Vivir muriendo

Rodolfo Díaz Fonseca
05 septiembre 2020

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Hay quienes se obstinan en eludir el tema de la muerte sin comprender que su meditación confiere profundidad a la vida. El antiguo consejo del “memento mori” no ha perdido su vigencia y actualidad. Sólo quien reflexiona sobre la muerte proporciona mayor contenido a su vida.

Aún más, no se debe pensar que la muerte es lo contrario a la vida, sino parte integral de ella. Cada año que cumplimos se convierte en un paso o escalón más que nos conduce a ese inevitable encuentro.

Steve Jobs, en el célebre discurso que pronunció en la Universidad de Stanford, en 2005, señaló: “El recordar que estaré muerto pronto es la herramienta más importante que he encontrado para ayudarme a tomar las grandes decisiones en la vida. Porque casi todo -todas las expectativas externas, todo el orgullo, todo temor a la vergüenza o al fracaso- todas estas cosas simplemente desaparecen al enfrentar la muerte, dejando sólo lo que es verdaderamente importante”.

Mucho tiempo antes, Montaigne aconsejó: “Frecuentemos la muerte y acostumbrémonos a ella. No sabemos dónde nos espera. Así pues, esperémosla en todas partes. Practicar la muerte es practicar la libertad. Quien aprende a morir aprende a vivir y deja de ser esclavo”.

A sus 75 años, el filósofo Horace Kallen escribió: “Hay personas cuya vida está marcada por el miedo a la muerte, y personas que son capaces de experimentar la satisfacción de vivir. Las primeras viven muriendo; las últimas mueren viviendo. Sé que el destino puede poner fin a mis días mañana mismo, pero para mí la muerte es una contingencia sin importancia. Cuando me llegue, tengo intención de morir viviendo... Todos vamos a morir, pero el único remedio para curar el temor a la muerte, es saber que uno ha vivido con plenitud.”

¿Vivo muriendo?