Volando bajo
El tema del rediseño del espacio aéreo del Valle de México para la entrada en operación del aeródromo de Santa Lucía el año próximo sigue haciendo ruido. Bueno, en especial la molestia de los vecinos de decenas de colonias del sur y poniente de la Ciudad de México que enfrentan el estruendo cotidiano y continuo por el paso de las aeronaves sobre sus cabezas, como me ocurre personalmente. La explicación que se conoce es de que el reordenamiento que implicará la operación simultánea de los aeropuertos de México, Santa Lucía y Toluca implica la modificación de las rutas de despegue y aterrizaje, lo que afecta a zonas de la capital que antes estaban fuera del área de tráfico.
Y resulta que el rediseño generó rutas más largas, demoras en el aire y en los aeropuertos de origen -aseguran pilotos aviadores, controladores y expertos-, lo que expone a 2.5 millones de habitantes.
Los vecinos han recurrido a diferentes instancias para parar el dichoso rediseño, sin éxito. Ahora, ante la negativa del Poder Judicial para otorgar suspensiones en 25 amparos tramitados, el ruido aéreo padecido en Ciudad de México y la zona conurbada serán denunciados en organismos internacionales.
El abogado Luis Miguel Cano, representante de los quejosos, explicó que no hay forma de obtener justicia, la Suprema Corte de Justicia ha conocido siete peticiones para intervenir, lamentablemente la Primera Sala ha decidido que este caso no tiene ni interés ni trascendencia. Indicó que, por disposición del Consejo de la Judicatura Federal, los amparos se concentraron en el Juzgado Quinto de Distrito, así como en el Décimo Tribunal Colegiado en Materia Administrativa y ninguno ha prosperado. “Ya empezamos a preparar acciones para elevarlas a un plano internacional, por esta falta de recursos judiciales efectivos y por las violaciones a los derechos humanos”, detalló.
Ese es sin embargo sólo uno de los múltiples problemas, quizá el menos grave, que enfrenta la operación de la base militar de Santa Lucía como aeropuerto internacional. Y nadie parece asumir por parte del gobierno federal el hecho de que aún está por verse la factibilidad operativa de las tres terminales aéreas al mismo tiempo. De eso, claro, nadie quiere hacer ruido.
Pero el run-run ha estado presente prácticamente desde que el Presidente impuso su ocurrencia, luego de cancelar de manera arbitraria e ilegal la construcción del Nuevo Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México (NAICM) en Texcoco. Las objeciones de empresas especializadas, técnicos en aeronáutica, empresas de aviación y controladores aéreos han sido ignoradas.
Apenas hace unos días, dos expertos en el terma entrevistados por El Financiero advirtieron que la operación simultánea de los aeropuertos de Santa Lucía, Ciudad de México y Toluca está en duda, toda vez que los procedimientos de llegadas y salidas tendrán que estar condicionados, es decir, deberán intercalarse por la cercanía de las terminales aéreas.
María Larriva Sahd, controladora de tránsito aéreo, y Jaime Leonardo del Río, piloto aviador en retiro, presentaron con el colectivo “Más Seguridad aérea y menos ruido”, sus conclusiones respecto al rediseño del espacio aéreo y la propuesta del gobierno para operar tres aeropuertos simultáneamente, con una capacidad máxima de 200 operaciones por hora en su conjunto: haga lo que haga el gobierno, no será posible operar el aeropuerto de Santa Lucía de forma simultánea con el de Ciudad de México.
“No se puede operar simultáneamente”, dijo contundente Larriva Sahd, con más de 27 años de experiencia. “Una aeronave que despegue de Santa Lucía de la pista 22, se va exactamente contra la que está en la aproximación (llegada) al AICM; están de frente, están muy cerca”.
Por si fuera poco, la Administración Federal de Aviación (FAA) de EEUU decidió en mayo pasado degradar a México a la Categoría 2, dadas las inconsistencias que presenta el actual entorno del AICM. Con eso, las aerolíneas mexicanas no podrán abrir nuevas rutas a EEUU ni aumentar las frecuencias de las ya existentes, hasta que México vuelva a la Categoría 1 que tenía. El organismo encargado de la seguridad aérea mundial señaló 24 inconsistencias a la Agencia Federal de Aviación Civil (AFAC) de México tras una auditoría que fue concluida a fines de abril pasado.
Ante la inminencia de la anunciada apertura de Santa Lucía para el 21 de marzo próximo, las líneas aéreas mexicanas no han tenido precisamente una respuesta positiva. Aeroméxico, por mucho la más importante, anunció de plano su decisión de ignorar la posibilidad de utilizar ese aeropuerto, y en cambio fortalecer su posición en el Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México. Hace unos días, la aerolínea anunció además que movería 20 salidas de la terminal 2 del aeropuerto capitalino... a la terminal 1, en donde no operaba desde hace 13 años.
Por su parte, como para evitar un desaire a la autoridad federal, Volaris aceptó que operará sólo un par de vuelos diarios desde el “Felipe Ángeles”, uno a Tijuana y otro a Cancún. Y Viva Aerobús le dio largas al tema y se salió por la tangente y aseguró que será hasta que se publiquen las tarifas del aeropuerto cuando decidan en qué rutas podrán volar a partir de marzo del 2022.
Ninguna aerolínea internacional ha externado alguna intención de operar vuelos desde la nueva terminal que, independientemente de su elogiada y funcional arquitectura, ha sido cuestionada por sus dificultades de conectividad e infraestructura de comunicación terrestre, amén por supuesto del tema toral de la seguridad aeronáutica que los especialistas ponen en duda.
En suma, me parece que el proyecto aeroportuario de Andrés Manuel, tan cacareado, anda volando bajo. Y a lo mejor acaba en aterrizaje forzoso. Válgame.
CRISIS. Ahora resulta que no estamos requetebién. Andrés Manuel López Obrador negó durante tres años que el país estuviera en crisis económica, a pesar de haber tenido cero por ciento de crecimiento en el primer año y del derrumbe del 8.2 por ciento en 2020. Y minimizó siempre la gravedad de la pandemia, que además de que a él le vino como anillo al dedo, “nos hace lo que el viento a Juárez”, como decía. En cambio, el día del AMLOFest del zócalo, el miércoles, aseguró que su Gobierno está de pie pese a la pandemia y la crisis económica. “Hoy cumplimos tres años de Gobierno y estamos de pie a pesar de la pandemia que tanto dolor nos ha causado (sic). Aunque se precipitó la crisis económica originada por el neoliberalismo o neoporfirismo (sic), estamos de pie”.