto SÍ importa y mucho. No demos por sentado esto y reconozcamos nuestra fuerza y valor. Cada voto cuenta en esta elección y tiene el poder de incidir en el rumbo de nuestro destino.
Una democracia robusta es aquella que respeta y protege los derechos humanos, combate la corrupción, el nepotismo y el amiguismo. Es una en la que la libertad de expresión tiene cabida y en la que todas, absolutamente todas las opiniones tienen espacio para expresarse y tienen derecho a hacerlo. En una democracia disentir, oponerse, cuestionar y criticar se vale y el disenso es piedra fundamental del diálogo. Ya no estamos en el Siglo 19, cuando los liberales y los conservadores buscaban eliminarse en lugar de encontrar puntos de acuerdo. Hoy, tratar de eliminar a una persona porque no opina igual que tú resulta no sólo bizantino sino peligroso. Es fundamental votar por un gobierno que crea en la necesidad irrefutable de un sistema político que defienda la libertad de expresión, garantizando que las y los líderes de opinión, la sociedad civil y las personas puedan expresarse sin temor a represalias. En una democracia incluyente se construyen puentes en lugar de dinamitarlos. El voto es una herramienta poderosa para elegir a quienes representan estos valores. Un gobierno que no respete estos principios pone en riesgo las libertades fundamentales, los derechos humanos y la convivencia pacífica.
En esta coyuntura histórica es vital reflexionar sobre la importancia de las políticas públicas y las leyes que promuevan la igualdad de género y la no violencia. En uno de los 25 países más peligrosos en el mundo para ser mujer por el nivel de violencia hacia ellas, en donde se registran 11 feminicidios diarios, es inaceptable que se continúe ignorando esta realidad.
Es necesario un gobierno que apueste por la igualdad y la no violencia y que lo demuestre en hechos y prespuesto, no sólo con palabras o etiquetas que le quedan grandes, como decirse un gobierno con politica exterior feminista cuando las acciones internas no acompañan ese discurso, o que busque desaparecer el delito de feminicidio del código penal para considerarlo “agravante de homicidio”. Urge un gobierno comprometido con ello, que no use los recursos destinados a la igualdad y la no violencia para programas clientelares. Un gobierno que le falla al 51 por ciento de la población es un gobierno excluyente, que ejerce violencia institucional y que no gobierna para todas las personas. El voto a favor de la igualdad SÍ puede hacer una diferencia para todas y todos.
Los medios de comunicación y la opinión pública tienen un papel crucial en la democracia. La censura y la represión de voces críticas son alarmas que no se pueden ni deben ignorar. Es nuestra responsabilidad, como ciudadanía, mantenernos informada y activa en la defensa de nuestros derechos. Esto puede lograrse cuando no existe la censura ni la amenaza a la libertad de expresión y cuando la vida de las personas no está en riesgo por expresar sus opiniones. Votar a favor del derecho a la información hace una diferencia en la construcción de la democracia.
El voto es una herramienta esencial para mantener el equilibrio de poderes en una democracia. Al ejercer nuestro derecho al voto, tenemos la oportunidad de elegir representantes que respeten y fortalezcan las instituciones democráticas, garantizando que los poderes Ejecutivo, Legislativo y Judicial funcionen de manera independiente y evitando que el Poder Ejecutivo pretenda hacer a los otros poderes comparsas de sus decisiones. El equilibrio de poderes es fundamental para prevenir abusos de autoridad y asegurar que cada rama del Gobierno pueda operar con autonomía, fiscalizando y siendo contrapeso de las otras. Al votar, no sólo estamos eligiendo a las personas que ocuparán puestos clave en las instituciones, sino que estaremos protegiendo también la integridad de nuestro sistema democrático. ¿Es perfecto? No; me pregunto si existe alguno perfecto en el mundo. Pero sí es perfectible y si bien hay mucho que mejorar en él, no podemos dar marcha atrás debilitando a las instituciones y votando por personas cuya trayectoria y acciones han demostrado que las instituciones no les importan y que quieren acabar con los contrapesos para actuar con la bandera de la impunidad.
La elección de este año puede definir caminos muy distintos para el futuro de México, especialmente en términos de derechos, libertades, democracia, justicia social y equilibrio de poderes. Es un momento decisivo para reflexionar sobre qué tipo de futuro deseamos y cómo cada voto puede contribuir a moldearlo.
Este domingo, al ejercer nuestro derecho al voto, recordemos la importancia de elegir un camino que priorice la justicia, la igualdad y la libertad. Nuestro voto tiene el poder de influir en el rumbo de México y de asegurar un futuro más igualitario y democrático para todas y todos. Cada uno de nosotros y nosotras tiene en sus manos la posibilidad de marcar la diferencia.
No dejemos pasar esta oportunidad histórica de construir un México mejor.
Nos vemos en las urnas el 2 de junio.